87.

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— ¿Eso es una oficina de abogados? Preguntó tratando de sonar distraída.
Augusto asintió.
Nirvana sonrió con malicia. Interesante.
Se alegró de haber llegado a casa, justo cuando pretendía guardar las llaves del vehículo Augusto habló. —No puede hacer eso.
— ¿Hacer el qué? Preguntó confundida.
—Debe darme las llaves del auto.
— ¿Por qué?
—Así lo dijo Justin.
Ella asintió y se las pasó de mala gana. Subió a su habitación y se dio un baño, buscó en el armario una ropa formal, optó por un vestido sencillo negro y unos zapatos de plataforma del mismo color, se soltó el pelo y aplicó algo de maquillaje, tomó su bolsa y se aseguró de tener dinero en efectivo. 
Cuando bajó se sintió bien al no ver a nadie, todos estaban concentrados en sus acostumbradas actividades, justamente había pedido un taxi y al salir y ver el carro amarillo se alegró. Mientras iba de camino pensaba en lo que le diría a Jase pero su mente de repente se había quedado en blanco. Llegaron demasiado pronto, cuando entró en la recepción y vio a la estirada secretaria sintió escalofríos. —Buenas tarde, dijo cortésmente. 
—Buenas tardes, repitió nirvana. —Me gustaría hablar con el señor Jase Coleman.
— ¿Tiene cita? Preguntó la recepcionista. 
—No.
—Lo siento pero no se atiende sin cita, puede hacer una ahora mismo.
—Creo que a él le interesaría hablar conmigo. 
La recepcionista se quedó observándola con una ceja arqueada. —Dígale que la esposa de Justin Bieber está aquí. La secretaria arqueó sus cejas en asombro, al parecer ella conocía a su esposo. Su cara era de incredulidad combinada con burla. 
Nirvana arqueó sus cejas. — ¿Te quedarás ahí o harás tu trabajo? Le preguntó bruscamente.
—Sí, disculpe… Deme un minuto.
—Gracias.
Bien, no había marcha atrás. Tanto tiempo engañándose a sí misma pensando que Justin y ella tendrían un futuro juntos cuando no sería así, la realidad había llegado tarde pero al menos ya había reaccionado, al menos no tuvieron un hijo en ese extraño matrimonio. Le importaba una mierda la venganza, lo único que quería algo de dinero en efectivo para irse lejos y empezar de cero y claro… que estén divorciados. No le importaba nada de la repartición de bienes, ella solo quería alejarse. 
Vio a la secretaria volver hacia donde ella e indicarle que pasara la oficina. 
Cando entró a la oficina ya ni sabía lo que quería, sus pensamientos empezaron a dar vueltas. —Hola, dijo el hombre de al menos 40 años extendiéndole la mano. Ella la estrechó y tomó asiento. — ¿Sabes? No logro saber por qué realmente estás aquí, digo… Tú eres la esposa del hombre que más odio, dijo sonriendo. ¿Qué necesitas de mí? 
—Me quiero divorciar. Respondió de forma lenta. 
El rostro de jase se sorprendió y luego una sonrisa de esas que te dan en las películas esos personajes malos afloró en su cara. —Con que divorcio ¿eh? ¿Por qué yo?
—Supongo que no quisiera divorciarme con un abogado que sea amigo de Justin. 
—Él no lo sabe ¿Verdad? 
Ella negó sintiéndose estúpida.
— ¿Qué es lo que realmente quieres, Nirvana? 
Ella cerró los ojos. —Bien, dijo cuándo los volvió a abrir… —Quiero irme de su lado pero sé que si lo sabe no me dejará ir, así que quiero los papeles del divorcio, buscaré la manera de lo firme, yo solo quiero que cuando esté lejos saber que soy libre. 
— ¿Y su dinero? Preguntó.
—No, no quiero nada de eso… Solo me quiero ir de aquí y saber que estoy divorciada y claro… que los papeles sean legales. 
— ¿Y para cuando necesitas eso?
—No me puedo ir de aquí sin esos papeles. 
Jase arqueó las cejas. —Sí que tienes prisa. 

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora