La coja

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-Vas a contar hasta tres y te sumerges. -ella parecía vacilar ante las órdenes de su instructora.

-Vamos Lela, no tenemos todo el día. -terminó diciendo nuevamente la instructora ya que veía que no se movía.

-Tsss. Tengo miedo. -suspiró.

-¿Miedo de qué? ¿De ti misma? Estrella, te estás poniendo demasiadas limitaciones que no tienes. Ahora por favor... -tocó el silbato una vez más.

Luego de su sección en la piscina del centro, al cuál acudía una vez en semana para sus terapias en agua, se fue derecha a las duchas. Su fisioterapeuta le había recomendado que para mejorar el movimiento de su pierna debía practicar algún deporte. La idea de jugar no le apetecía púes sabía que tendría muchas limitaciones y optó por la natación. Aunque ella sabía que no era buena nadando tampoco.

A pesar de que su madre adoptiva era una profesional y a menudo le daba masajes, no quería interrumpirla con su esposo Gustavo. Ellos también tenían que atender a su bebé. No era tonta, ellos necesitaban sus momentos a solas sin la molesta presencia de alguien la veinticuatro horas al día.

Se duchó, tomó la toalla y se fue a los vestidores. De entrada escuchó unos murmullos y risas de varias chicas allí dentro.

-Dicen que es muy guapo y viene todas las semanas al centro. -comentó una.

-Pues si está tan bueno como dicen, yo me lo apunto. -comentó la otra.

-Bah, será guapo pero nadie sabe mucho de su vida personal, ¿qué tal si es un violador o un asesino en serie?-comentó otra en tono de burla.

-Quizás me dejaría. -comenta mientras se termina de poner el labial.

-Tendrás el cerebro fundido de tanta polla que has visto. -la chica se hizo la ofendida y todas se echaron a reír.

-¿Y si es pobre? -preguntó con asco.

-No vas usar su dinero por qué a ti te sobra. Digamos que lo que debe tener grande es eso... -sé burló. -Pregúntale a Rebeca. -dijo.

-¿Yo que? -se hizo la inocente.

-Ay, Rebeca, tú amiga aquí presente acaba de llamarte pervertida. -señaló a Laura.

-No sé por que lo dices Laura, si la única zorra aquí eres tú. -comentó sacándole la lengua.

Ella entró haciendo el menor ruido posible pero ellas notaron su presencia. Laura, una de las chicas, la miró de arriba abajo para luego dejar una sonrisa maqueavelica igual al maquillaje que llevaba puesto. Esas chicas pensaban que por haber nacido en alta cuna podían mirar a los demás con menosprecio.

Se vistió con un traje sencillo y unas sandalias a combinación. Ella no era una diva de la moda pero tampoco quería atraer la atención de nadie. Sólo le bastaría con pedirle a sus padres adoptivos y le darían lo que fuera, pero no abusaba del dinero de ellos. Por que eso era, el dinero de ellos.

-Con permiso. -dijo casi en un murmullo abriendo paso para salir de allí.

-Lindo traje...-comentó alguna de ellas que no logró ver .

-Gracias. -contestó. Salió no sin antes escuchar las risas de burla junto a sus comentarios despectivos.

-Pobrecita, tras de coja es huérfana. -se echaron a reír.

No, no dejaría que ese trío de brujas le dañaran el día.

Foto de Estrella en Multimedia

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora