Casa Cuna

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-¿Vas a decirme por qué escogiste esa contraseña?-me reprochó.

-Nena...escucha, sino quieres decirle no tienes que hacerlo-aconsejó Betania.

-No es su problema por que la escogí. Su trabajo es configurar la clave y ya.-aclaré con seriedad

-!Necesito saber por que! !Entiendes!-exigió

-A ver bonito, mi amiga no te quiere decir o sea, deja de insistir....

-Está bien entonces...-dijo dándose por vencido. En la forma en que lo dijo distaba mucho de que se hubiera dado por vencido.

En menos de unos segundos ya estaba todo configurado.

-Quiero informarles que estaré en la sala 101 en el departamento de informática. Sí necesitan ayuda o alguna cosa pueden pasar por allí. Sí alguno olvida su contraseña deben informarlo para volver a configurar.

Antes de salir por la puerta se dio la vuelta dando un último vistazo a la mesa donde estaba sentada Estrella y su amiga. Sus miradas se encontraron entrando en una pelea de tú a tú.

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Necesitaba saber de inmediato  por que esa mujercita había escogido la casa cuna como contraseña.

Tocaron la puerta. Cualquiera que fuera parecía que estaba en apuros. Ya tan rápido se les había olvidado sus claves. El día prometía ser largo.

-Adelante.

Entró una chica muy guapa a la oficina. Esto le olía a problemas, los mismos problemas a los que siempre le había huido.

-¿Qué desea?-fue un poco más hosco que lo normal.

Ella sonrío nerviosa ante su pregunta abrupta.

-Verá profesor...

-Déjeme aclararle que no soy maestro ni mucho menos profesor. Soy técnico de informática, programador o como quieras llamarle. Así que le agradecería que no me ponga títulos. -sabía que estaba siendo sumamente áspero con ella

-Ya veo que eres bravo. Soy Lorena -dijo presentándose con picardía

-Ya sabía que no me equivocaba. ¿Dígame que es lo que quiere? ¿Qué vino a buscar? Sino es de la clase...-lo interrumpió

-Mi familia es muy influyente o sea tenemos mucho dinero. La verdad es que quiero que me de clases particulares de conputadoras. Sí puede.-cada vez estaba más cerca de él.

Esta chica olía a sexualidad, una buscona.

-Lamento informarle que no doy clases. ¿Olvidó lo que le dije? Además si lo que andas buscando es una cita que sepas que no salgo con mocosas como tú. Así que hágame el favor de salir por esa puerta mientras estoy de buen humor. Lo tomaré como una broma y me olvidaré de que estuvo aquí.

-¿Sabes? Eres un patán... O quizás...-se quedo pensando un momento antes de hablar nuevamente...

-¿Ó quizás qué?

-Ó tal vez no te gustan las mujeres. -terminó diciendo.

Se quedó un momento serio para luego soltar una carcajada estruendosa.

-Váyase de aquí y piense lo que le de la gana. No me importa.-no tenía ningún problema con que ella pensara tal estupidez. Para él, era mejor así, que tenerla pegada como una garapata.

Tan pronto salió la pequeña zorra de su oficina se puso manos a la obra. Tenía que saber porqué esa imprudente había escogido su lugar de acogida  y hogar por muchos años como su contraseña.

"A ver como te llamas"-se quedó pensando. No tenía un nombre común así que se le haría fácil encontrarle.

...Estrella ....el sistema se quedaba pensando como si no reconociera el nombre. Vamos....vaya sistema de mierda que se gastaba la universidad. Pronto apareció un listado con la letra E donde pudo encontrarla gracias a que aparecía en un encasillado, el curso que estaban tomando. Así pudo identificarla.

-Estrella De la Paz.-un nombre muy particular. ¿Quienes son tus papis?-siguió buscando mas información.
Marina Montenegro y Gustavo Miranda figuraban como sus padres...¿adoptivos? O sea, la chica lengua puntiaguda era una recogida. Vaya, vaya, tenían algo en común. Como si una alarma se hubiera encendido, entonces pudo atar cabos. Esa chica había vivido en la Casa Cuna y por eso había escogido esa contraseña. Revisó nuevamente el nombre de sus padres adoptivos, el nombre de Gustavo Miranda no le decía nada. !Caramba! Volvió a revisar el de su madre, Marina Montenegro. Ese nombre le sonaba familiar pero no sabía de dónde. Decidió googolear la tal Marina, seguramente algo aparecería. "Marina Montenegro, terapeuta de Casa Cuna se casa con el rico empresario  Gustavo Miranda. La linda pareja también informó que están en planes de adopción" Ese era el titular de unos de los periódicos más famosos del país.

Claro ahora entendía por que esa niñata se le hacía conocida. Era la pequeña coja que había ingresado a  Casa Cuna luego de perder a sus padres en un accidente. Para aquél entonces la niña tenía una cojera severa  cosa que no se notaba tanto en el momento. Ahora la recordaba y no sabía cuánto la recordaba. Cerró las páginas que le habían proporcionado tan valiosa información y comenzó manos a la obra. Lo que realmente lo había traído a trabajar con el sistema informático de la institución. "Un buen negocio"

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora