La oportunidad

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"No te olvidé " esas palabras retumbaban una y otra vez en el aire. El incómodo silencio se extendió por un largo minuto.

-¿Me has escuchado?-preguntó ante el silencio de Sergio. No se daba por intrépida pero tomó las manos de él contra las suyas.

-Me queda claro que fui muy injusto contigo. ¿Me recuerdas por eso?-temió su respuesta.

Estrella le ofreció una leve sonrisa.

-No te recuerdo por eso.  No te olvidé por que aunque era una niña, yo te idealicé.

-¿A mí?- sonó cauteloso de nuevo. Si ella supiera en qué se había convertido.

-Sí a ti.-nunca había sido tan sincera y menos con un hombre.

Carraspeó con miedo hablar.-Yo tampoco te olvidé. -finalmente lo había admitido con voz ronca. Cuando vio que ella empezaba a ponerse nerviosa, suspiró y se pasó una mano por el pelo.

-¿Sabes lo que significa haberte encontrado? -dijo ella.

Sergio se levantó de la silla.

Nerviosa por tenerlo tan cerca, preguntó: -¿Qué sucede?

-Ven.-contestó ofreciéndole su mano para que se levantara.

Ella lo obedeció colocándose frente a frente. La diferencia en altura era notable. Ya Sergio no era el mismo adolescente desgarbado que estuvo en aquel orfanato y había salido huyendo.

-¿Puedo abrazarte? -preguntó suave pero con una voz cautelosa. -Quiero saber si eres real.

Se fueron acercándo poco a poco hasta que irremediablemente se abrazaron. Un abrazo caluroso lleno de anhelo perdido. Él aspiró el olor de su cabello volviéndose aún más loco con el olor de su piel.  Olía a inocencia todo lo que el no tenía.  Se separó de ella y la miró a los ojos.

Ella lo miraba con ¿"amor"? Entonces se atrevió a preguntarle-¿Puedo besarte?-pidió permiso para besarla. Él que estaba acostumbrado a besar sin tener que hacerlo. Un beso con ella sería diferente para el significaba mucho.

!¿Quería besarla?! Ella anhelaba ese beso más que nada. Sería su primer beso y con la persona que amaba con el corazón, porque ella amaba a Sergio, de eso no tenía duda alguna. Ella asintió.

-Ven aquí.-le dijo Sergio.

Estrella accedió a su petición, y se acercó.

Se quedó frente a él, en silencio, mientras él observaba su rostro
minuciosamente, deseando tener lo que él estuviera buscando. Posó las manos en sus caderas y la atrajo hacia sí.

–Bésame.-le apretó las caderas contra las suyas, moldeando sus forma contra las de su cuerpo. Su mirada era exigente, y su boca, tentadora.

Ella alzó los brazos y posó las manos en sus hombros. Después se puso de puntillas. Suavemente, juntó sus labios con los de él.

Sergio esperó hasta que su boca perdió la timidez, y ella le rodeaba el cuello con los brazos para acercarlo más a su cuerpo.

Entonces incrementó la presión y, mientras escuchaba su suspiro,

deslizó las manos por debajo de su camisa para acariciarle la piel. Su exploración fue lenta y delicada.

Las manos que la acariciaban le estaban enseñando, y no pidiendo. Ella murmuró su nombre y se estrechó contra él, necesitándolo, deseándolo. Parecía que sus labios aprendían
más rápidamente que su mente. Comenzaron a buscar y a pedir

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora