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—Supongo que te sientes deprimida.

No había pensado en eso, joder, sería el primer cumpleaños que pasaba fuera de casa, y sin su papá… su llanto incrementó. 

—Nena, yo no te quiero ver así. Entiendo lo que te pasa, sé que debes sentirte miserable pero… Yo estoy aquí, contigo. No te dejaré caer. Yo te adoro, le dijo mirándola. 

Ella alzó el rostro hacia él y se acurrucó en su hombro, Justin la tomó por la cintura y la sentó en sus piernas. —Siempre… Siempre estaré aquí, le dijo besándole el pelo y abrasándola.

Luego de una noche bastante triste, abrió los ojos al nuevo día. —Escuché que una chica hermosa cumplía 19 años hoy, escuchó decir a Justin.

Se sentó en la cama y lo vio con la bandeja de desayuno. — ¿Desayuno en la cama? Preguntó observándolo. 

— ¿Desayuno? Repitió Justin. —Es medio día. 

Ella miro el reloj, eran las 12: 50. ¿Había dormido tanto? Lo vio en pijamas. — ¿No irás al trabajo? Le preguntó. 

—No.

— ¿Por qué? Preguntó. Era algo extraño que él faltara.

—Porque es tu cumpleaños. Respondió sonriendo.

Él era el hombre más tierno que hubiera conocido jamás. Gateó en la cama y cuando estuvo cerca de él se le subió encima, al menos él había depositado la bandeja en la mesita de noche porque si no todo hubiese sido un desastre, Justin se tambaleó con ella y ambos cayeron al suelo. Nirvana rió. —Primera risa de cumpleaños, dijo Justin adolorido. —Feliz cumpleaños, princesa. Le dijo acariciando su mejilla. 

Ella sonrió y lo besó. —Gracias. Dijo y se paró de sus brazos. —Toma ponte esto, le dijo Justin pasándole una bata de seda color negro. —Te mostraré algo. 

Ella se la puso y la amarró en la cintura. — ¿Qué es?

—Sorpresa. Respondió tomándola de la mano y haciéndola bajar.

Cuando bajó no evitó sonreír al ver que en la cocina había un pastel gigante, ¡Era el pastel más hermoso que había en su vida! Era blanco, de tres plantas y tenía un hermoso lazo color verde que terminaba con una moña, pero lo que más le llamaba la atención eran las velitas que estaban en el pastel como si fuese una pequeña escalera. Todo el personal la observaba, ella solo pudo sonreír. Todos empezaron a cantar la canción de feliz cumpleaños.

Ese justo momento la trasladó a un año atrás cuando había cumplido 18 años, no tenía idea de que su padre había estado ahorrando por meses para comprarle un bizcocho, ella no solía esperarlo, con que la felicitara bastaba. Pero ese cumpleaños fue diferente, había un bizcocho de chocolate pequeño y globos, parecía una verdadera fiesta, Omar y sus padres se habían encargado de organizarle la sorpresa, recordaba que esa noche estaba cansada, había hecho todos los quehaceres de la casa y había ayudado a su padre. Ese 02 de marzo fue su primera fiesta de cumpleaños, ese día fue su último cumpleaños con su familia. 

Se concentró en el presente y no evitó limpiar las lágrimas que se desbordaban por sus mejillas. Cuando sopló las velitas y le tocó pedir el deseo, sabía lo que pediría. 

“—Deseo que todos los niños pasen un feliz cumpleaños.” 

Sonrió entre lágrimas mientras comía su pedazo de pastel, claro que no falto el lindo detalle de Justin en meterle la cabeza en el bizcocho y luego tomarle una foto, todos hablaban y sonreían, ¡Hasta el papa de justin! Jake era el único que se mostraba algo reticente pero luego de que comió pastel sonrió un poco. Al menos Sonia no estaba, así que podía decir que el momento era perfecto.

Su mirada se posó en la cajita que había encima de la moña del pastel, la tomó y cuando la abrió vio unas llaves. — ¿Qué…? Empezó a formular la pregunta. 

—Tu regalo.

—No estás hablando en serio ¿Verdad? Preguntó incrédula.

Justin asintió sacándola de la cocina y conduciéndola a la salida de la casa. Nirvana no pudo creer lo que sus ojos veían. Eso… ¿Eso era un auto? ¿Un auto nuevo para ella? ¡¿Para ella?! Definitivamente tenía que estar equivocada. —Justin… ¿Qué es esto? 

—Un auto. Respondió encogiéndose de hombros.

— ¡Sé que es un auto! Exclamó observándolo.

—No cualquier auto. Es un Hyundai Accent  color blanco.

—Oh Gracias, eso lo cambia todo, respondió nirvana sarcásticamente. 

—Es tu auto nena, ¿Qué tiene de malo?

— ¡Exactamente eso! ¡Me estás regalando un auto! Exclamó avanzando hacia el vehículo. — ¡Ni siquiera sé conducir! 

—Yo te voy a enseñar.

—Esto no puede ser real, dijo tapándose la boca con ambas manos. 

Amor Destructivo. Disponible en Físico & PDF (Links in bio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora