Lo que encontré

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Hope

La tensión con Evan solo hizo que aumentar, sin embargo, de camino a la que un día fue mi casa, parece que su estado de humor no tiene nada que ver conmigo.

Me he mantenido en silencio durante el trayecto. Todos lo hemos hecho en realidad, salvo que Gabriel si ha estado comunicativo...

Sea lo que sea que encontremos allí, no cambiará las cosas. Vamos a ayudarte para que esa gente te deje en paz.

Ya lo sé. Gracias.

Creo que hay algo que tu madre se guardó muy adentro. Si la otra carta que te enseñaron de ella se disculpaba por todo esto, ¿porque no hacerte llegar a manos de su abogado la solución?

Sinceramente no lo sé. Si algo sé ahora mismo es que en realidad no conocía a mi madre.

No tuviste tiempo. Eras muy pequeña cuando ella falleció.

Es solo que, me hubiese gustado saber que tipo de persona era... Michael y papá nunca hablaron mal de ella, aunque sé que tenían motivos. Y no lo hicieron debido a mi. Quizá si ellos me hubiesen contado...

¿De que serviría? La persona que tu conociste era distinta. Quizá en el fondo cambió.

No creo que pienses eso de verdad.

Creo que la gente no cambia, Hope. Yo, por ejemplo. Tengo otro rostro, otro nombre, otra vida... Pero sé que en el fondo sigo siendo el mismo. No me temblará el pulso si tengo que matar.

Esperaba que no tuviese que ver eso.

Tres horas después allí estábamos.
La pintura del edificio era distinta.
Los balcones habían sido remodelados, y muchas de las tiendas que antes había allí, ya no estaban.

-¿Que pasa si hay alguien viviendo allí?-pregunté.
-No lo hay. El piso sigue a nombre de tu madre, y si tu quieres, pasará al tuyo a la que cumplas los veintiuno. Tu madre se encargó de pagarlo. El piso está cerrado pero sigue en buen estado. Tu abogado se ha ocupado de que sea habitable, según las instrucciones que le dio tu madre.
Ni siquiera voy a preguntar como sabe eso.

-¿El piso está pagado?
-Si.
Miro a Evan que parece tan sorprendido como yo, pero que sigue sin dirigirme una sola palabra. Tampoco una mirada.
-Vamos entonces.
Cogiendo las llaves que me dio Gabriel, subí los dos pisos que nos separaban de nuestra meta con ellos detrás de mi.
Podía sentir la mirada de Evan en mi nuca, pero contuve las ganas de volverme hacia él y tocarle y seguí subiendo.

Al girar la llave y abrir la puerta, una serie de recuerdos me vino a la mente.

Mamá en la cocina.
Yo jugando en el salón.
El frigorífico lleno de mis dibujos.
Y fotografías de ambas llenando cada estantería.
No quedaba nada de eso ya.

Contendiendo las lágrimas que amenazaban con hundirme, recorrí el pasillo hasta la que había sido mi habitación.
Todo seguía allí.
Mi cama, mi mesa, mis juguetes... Todo cubierto con plástico para evitar que se llenase de polvo.
Dieciséis años así.

Con un nudo enorme en la garganta, caminé hasta el armario y lo abrí.
Todavía con algunas de mis cosas, evité mirarlas y me centré en el altillo.
Desgraciadamente no era lo bastante alta por lo que Evan se encargó de mirar.

-Parece que hay una caja aquí.
Alcanzándola, la sostuvo con sus manos y después me la dio.
Nerviosa, abrí la caja y encontré un nuevo sobre. Está vez con un nombre en él.
Hope Michaels.

Temblando, lo abrí y me tambalee.
Era un testamento. Un testamento fechado hacía poco más de dieciséis años.
El testamento de mi padre biológico.
Y yo era la legítima heredera de todo.

Hope (Serie Love 17)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora