Epílogo

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Tres años después.

Analía miraba las sinuosas calles de la ciudad apoyada en la baranda del balcón de la que ahora era su habitación.

David, se había marchado con unos pocos hombres al amanecer a cazar y no volvería hasta la noche.

Ella, con la prohibición de cabalgar en su estado todavía presente, se había resignado a quedarse en el castillo acompañada por Tullio y su abuelo que poco tardarían en subir a buscarla.

Su padre marchó con Marga y Drim al poco de casarse ella, aunque todavía se veían a menudo, y desde entonces vivían en el castillo de Tullio que, contento, se lo había cedido a cambio de tener una habitación propia en el castillo, donde había un curandero dispuesto todo el día para lo que necesitase, además de tener a sus amigos junto a él.

Pasó con cariño la mano por su abultada tripa y fue hasta la puerta en el preciso momento que unos toques repicaban en la misma.

Abrió para ver cuatro rostros conocidos mirándola sonrientes. Les devolvió la sonrisa y precedida por ellos se encaminó a la planta baja.

Tullio que se había agarrado a su brazo en la escalinata para que le ayudase a bajar, agradeció al sirviente que le trajo la silla y se sentó junto al fuego, mientras los demás se acomodaban a su alrededor.

Asier acogió junto a él a su nieta y pasó distraído la mano por su tripa notando las patadas del nuevo integrante de la familia.

No podía estar más feliz y orgulloso del joven matrimonio por todo lo que habían conseguido en ese periodo.

El pueblo poco a poco se recuperaba de años de desgracias y él tenía la inmensa suerte de poder verlo.

—¿Cuánto falta? —preguntó Darsón mirando a la muchacha.

—Dos ciclos lunares, aunque la partera nos ha dicho que se pude adelantar.

Dos ciclos lunares, eso es lo que tenían que esperar para conocer al pequeño o pequeña que crecía en su interior. Cuando se enteró que estaba embarazada, David estaba de viaje y tuvo que esperar casi el mismo tiempo para poder decírselo, pero cuando lo hizo fue uno de los momentos más felices de su vida.

Su abuelo se había enterado mucho antes, al igual que Darsón. Por las mañanas el malestar acuciaba su cuerpo y para que dejasen de preocuparse tuvo que comunicárselo, lo que hizo que ambos se volvieran mucho más protectores con ella. Se acabó el cabalgar, los paseos largos y, sobre todo, tuvo que olvidarse de entrenar.

—Estoy deseando que nazca —afirmó.

—Recuerda, Analía. Una guerra no la gana la impaciencia ni la fuerza, la gana la inteligencia —expuso Zasión con una sonrisa cariñosa en el rostro. Entendía que no era fácil para su pequeña estar tanto tiempo en reposo, pero no había nada que ellos pudiesen hacer, el vástago llegaría cuando quisiese y por el momento parecía estar muy a gusto protegido por su madre.

—¿Estás comparando parir con una guerra? —inquirió Analía entre risas.

—Jovencita, estoy seguro de que la guerra fue mucho más fácil.

Analía se recostó en el pecho de su abuelo permitiéndose adormecer mientras esperaba a su marido y dejó a los hombres que hablasen entre ellos.

Si algo tenía el embarazo es que le daba sueño a cualquier hora del día y en cualquier lugar, haciendo que pareciese una marmota.

Despertó al notar unas manos alzarla y caminar con ella apoyada a un duro torso. Reconociendo el aroma al que pertenecía se dejó llevar por su marido hasta sus aposentos donde la dejó con cuidado sobre la cama.

—Hola —murmuró apartándole el pelo del rostro.

—¿Qué tal la cacería?

—Ahora que estoy junto a ti mucho mejor —contestó pegándola a él.

—Te quiero —musitó ella antes de caer en los brazos de Morfeo de nuevo.

—Yo también te quiero, Analía.


***

¡Buenas! No sé muy bien cómo hacer esto, pero hoy toca poner punto y final a una historia que me ha acompañado años, literalmente.

Voy a echar de menos a los personajes, pues se han vuelto amigos para mí después de tanto tiempo. Eso no significa que no los vuelva a visitar, pero como todo en la vida, hay que avanzar y eso no es malo.

Si te gusta como escribo, ya sabes, sígueme para enterarte de todas las novedades. Eres libre para comentar tus opiniones, aunque siempre desde el respeto y si prefieres simplemente darle a la estrellita, no te cortes.

Un abrazo.

Espero que os haya gustado:)

Me despido aquí hasta mi próxima historia, que llegará antes de lo que podáis pensar <3 

Las torres de la mariposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora