88.

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Jase arqueó las cejas. —Sí que tienes prisa. ¿Me puedes esperar afuera al menos una hora?

—Una hora está bien, dijo parándose, se giró hacia él. —Otra cosa, no seré muy experta pero quiero un contrato de confidencialidad. Con lo morboso que he visto que eres con la prensa no quiero que esto sea un tema de dominio Público. ¿Bien? 

Notó que Jase reamente se sorprendía. Sí, ella era idiota pero no tanto, no quería que él corriera con el cuento a los medios.

Revisó su celular nerviosamente, lo que menos quería era que Justin se diera cuenta de que no estaba en casa. Luego de esperar una hora en la sala de espera y soportar la mirada curiosa de la secretaria finalmente volvió a entrar a la oficina. 

—Aquí tienes, le dijo él pasándole los papeles.

Ella empezó a leerlos lentamente. — ¿Cuánto se supone que tendré que pagarte por esto? Preguntó de forma distraída. 

—No te preocupes por eso, ya luego me lo pagarás.

Ella alzó la vista confundida. —No entiendo.

—Muchas cosas son incomprensibles al principio. 

Se podría quedar a analizar bien las cosas, pero el factor tiempo la ponía en desventaja. Se guiaría por el lema. “Actuar antes, pensar después.” 

Ahora, tenía que encontrar la manera de entregar esos papeles a Justin, cuando llegó a casa no se concentró en leer el divorcio, solo vio abajo el espacio para poner su firma. Cerró los ojos. Joder, al final lo iba a hacer, se divorciaría de Justin. 

Lo observó varias veces. ¿Realmente quería esto? Una parte de ella estaba bien de acuerdo, ya lo había perdido todo, y Justin había colaborado en parte a sus desgracia, si tan solo no hubiera aparecido en su vida tal vez las cosas serían diferentes, para bien o para mal. 

Él había cambiado, un poco. Tenía que reconocerlo… Pero… su actitud de mierda había vuelto otra vez y realmente ella no quería ser de esas ‘esposas sufridas’, era joven, demasiado. Con tan solo 19 años había vivido cosas que no las deseaba a ninguna jovencita de su edad. Tal vez tener dinero y un hombre guapo no era un problema pero lo que tuvo que pasar hasta conocerlo sí. 

Por una parte tenía dinero, dinero a montones, y sabía que con ese divorcio se asomaría la pesadilla en la familia, principalmente a su padre ya que a ella legalmente le tocaba la mitad de todos los bienes de Justin y eso significaría una gran porción de dinero el cual podría dejarlos un poco descolocados, pero ella no estaba pensando en dinero, lo necesitaría para vivir, claro estaba, pero solo quería el dinero que ella misma pudiera manejar y ganarse, no el dinero que te otorgan porque fuiste una zorra inteligente y te metiste en la cama de un millonario. 

—Justin… susurró mientras se peinaba el pelo con los dedos. No iba a hipotecar su felicidad, no, definitivamente no lo haría. No quería que luego de un tiempo se sintiera infeliz, y ya luego estuviese embarazada y tuviera que aguantar un matrimonio tormentoso por sus hijos. Esa no era su idea para un final feliz, si ese final podría existir. 

Al final suspiró. No iba a arriesgarse a que su matrimonio se arruinara se arreglara, iba a cortar el problema de raíz, observó el papel y firmó en donde estaba su nombre. Observó el papel uno segundos con su firma y no evitó sentir las lágrimas agrupadas en sus ojos. 

Tenía que deshacerse de ese papel. Tenía que hacer que Justin lo firmara sin que lo supiera. La única oportunidad que tenía era ir a la oficina y buscar una forma de conseguir su firma. 

Observó su vehículo en el jardín, era de ella pero no tenía las llaves, le podía decir a Jake que le prestara su auto o incluso la llevara a ver a Justin, pero no quería causarle problemas. Finalmente optó por un taxi pero antes se había cambiado los zapatos altos por unos bajos y se había amarrado el pelo, si llegaba muy formal a la oficina levantaría una que otra sospecha porque ella no solía ‘Preferir’ vestir así.

Cuando se metió en el ascensor observó como la mayoría se le quedaba viendo, claro, debía parecer alguna atracción interesante, ella era la mujer del jefe. La esposa del dueño. Y dado que habían visto como Justin cambiaba drásticamente su actitud con ella suponían que, si la hacían incomodar ella podría decirle a su esposo millonario que los despida, cosa que no iba a pasar porque ella no era tan perra. 

Cuando llegó a su oficina, ni siquiera preguntó si podía pasar, entró directamente y entonces su corazón dio un vuelco. Verlo actuar de forma fría era algo pero verlo gritar e insultar estando furioso era otra cosa. —Ahora ¿Qué? Preguntó de mala gana mientras levantaba el teléfono. Estaba dándole la espalda entonces se quedó en silencio y se giró rápidamente, al parecer le habían avisado que estaba ahí. —Cielo, dijo con preocupación. — ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? Preguntó parándose y poniendo ambas manos en sus hombros. 

Ella lo observó unos segundos y no respondió. No podía.

—Dime, ¿Qué te pasa? Le volvió a preguntar acariciándole la mejilla. —Es por el auto ¿Verdad? Dijo revisando su bolsillo y sacando unas llaves. —Tómalas, fui un completo imbécil, ese auto solo es tuyo. Hoy mismo sacaremos tu licencia y pondremos el vehículo a tu nombre. Dijo besando su frente y abrasándola fuerte. —Dame una sonrisa ¿Si? 

Ella forzó una pequeña sonrisa. 

— ¿Por qué estás triste? le preguntó. 

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora