La salida

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Sergio...

Estoy que me lleva la fregada sino fuera por que esa tonta vieja me puede acercar grandemente al departamento de informática ni la miraba. No es que no esté buena, al contrario, es una mujer elegante y guapa pero no me mueve.

Tomo el pendrive donde he recopilado alguna información importante y pongo manos a la obra. Llevo rato trabajando en la computadora que mis ojos escuecen. A mi mente llega la imagen de la huérfanita como por arte magia..¿Qué carajos? ¿Porqué pienso en ella? Es tan ingenua como un bebé. Es una tonta. Descarto todo pensamiento de ella, no quiero pensar en ella y su carita de ángel.

Tengo que ducharme antes de salir con la que podría ser mi madre. Con unos pocos datos estaría completo para entrar en la data del sistema. Ya no me haría falta verla más. Gracias a Dios que no quiso montarse en la moto por que era sagrada para mí y ningún culo que no fuera el mío podía tener el privilegio de montarle.

Estrella....

A la salida me encuentro con Diego aún tiene la misma seriedad que en la mañana cuando llegamos.

-Oye Diego... -tocó su brazo tratando de llamar su atención.

Él la miró durante un par de segundos, su boca curvándose en una ligera sonrisa. Después dijo: —¿qué pasa?

Al menos no estaba del todo molesto. —¿Qué te pasa Diego? —interrogó

—Nada me pasa Estrella.-ya no bromeaba con sus palabras princesa, nena o como la llamase.

Tragó saliva, intentando pensar rápido. —Verás…no me gusta que estés enfadado.

—No lo estoy...solo que no puedes entender... -arrancó el motor a toda prisa.

Estrella dio a un botón para encender la música y la subió lo suficiente como para frenar cualquier tipo de conversación. ¿Qué habría querido decir Diego con eso?

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Era tarde cuando su móvil sonó insistentemente. Descolgó el auricular para escuchar.

—Ho...laaa. -dijo alguien hipando en el teléfono.

—¿Quién habla ? -miró el reloj de su cómoda, eran las 12:00a.m.

—Eeeestrellllita,.Essstrrrellita...

—Betania, ¿Eres tú?

—Ajá...-contestó entre carcajadas.

—Betania, ¿qué tienes? ¿estás borracha?

—Parraaa naddddaa.

—Betania, ¿dime dónde estás?

—Breemerrrr -dijo arrastrando las palabras.

—Quédate quieta ahí. Te voy a buscar... ¿Donde coños era eso? Seguramente Diego sabría.

—Puajj. Tráete a Dieguito, please.

—Sí como quieras pero espérame...

Tocó la puerta de Diego. Ya era más de media noche. ¿Que podía esperar? Debía estar durmiendo. Abrió sin pensarlo y se acercó a la cama. Diego dormía plácidamente. !Qué pena que tuviera que levantarlo!

—Diego...-murmuró bajito.—Diego por favor levántate.-estaba como roca.—Diego ...-de repente sintió que se asfixiaba.—Diego por favor soy yo ...-dijo casi sin aire. Veo que abre los ojos desorbitados.

—Estrella...¿Qué diablos?-se incorporó levantándose de encima de ella.

—Lo siento tanto pero necesito tú ayuda.-todavía dolía donde la había apretado con fuerza. Fue donde se dio cuenta cuán fuerte era Diego y también que quizás su sueños fueran perturbadores.

—¿Estás mal? -preguntó preocupado.

—Yo no, Diego. !Gracias a Dios no me mataste! -digo con cierto rencor en la voz.

—¿En qué pensantes cuando viniste a mi cuarto a media noche?-dijo exasperado.

—Mi amiga esta en apuros. Necesito buscarla a un sitio que se llama Bremmer, ¿lo conoces?

—Sí lo conozco. Se llama Beemers y tú amiga es una borracha. -sentí mis mejillas arder de vergüenza.

—¿Me vas ayudar? -supliqué.

—Me debes una ....-terminó advirtiendo con su dedo.

Fue al cuarto de su mamá y le explicó la situación. Marina aunque no estaba convencida de que salieran tan tarde en la noche le dio el visto bueno para que fuera con Diego socorrer a su amiga.

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora