La cita

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Las clases de la mañana parecen no terminar nunca. Betania no ha parado de hablar del profesor Miravalles, al parecer le encanta. Tengo una clase de
Teoría, seguida de un seminario de Historia de la Música, y ambas son de las que hay que prestar atención. Me siento cansada, apenas puedo mantener mis ojos abiertos. Ya me he tomado dos cafés, pero en vez de darme energía me la ha consumido.

-El chico computarizado no ha venido.-comenta Betania.

Sonreí al escuchar el apodo.

-¿Olvidaste que vendrá sólo si olvidamos la contraseña? Además, solo estará una semana, así que no te hagas ilusiones.

-Sí que eres pesimista amiguita. Mientras no se haya ido nos podemos deleitar la vista y nuestros hermosos ojitos.

-Hazlo tú si quieres, pero ese tipo tiene malas purgas y espero no tener que pedirle nada.

-Cuándo me presentes al semental que vive contigo me olvidaré de Sergio. Te lo aseguro.

-Diego no es ningún semental. Además no digas que vive conmigo cualquiera puede mal interpretar. El solo vive en mi casa.

-Bueno linda, tengo que dejarte y seguir en mis clases. Me gustaría ir a tu casa prontito espero que me eches la mano con Dieguito.

-Te veo Bety, por favor trata de portarte bien, ¿sí?

-Siempre me porto bien chulita. Y tú te me cuidas. - sé despide de mi caminando en un contoneo de caderas dejando a dos o tres chicos mirando su trasero.

Luego de varias clases corridas mi estómago ruge. Tengo que echarle algo a mi tripa o desmayaría en cualquier momento. Entro en uno de los comedores del campus, eligiendo una mesa en la esquina de la parte de atrás no estoy como para entablar una conversación con alguien. Aunque no tengo amigos por todas partes así que nadie vendrá hablar conmigo.

La comida consigue despertarme un poco y llego pronto a la enorme puerta de roble del edificio de Teatro parando en seco. El técnico amargado deambula por el amplio pasillo. Sus oscuras cejas se fruncen mientras
escribe un mensaje en el móvil.

-¿Te puedo ayudar?-pregunta una chica que tropieza conmigo, ¿o sería yo quien tropezó con ella?

-Discúlpame. Estoy buscando el auditorio.

-¿Qué clase buscas?

-Expresión Artística

-Bien. ¿Ves ese guapetón con su celular? Ése es el salón, pero cuidado porque la profesora es súper estricta y si vas tarde no la vas a librar. -dice con cara de pena. -Ah, por cierto, ni se te ocurra mirarlo por que creo que la profe y él se entienden. No te busques problemas. -termina diciendo.

Ya me extrañaba que el estuviera por estos lados. ¿Qué tenía que  ver el configurar computadoras con el teatro? Lo observo un rato. Ese hombre es la absoluta perfección. Unos vaqueros oscuros abrazan sus largas y musculosas piernas, y su jersey negro se estira en su espalda ancha dándole un toque masculino. Ahora titubeo. No se qué hacer. Debo entrar ya al salón, o la bruja que me describió esa chica me echará a escobazos. Continúo en dirección al salón pero algo me detiene; es la profesora que sale a su puerta. Es una mujer muy guapa, alta y buen cuerpo. Ambos se saludan íntimamente. Me debato  entre interrumpir y entrar, o simplemente no entrar. Debo entrar, allá ellos, es su problema si andan liados.

-¿Que harás esta noche Estela?-ésta mujercita es mi carta al trabajo que tengo que hacer. Sé que no le soy indiferente lo que me hará las cosas mas fáciles.

-Hasta ahora nada.-contesta con picardía.

-Qué bueno escuchar eso. Me gustaría invitarte a unas copas. -A las 9:00 en el pub Beemers. ¿Te parece?-veo que duda pero no puedo darme el lujo que diga que no.-No tengo vehículo, tengo moto pero si estas dispuesta puedo recogerte.

-No hará falta cariño, alli estaré.-respondió con voz melosa. Esta mujer era como diez años mayor que yo pero claramente le gustan los más jovencitos.

-Con su permiso. -alguien nos interrumpe. Veo quién es y a la vez la expresión de fastidio de Estela. Debo ahorrarle un disgusto a la huerfanita.

-Adelante señorita. -sigo coqueteando con Estela hasta que veo que Estrella toma asiento. Uff, me debe una. Ya se la cobraré.

—¿Nos vemos esta noche, entonces?

—Vale, cariño.

—A las nueve —concluyó. ¿cariño? Estaba loca si pensaba que se la llevaría a la cama.

Foto de Estela en multimedia

Inocente Corazón MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora