Hacía rato que, admirando el paisaje, había perdido el hilo de lo que su abuelo le estaba diciendo. Las ojeras en su rostro le indicaban que no había dormido demasiado esa noche y no era el único. Se había encontrado en mitad de la noche nerviosa por lo que ocurriría al día siguiente y conociendo a Asier estaría peor que ella.
—¿Me has escuchado?
—¿Perdón? —inquirió confundida.
—Tu padre no llegará hasta dentro de unas horas, así que concéntrate.
Así pasaron la mayor parte de la mañana, Asier le hacía repasar una y otra vez leyes, obligaciones e incluso idiomas, y no era un profesor paciente, nunca lo había sido.
Un rato antes de la comida, Drimelda interrumpió en el despacho sin llamar haciendo que Asier le lanzase una mirada atemorizante, pero solo consiguió que la niña alzase los hombros en disculpa y sin hablar arrastrase a Analía al exterior.
—¡Ya viene! —exclamó señalando las diminutas figuras que se veían en la lejanía. Analía la cogió en brazos antes de dirigirse a ella.
—¿Quieres que vayamos a su encuentro?
Siguiendo a su hermana que la había obligado a bajarla para correr hacia las cuadras, sonrió. Todavía recordaba cuando ella misma se emocionada por la vuelta de algún ser querido obligando a cualquiera que estuviese cerca a acompañarla al encuentro y decirle que no a una pequeña princesa nunca es una buena opción si no quieres tener que lidiar con un berrinche.
Vincent miraba con el ceño fruncido a una testadura Drimelda que se negaba a que la cargase en brazos, había escuchado a Analía decir que estaba convaleciente y no quería ser ella la causa de que empeorara.
Al ver a la peliazul alzó los brazos y dejó que la montase ante ella. Ambas se sentían así más seguras que si la llevaba sujeta a la espalda.
—Volveremos en un rato, vamos a por papá —explicó la mayor.
Ante la insistencia de la menor y tras comprobar que no le daba miedo, obligo a Niebla a ir al galope para llegar cuanto antes. Al llegar Analón ya se había apeado del caballo y esperaba con los brazos abiertos, Analía un poco más comedida ante la gente que los observaba ando con tranquilidad hasta él, pero la pequeña se tiró del caballo directamente a sus brazos.
—Hola, chicas —saludó con cariño abrazando primero a una y luego a la otra.
—Hola, papá —contestaron ambas a la vez haciendo que Analón mirase sorprendido a ambas.
—Analía, me ha dicho que puedo llamarte así y que ella es mi hermana —explico la pequeña a toda prisa antes de lanzarse a por Darsón y Zasión.
—¿Te parece bien? —inquirió su padre preocupado.
—Todo está bien, papá. Me alegro de tenerte de vuelta —agregó.
—Así va a ser por una larga temporada, mi pequeña princesa.
—Tenemos una sorpresa para ti —habló Darsón, que había subido a la niña a su propio caballo.
Un ruido de cascos se oyó tras los hombres que habían acompañado a su padre y ante ella apareció una más que feliz Marga que al verla la saludó con la mano desde su montura. Lo siguiente que escucharon todos fue el grito de la princesa antes de lanzarse a por su amiga, la había echado de menos, más desde que Lizet se había marchado.
Llegaron a la hora de comer al castillo, al principio, Drimelda se había mostrado recelosa con Marga, pero en seguida la curiosidad ganó a cualquier duda que tuviese.
Asier los esperaba con los brazos cruzados en la entrada, Analía sabía por qué y se enganchó al brazo de Darsón intentando pasar desapercibida, se negaba a volver a encerrarse por aquel día en el despacho. Viendo que no la podría volver a hacer entrar y confiado de las lecciones a las que la había sometido desde pequeña, saludó al resto antes de hacerlos entrar al comedor.
Allí, la gente estaba casi acabando de comer, pero todos pararon a ver entrar al grupo. David hizo un hueco entre Amanda y él para que las tres mujeres pudiesen sentar juntas.
—Drim, ven —llamó David. Ella fue y se sentó en sus piernas mientras él servía un poco más de comida en su plato para la niña.
Amanda saludó a Marga y le presentó a su marido antes de volver a sentarse, muchos tenían que volver a sus tareas y no tenían tiempo que perder. Asier y Analón fueron a la mesa principal, en otro momento habrían llamado la atención a Analía, pero entendían que no quisiese separarse de Marga, además esa sería la última vez que podría disfrutar de eso sin una corona adornando su frente.
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Las torres de la mariposa
AdventureEl trono era su destino o lo habría sido de no ser por su tío. Nació en un castillo, lo perdió siendo un bebé y ahora está dispuesta a recuperar lo que considera suyo. Todo un reino depende de ella y Analía está dispuesta a hacer lo que sea por prot...