Pobre Niño

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Caminé dentro de mi habitación, me senté sobre la cama, comenzando acomodar mis vestidos. Debía aceptar que no era una diva de la moda. Apesar de que no eran los vestidos más lindos, si eran los más cómodos y prácticos. Estos vestidos sencillos, serían los mismos que utilizaría para la universidad. Me tapaban toda la cicatriz que marcaba desde el muslo hasta casi la rodilla.

Luego de Marina y su esposo haberme adoptado para mi comenzó otra vida tras la pérdida de mis padres en un accidente. Gustavo, un hombre con mucho dinero y poder, pagó una costosa cirugía reconstructiva para mi pierna. Aunque no quedó perfecta, disimulaba bastante el mal estado en que había quedado.

-Estás muy callada hoy. -comenta mi madre adoptiva al entrar a mi habitación. Depositó un beso en mi frente. -¿Preparándote para tu vida universitaria?

-Si. -mi madre no sabía el nerviosismo que me producía la sola mención de la palabra.

-Considero que encontrarás muchos amigos allí. Muchos de ellos serán temporal otros pasarán a ser parte de tu vida. La razón principal por la que digo esto ahora es porque mi nana me enseñó una lección muy importante que ha quedado conmigo durante todos estos años.-sonrió-. Debes tener eso en mente tanto como puedas en tu vida.

Mi madre adoptiva sabía que no tenía muchos amigos quizás yo misma había erregido una barrera alrededor mío. Odiaba que me tuvieran lástima. No era una lisiada.

-Mañana, Diego te acompañará a tus clases de natación.

-¿Diego? -pregunté confusa.

-Si. Diego es el nieto de María. Su mamá acaba de fallecer, y su papá no quiere hacerse cargo de él.

-Pobre niño. Pobre María . -exclamé
con tristeza. María era una buena mujer que quería mucho a mis padres adoptivos.

-Cierto, pobre María. Pero Diego no es un niño. Diego tiene 19 años y vivirá con nosotros a partir de ahora.

Apesar de que me sorprendía la noticia no era quién para juzgar las decisiones que ellos tomaban ni a quién metían en la casa.

-De ahora en adelante viajarán juntos a la universidad tan pronto comiencen.

Otra vez me sorprendía con lo que ella decía.

-¿Qué va estudiar él? -ahora pregunté con curiosidad.

-Entiendo qué administración o algo de la contabilidad, pero no sé exactamente. Tampoco quiero parecer entrometida en esta situación. -ella tomó mi mano. -Trata de hacerte su amiga. En estos momentos necesita de alguien. -comentó con tristeza.

-Nuestra situación es parecida. Somos huérfanos. -medité. -Pero ahora los tengo a ustedes y es lo que importa. -dije con melancolía mientras recordaba a mis padres.

Vi que repasaba mis vestidos con una sonrisa. -Serás una hermosa universitaria. Gustavo tendrá que estar alerta. -me guiñó un ojo y salió del cuarto.

Qué momento tan extraño. Tendría que presentarme delante de ese muchacho y no podía negar que todo los que era nuevo siempre me traía cierto nerviosismo. No era persona que se me diera la convivencia con desconocidos. Era un tipo de miedo de que no me aceptaran. Aquí en la casa conocía a todos y sabían sobre mi historia. ¿Ahora qué pasaría?

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora