77.

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Cuando llegó a casa se sintió agotada, solo fue acostarse en la cama para quedar rendida, escuchó vagamente que Justin le decía que al otro día irían a la oficina pero no respondió. —Nirvana, escuchó a lo lejos. —Cielo, es de día. ¿Estás bien? ¿Estás enferma? 
Ella abrió los ojos lentamente. — ¿Qué pasa? ¿Qué hora es? Preguntó adormilada.
—Son las 8 de la mañana. Irás conmigo a la oficina. Escuchó decir a Justin.
— ¿A la qué? Preguntó tomando la almohada y poniéndola encima de su cabeza. —No iré. Respondió tratando de conciliar el sueño nuevamente pero le fue imposible, sintió que alguien la tomaba de los pies y la sacaba de la cama con tal magnitud que cayó al piso. Gritó de dolor chocó con el suelo. — ¡Joder! Exclamó enojada.
—Lo siento, lo siento, respondió Justin tratando de acercársele, ella lo fulminó con la mirada y levantó el dedo medio hacia él mientras entraba al baño maldiciendo. Se asió aun bostezando, estaba demasiado cansada, sentía que en cualquier momento caería en el suelo dormida. Se miró en el espejo, tal vez tenía anemia, tener tanto sueño no era normal. Miró su hombro horrorizada, tenía una marca horrible, un moratón. Frunció el ceño, le dolía muchísimo y todo era culpa de Justin. 
Caminó hacia el armario, se alegró de que su esposo no estuviese en la habitación, con el enojo que tenía si lo veía lo golpearía. Abrió el armario y optó por una blusa ancha blanca, una falda negra corta y unos tacones, se maquilló de manera sencilla. Eso de vestir de forma sofisticada le estaba gustando.
Ambos desayunaron en silencio. — ¿No me vas a hablar? Le preguntó Justin tratando de tocarla pero ella alejó la mano. —No. Respondió sin mirarlo. Treinta minutos en el vehículo junto a él le pareció insoportable, aún más que su hombro latente de dolor. Joder, más brusco no podía ser. 
Nunca había visto el área de trabajo de su esposo pero era un imponente edificio de al menos siete plantas o más, justin aparcó y caminó directamente hacia el ascensor, nirvana lo seguía, algo anonadada. Los empleados hacían sus actividades apuradas, se notaba que todos eran eficientes. En el octavo piso, las puertas del ascensor se abrieron, revelando una estancia refinada, era diferente a las demás. Este tenía menos personal, podría decir que solo había cinco oficinas y otras dos más grandes que al parecer eran sala de reunioneses. Había una que particularmente le había llamado la atención, estaba en el fondo. Era más grande que todas. Justin no detuvo el paso y entró en la oficina. Nirvana observó que la oficina que antes le había fascinado era mucho más grande y bonita por dentro. Lo vio sentarse detrás del escritorio y empezar a ver unos papeles, ella dio vueltas por el lugar, admirándolo, se veía toda la ciudad desde el gran ventanal que había en el fondo del lugar. — ¿te gusta? Preguntó Justin. 
Ella asintió sin mirarlo. Sintió que él se paraba de su asiento e iba hacia ella, cuando puso una de sus manos encima de su hombro, no evitó encogerse. — ¿Qué te pasa? Le pregunto preocupado.
—Mira, dijo nirvana, alejando una parte de su blusa para revelar el moratón que tenía. Observó cómo él se quedaba sin palabras, y podría decir que en sus ojos llameaba la culpa. —No fue a propósito cielo. ¿Te duele? 
—Como no te imaginas, respondió sinceramente.
Él la tomó de la mano, y se sentó con ella en la silla. Observó cuidadosamente el golpe. Acercó sus labios hacia la parte del hombro que no estaba lastimado y lo besó. —Perdóname ¿SI? 
Ella asintió. Él no lo había hecho a propósito. Lo sabía. —No me duele tanto, dijo tratando de aliviar la tensión. 
— ¿Segura? Preguntó buscando desesperadamente una confirmación.
—Segura.
En ese momento la puerta se abrió revelando a Sonia vestida como ejecutiva. — ¿También la traes al trabajo? Preguntó enojada. 
Justin frunció el ceño y sin levantar a nirvana de su regazo, miró a Sonia. — ¿Qué pasa? 
—No voy a hablar de los asuntos de la empresa delante de ella, dijo doblando los brazos encima de su pecho. 
—Pues entonces hablamos luego, respondió justin tranquilamente.
— ¿Luego? La empresa está en problemas y tú solo dices luego. 
—Para ti, la empresa siempre está en problemas, dijo con tono aburrido.
— ¿también la llevaras al viaje? Preguntó Sonia.
— ¿Qué viaje? Intervino Nirvana.
Sonia sonrió con satisfacción al saber que nirvana no estaba enterada. —Haces muy bien en no incluirla en los temas importantes, dijo sonriendo.

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora