¿Enamorado?

59 6 0
                                    

Estrella...

Ésa tarde cuándo aún sin comprender la aptitud de Sergio con ella se  encontró con una escena más impactante aún. A sus ojos nunca pensó que sucedería tan rápido. Diego venía con una mujer que se notaba a leguas que era rubia de farmacia. Colgada de su brazo, se pegaba a él como si fuera una maldita lapa.

Al llegar dónde se encontraba esperándolo, se dieron un apasionado beso que la dejó desconcertada. ¿Desde cuando ellos dos se conocían para besarse de esa manera? No le preguntaría nada ya que no quería que pensara que estaba celosa. Aunque era preocupante ese tipo de relaciones porque no eran sanas y no terminaban en nada bueno.

-¿Nos vamos?-pregunté con un poco de temor alguna respuesta sarcástica.

-Sí. -contestó él a la vez que volvía a depositar un beso menos intenso aquella mujer tan plástica.

-Cuidamelo.. -escuché una voz chillona a mis espaldas. !Cuánto descaro!

Diego arrancó el coche y como siempre nos mantuvimos en silencio durante todo el camino.  No sabía como manejar ésa situación con él  por lo cuál prefirió mantenerse al margen.

Sergio...

Se sentía frustrado, enterró la cara en el volante queriendo deshacerse de las fastidiosas emociones en su pecho, tratando de controlar la respiración, intentando poner a raya sus 
emociones, ninguna mujer lo había desestabilizado de tal forma y quería encontrar la manera de alejar el maldito sentimiento ambiguo en el que se debatía, no se decidía entre anhelarla o repudiarla. Ella vivía con su novio y no tenía ningún derecho sobre ella.

Llegó a su «apartamento» aunque aquel lugar dictaba mucho de serlo y se puso manos a la obra en el trabajo que tenía pendiente. Aunque ahora que Estrella había removido ciertas cosas en su interior no sabía si terminar de introducir el maldito virus. No quería que esa gente tomaran ninguna información sensitiva y mucho menos que fueran a dañar sus trabajos. Tampoco podía cuidar sólo de su sistema y el resto dejarlo en la estocada por que podrían sospechar.

Comenzó a trabajar de inmediato. Ya no podía dar marcha atrás a sus planes y mucho menos dejar un trabajo como ése.

Empezó por el dominio de los Correos <<. .es>>. Una simple búsqueda en Google lo situó en su página web.

-!Mierda!-exclamó con frustración. Aquella consulta no arrojó los registros.

Sintió un movimiento a sus espaldas.

-No deberías entrar así, Roque. Un día de estos te pongo una puta bala sin querer en tu maldita cabeza hueca.-advirtió.

-Sabes que cuando eso suceda no podrás con la culpa y terminarás siete pies bajo tierra. Lo que significa que moriremos y viviremos juntos en el infierno. Juntos hasta el fin de nuestros días.-bromeó.

-No seas payaso.

Roque abrió el refrigerador tomando una cerveza de el.

-¿Qué se cuenta?.-dijo esporádico.

-Terminando un trabajo.

-¿A eso le llamas trabajo?-dio un sorbo a su cerveza.

-Para mí lo es. Métete en tus propios asuntos y baja tus sucios pies de mi sofá.-recriminó.

-Parece que tan sólo tienen esas IP.-comentó Roque dando un ligero vistazo al sistema.

-No me jodas, ¿ahora sabes de computadoras?

-Sabes que no soy ajeno a ellas. Lo único que nos diferencia es que yo no hago lo que tú haces. Yo no juego con mi libertad.-Roque tenía razón pero esto era lo único que sabía hacer bien para vivir.

-Comprobaré cuales tienen nombre y que funciones tienen en la Red.

-¿Y tú ada madrina?-volvió a preguntar. Era tedioso algunas veces y no se daba por vencido.

-¿De qué hablas?-aunque tenía muy claro a quién se refería.

-De la huerfanita.

No sabía por qué, pero en cierto modo aquellas palabras dolían.

-Ayer bloqueé su contraseña.-se burló.

-¿Y ella qué hizo?

-¿Qué crees?....-dejándolo en suspenso.

-¿Me viste cara de adivino o qué?-preguntó mientras terminaba la cerveza echándola en el zafacon.

-No te hagas el idiota. -Buscar mi ayuda, ¿qué más?

-Qué me huele que te gusta esa mujer.

-No seas imbécil. No te niego que podría ser un buen polvo pero hasta ahí.

Roque lo miró por unos segundos.

-Amigo...-dijo él y río.-Escuchaste lo que acabas de decir?, eso va completamente en contra de todas tus reglas.

-!Ya lo sé!-exclamé -pero, me desespera.-Roque me conocía muy bien

-Estas enamorado.-afirmó.

-Por supuesto que no.-respondí.
 
-Tu corazón y tu vida exigen a alguien real amigo.-confirmó el.

Comencé a negar. -Como buen amigo, intenta dar buenos consejos, por favor.

-No es un consejo, es una afirmación.

-Necesitas irte.

-Bien, ignoremos lo que acabo de decir y concentrémonos en que estás enamorado. -rio.

-No estoy enamorado. -aclaré con seriedad.

-Si, lo lamento. Es algo difícil de aceptar.-volvió a reír.

-Idiota.-continuó riendo. Pasaron unos segundos. —Tienes razón, es hermosa —murmuró.
 
-¿Qué harás esta noche?-me cuestionó.

-Dormir.-respondí. 

-No seas aguafiestas -me reprochó.

Reí. -No lo soy. Nuestra última salida fue un fiasco.

-Ajá. Si fuera la huérfanita la que te invitara a salir, no dudas ni un segundo en aceptar.-no me gustaba en la forma que la llamaba.

-Ya cállate. Me haces pensar que eres tú quién esta enamorado de mí.

-Uyy. La carne de pato no está en mi menú. -Me voy ahora pero si cambias de opinión estaré esperando por ti.-se tocó el pecho.

-Sí corazón.-Roque era como mi hermano y la voz de mi conciencia.

Nuevamente en el terminal, obtuve la Resolución inversa de algunas IP. Aquella Web tenía el aspecto de estar montada usando el gestor del contenido opensource más popular. 

Encontré el modo de guardar códigos en la página principal y provocar un fallo general. La imagen falsa que debía poner en el servidor ya estaba guardada. La misma  que haría pasar desapercibida la trampa.

Al terminar me permití cerrar los ojos por un instante. Su imagen llegó a mi mente como una luz. Roque tenía razón. Estaba enamorado. No sabía en que momento sucedió. Aunque sí sabía sólo que no quería reconocerlo. Ésa mujer lo tenía en sus manos sin saberlo, pero era ajena. No estaba dispuesto a compartir lo que era de él. Era mejor alejarse de ella. En un santiamén el cansancio lo venció. Al diablo con Roque y sus salidas. Se puso cómodo en la cama hasta sumergirse en el más profundo de los sueños.

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora