39.

3.4K 131 0
                                    

Escritora: Samara García. Fb: www.facebook.com/samara.garcia.378 Twitter: SamG_Belieber.

—No serás una sirvienta nunca más, lo prometo.
— ¡No voy a volver! ¡No soportaré más maltratos!
— ¡Ya no habrán más maltratos! 
— ¡No te creo! Exclamó nirvana muy cerca del borde.
— ¡Cásate conmigo! Le gritó Justin desesperado.
— ¿Qué? Preguntó nirvana asombrada… Pero yo no te amo.
— ¡Pero yo sí! ¡Yo sí te amo! 
Silencio.
Justin aprovechó su estado de asombro y corrió hacia ella, pero sus cálculos fallaron y lo que pensó que no pasaría pasó, ella se tiró por el barranco. — ¡No! Gritó mientras la veía rodar, sin pensarlo empezó a correr detrás de ella, también rodó pero se sostuvo de algunos árboles y se pudo parar, donde estaba ya era tierra firme.
—No te acerque, no por favor, imploraba nirvana al verse que no tenía salida. —No me hagas más daño, estoy cansada de todo esto, dijo llorando. 
Justin avanzó lentamente hacia ella y la apretó fuerte en sus brazos, —Lo siento princesa, acabo de venir de allá, y me preocupé muchísimo cuando no te encontré ahí. 
— ¿Cómo lo mataron? Preguntó con la voz en un hilo.
Silencio.
Ella se despegó de sus brazos para mirarlo… —Te hice una pregunta, dijo con el rostro empapado de lágrimas.
—Bueno… a raíz que te fuiste él… él empezó a meterse en problemas, cayó en vicios y terminó debiendo el doble de la suma que le di. 
Ella sintió que se ahogaba, se alejó de él, llevó ambas manos a su boca y gritó, gritó lo más fuerte que pudo, sentía rabia, dolor…. Tristeza, angustia, lo había perdido todo, ya su vida no tenía sentido.
Justin abrió los ojos como platos, —Levanta el brazo, le dijo lentamente.
Ella accedió… —Estas sangrando, tenemos que ir a un médico.
—Yo no iré a ninguna parte, es mejor que me dejes aquí. Yo me las arreglo sola.
La lluvia seguía empapándolos, si no salía rápido de ese lugar quedarían atrapados. — No te voy a dejar sola, ni ahora ni nunca ¿Entiendes? 
Silencio.
Él no agregó más nada la tomó de la mano…—Vámonos de aquí, amor.
**
Nirvana observó el anillo que llevaba en el dedo, ya estaba oscureciendo, no sabía hacia donde se dirigían, su vida no había podido estar peor, sin familia, y casada. Habían contraído matrimonio en una iglesia al lado del hospital, se tocó el vendaje que tenía en el brazo, se había cortado cuando rodó, su aspecto era penoso, estaba mojada, despeinada y su cara… su cara era un desastre, no había parado de llorar en todo el día. 
Aparcaron frente a un hotel de lujo, ella observó todo con desgano. — ¿Dónde estamos? 
—Aquí dormiremos, no me gusta conducir de noche.
Esas fueron sus mismas palabras la primera vez que lo había conocido, como había pasado el tiempo, hacía un mes se podría que era una persona pobre pero feliz, pero su mundo se había derrumbado en tan solo 30 días, asintió incapaz de poder hablar, sus palabras se quedaron estancadas en alguna parte de su cuerpo. 
La habitación era en un noveno piso, era hermosa lo tenía que reconocer, pero su cabeza estaba en otro lado, en alguna parte en donde recordaba había sido feliz, muy feliz. Sus pensamientos retomaban a su infancia, cuando su única preocupación era si sus amigos no querían jugar con ella. 
—Date un baño cielo, buscaré algo para cenar, le dijo Justin tiernamente.
Sentía sus manos en su hombro, se sentía vacía hueca, volvió a asentir, entró al baño, y al meterse debajo de la ducha no pudo procesar ningún pensamientos, solo sentía las lágrimas desbordarse por sus mejillas que de vez en cuando las secaba. Al salir encontró unas bolsas encima de la cama.
—Lo mejor que pude conseguir fue esto, le dijo Justin mientras le enseñaba una bata de florecitas y ropa interior de conejito. —Era una tienda de niñas. 
—No importa, respondió con desgano.
Esta vez no le importó si el la veía desnuda o no, solo quería dormirse y nunca despertar. 
Justin la observó, se veía tan triste, suspiró con cansancio, había conseguido algo de ropa en una tienda que por suerte había encontrado abierta, en la mesa había papas fritas, pasta, pescado… Había ordenado de todo un poco para ver si el apetito de ella volvía pero no fue así, parecía mecánica. —Ven acá, le dijo tiernamente mientras la sentaba en sus piernas, ella se acurrucó en su pecho y rompió a llorar nuevamente. 
—Llora todo lo que quieras amor, yo estoy aquí contigo.

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora