Trabajo Sucio

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-Llegamos.-anunció Betania.

No sabía cómo pudo librarse de la insistencia de Marina en llevarla.

-¿Te vas a quedar?-pregunté.

-¿Quieres que me quede?-preguntó asombrada.

-Te recuerdo que no es una cita de amor. Vengo a trabajar.-le advertí.

-No creo que le haga gracia a ese bombón que yo esté presente. No quiero molestar.

-No vas a molestar. Además el tiene que aceptar mis condiciones si quiere que trabaje con él.

-Lo dices muy segura. Recuerda que los trabajos no se consiguen en grupo. ¿Y si el no quiere? Bien te puede despedir sin haber empezado y adiós a tus deseos de independizarte.

Sabía que su amiga tenía razón pero quedarse sola con César le causaba cierta inquietud, a pesar de que él no le había dado pie a sentir miedo.

-Está bien. No tienes que entrar pero al menos mantente cerca del área.

-Eres muy ingenua. Sí el quiere hacerte algo no importa que esté pegada a ti, lo hará. Así que deja de hacerte películas y entra allí. Esperaré hasta que abra la puerta y me iré.

Bien. ¿Qué malo podría pasarle? Tocó la puerta trasera de lo que parecía una oficina y al instante le abrieron. Una señora bajita con muchas canas a la vista le dio la bienvenida.

-Adelante muchacha, el señor Ramírez la espera adentro. -la señora le hizo pasó para que entrara.

Aquel sitio era fantástico y estaba casi segura que ese no era el bar como tal. Qué buen gusto tenía César. Continuó hasta final donde había otra puerta conectada a la primera y entró.

-Veo que llegastes sin problemas. -se escuchó retumbar la voz profunda de su anfitrión.

-Lo que no sepa Betania...

-Me alegro que estés aquí y que hayas aceptado ésta oportunidad.

-Yo también me alegro. Es bonito este lugar.

-¿Bonito?-volvió a repetir lo que ella había dicho. -Nunca le habían llamado "bonito" a este lugar. Gracias.

Le sonreí un poco sólo para liberar la tensión que se había acumulado en el ambiente. Tenía que relajarme o no podría trabajar con él.-pensó.

-Ven.-se acercó a ella y la tomó de la mano conduciendola a otra oficina. Abrió la puerta galantemente.-Entra. -le señaló con la mano.

-Este lugar es grande. Debe ser complicado tener que dirigir un lugar así mas ir a clases y todo lo demás que haces.

-Aunque no lo creas, me he acostumbrado. Ya ves, estoy en todos sitios. Siéntate por favor.

Se dirigió a un armario gigante que tenía y abrió las puertas de par en par. Bajo la mirada asombrada de ella comenzó hablar.

-En este armario encontrarás todo lo que necesitas.  Sí tuvieras la necesidad de algo más puedes pedirlo. Del otro lado de ésta puerta..-caminó hasta el otro extremo señalandola..-está la tienda de tatuajes. En ella esta mi socio Alexander, el artista.

-Pensé que también eras artista.

-No te equivocas, lo soy. Solamente tatúo a ciertos clientes no a todos. En este caso si fueras tú el cliente, yo sería el artista.

Ella pareció ruborizarse ante el comentario.

-¿Te preocupa algo?-preguntó al notarla distraída.

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora