99.

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No era su nirvana la que había entrado, sino Sonia, Sonia prácticamente desnuda. Llevaba unos shorts lo suficientemente cortos para que se le viera parte del trasero, su blusa era corta y llevaba botas, la observó de arriba abajo, su cuerpo siempre había sido espectacular, recordaba que cuando la conoció, lo primero que había llamado su atención había sido su cuerpo, luego su forma de pensar.
— ¿Qué estás haciendo aquí? Le preguntó manteniéndose alejado de ella.
—Bueno, empezó a decir ella de forma coqueta, —Quería agradecerte por la cena, dijo acercándosele, a un grado tal que estaban a centímetros de distancia, ella alzó el rostro hacia él y le dedicó una de esas sonrisas que tenían las mujeres con la cual podían conseguir cualquier cosa de un hombre. —Gracias. 
—Humm… No tienes por qué hacerlo, eres un genio en esto, te lo he dicho antes. Respondió observándola.
Ella se encogió de hombros, —una cosa es saberlo y otra es que tú me lo digas. 
Justin frunció el ceño. — ¿A qué has venido Sonia? 
—Me gusta cuando te enojas, a diferencia de muchas personas, prefiero tener sexo contigo cuando estás bien cabreado. Le dijo pasando su uña por su pecho desnudo. —Me encantas, le dijo con voz seductora. —Y lo sabes… 
— ¿Eso a qué viene ahora? Preguntó sujetando su mano. 
—Maldita sea, soy una mujer y necesito tener sexo ahora, contigo y lo voy a conseguir. Dijo inclinando sus labios para besarlo. Justin trató de alejarse pero ella envolvió su cuello con ambas manos. — ¿Te acuerdas cuando llegabas cansado y enojado del trabajo? Le preguntó en un susurro. — ¿Recuerdas cuando tomabas tu cinturón y me pegabas hasta saciarte? Cuando me dejabas roja y luego me follabas hasta que perdía le sentido. Mierda, Justin. Me enciendes, sabes qué lo haces. Extraño al Justin agresivo, al Justin brutal… Al Justin que me golpeaba y luego me hacía sentir en las nubes. Sé que aún estás ahí, en alguna parte. 
Justin mantenía los ojos cerrados, la sangre fluía por todo su cuerpo y la sentía acumularse y palpitar fuerte en su entrepierna. Hacía mucho tiempo que no hacía ese tipo de cosas, solía ser brutal, solía enojarse tanto con Sonia al punto de golpearla y luego follarla y dejarla saciada y feliz. Realmente no sabía por qué lo hacía, había pasado un día, pero ella le había insistido en que lo siguiera repitiendo y al principio se sintió extraño pero luego se acostumbró y ¿para qué mentir? Lo disfrutaba al máximo. 
Todo eso cambió cuando violó a nirvana, cuando vio sus ojos llenos de lágrimas, cuando vio sus mejillas rojas, su cara de tristeza… Ella lo cambió todo, ella sacó esa maldad comprimida que él solía descargar contra otros. Ella lo había salvado de sí mismo.
Pero entonces ahí estaba Sonia, recordándole lo que él era. Sacando esa parte de él que había enterrado. Y realmente quería… quería volver a experimentar ese tipo de sexo agresivo que sabía que no practicaría con nirvana. Solo sería una vez más y ya luego… No más.
Ella lo conocía tan bien que ni siquiera tuvo que hablar, la vio sonreír y desnudarse, luego buscar un cinturón en su armario y pasarlo. —Quiero que me golpees con esto, le dijo mordiéndose el labio. La vio acostarse en la cama de rodillas y abrir las piernas lo más que pudo. Esa era una maldita situación que se le había salido de las manos. 
Se situó entre sus piernas y empezó a golpearla con el cinturón, se suponía que debía sentirse culpable al escucharla emitir soniditos a causa de dolor, pero no era así, a medida que ella gritaba él sentía que se iba a correr sin penetrarla. — ¡Para, por favor! Le rogó pero él sonrió y la siguió golpeando, hasta que la vio con el cuerpo rojo e hinchado y ahí supo que tenía que parar. 
La tomó fuerte por la cintura y la penetró de golpe. —Me estoy protegiendo, dijo ella entre gemidos… Justin apretó los dientes, no podía hablar, estaba haciendo un esfuerzo inimaginable para no correrse mientras golpeaba en su interior. Quería follarla por más tiempo pero entonces su miembro cedió y se corrió ruidosamente dentro de ella. 
Nirvana había pensado mejor las cosas, tal vez y divorciarse no era tan mala idea después de todo. Subió a la habitación, estaba cansada, sus piernas dolían, lo único que quería era dormir, dormir hasta que no doliera ni su cuerpo ni su corazón. Al entrar en la habitación notó que las luces estaban apagadas. Entonces escuchó jadeos provenientes de la habitación. El bello de su nuca se erizó. No podía ser lo que ella estaba pensando. No podía ser. 
Cuando encendió la luz no pudo evitar la cara de sorpresa. Sonia estaba sentada en las piernas de justin desnuda con las piernas abiertas, él tenía uno de sus dedos en su interior y en la otra mano sostenía un cinturón con el cual la golpeaba. La imagen le causó asco, rabia y tristeza a la vez. 

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora