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La semana pasó muy rápido para su gusto. Había trabajado como loca en unos dibujos que pronto serían añadidos a una carta importante de tatuajes profesionales.  Alexander había sido tan paciente con ella cada vez que la veía enrollar sus intentos fallidos y botarlos a la papelera.

-Ese es el número 15. -Alexander decía en tono burlón.

Bufó. Definitivamente ése no era su día.

Una mujer muy guapa entró un día, en el bar.  Sintió algo que no pudo expresar ya que no la conocía de nada. Al parecer estaba embarazada. Rápido pensó que podía ser de César.  No podía sentir celos, por que ella no sentía nada por el pero la extraña sensación no se iba. Luego de varios minutos se la presentaron como Amanda,  la hermana de César. Aunque sintió cierto alivio la punzada extraña continuaba dónde mismo había salido.  Obvió ese sentimiento y terminó con un diseño implacable.

Era sábado temprano en la mañana y el nerviosismo la tenía a flor de piel. Sería su primera salida oficial y lo mejor de todo era que contaba con la aprobación de sus padres. O estaban confabulados en que ella se emparejara con Sergio o realmente aquel hombre les caía demasiado bien. Apesar de que nunca lo hacía puso algún tipo de maquillaje en su cicatriz, estaba arrepentida de haber comprado aquel pantalón tan corto aunque Marina la había convencido de que no era así. Aquella horrible cicatriz le dolía a mares pero no quería preocupar a sus padres. Se lo atribuía a la lluvia o quizás al estrés de los estudios.

Marina entró a su cuarto y la miró con ojo crítico. 

-Estás hermosa. -Marina la trataba como una verdadera madre. Era un ejemplo para ella.

-Gracias. -sonrió. Dando gracias a la vez por tenerlos en su vida.

-Sergio estará por llegar.  No lo hagamos esperar. -tomó su pequeño bolso y se dirigieron a la sala.

En pocos minutos sonó el timbre principal.  Los nervios de Estrella se disparon a mil.

-Me alegra que sean pareja. -confesó su madre.

Ella la corrigió.-Somos amigos.

-No por mucho tiempo. -sonrió y fue abrir la puerta.

Se despidieron de Marina y ella le hizo prometerle que la cuidaría. No estaba muy convencida de que viajaran en motocicleta pero si ese era el medio de transporte de él,  no podía oponerse.

Llegaron en poco tiempo a la mansión Miravalles.  Sergio estacionó la moto y la ayudó a bajar.

-Wow.  Esta casa es impresionante. -comentó alucinada.-¿Todos tus amigos tienen casas así?-bromeó.

¿Amigos? Todavía no sabía cómo catalogar a Franco y a su padre.

-Vamos. -la invitó a seguir.

Tocaron el timbre principal rápidamente siendo recibidos por una mujer mayor bien afectuosa.

-Hola hijo. -saludó la mujer.

¿Era que toda la familia Miravalles se habría confabulado para tratarlo como alguien más de los suyos?-pensó Sergio.

-¿Y está chica tan guapa? preguntó la señora.

Sergio no sabía si había hecho bien en traerla. Algo dentro de él lo hizo reclamarla como suya. -Ella es Estrella,  mi novia.-declaró.

¿Qué? Se prendieron todas las alarmas en la cabeza de ella. ¿habría escuchado bien?

-Hola.  Pueden pasar. -les hizo entrar.  Les ofreció algo de beber mientras buscaba a los anfitriones.

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora