D I E Z

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~Sheccid~

Amigos, por lo menos seremos amigos, suspiro y sonrío a Luca, quien no ha parado de mirarme en toda la clase.

Pero mi mente, no está enfocada en el guapo italiano que tengo al lado, sino en el dios romano que tengo como guardián y alma gemela, él cual quiere que seamos amigos.

Quiero conocerlo, saber que es lo que piensa, que anhela con todas sus fuerzas, que ocultan esos ojos y que motivos hay detrás de esas sonrisas.

No puedo evitar querer conocerlo, es como un deseo carcomiendo en mi interior y odio saber que es mi alma gemela, porque eso solo aumenta mi curiosidad por conocerlo y saber si coincidimos realmente, si realmente encajamos como dicen que lo hacemos.

Pero me recuerdo que él no quiere nada conmigo, salvo que no sea una amistad.

Al terminar la clase, salgo rápido del salón y me dirijo a los jardines de la entrada, quiero un momento para pensar pero no quiero ir allá atrás, no desde aquel día.

Estoy caminando cuando siento que tropiezo, me preparo para el golpe pero me toman por la cintura y me giran.

León me mira inspeccionando que no tenga ninguna herida, noto lo cerca que estamos y la firmeza en su agarre.

Si que ha de hacer ejercicio, siento mis manos en su abdomen y me permito sentirlo, es duro y percibo pequeñas líneas que seguro son sus abdominales.

Cuando regresa la mirada a mi rostro, nos separan unos centímetros, me relamo los labios nerviosa, nuestros alientos se mezclan.

Y cuando creo que me besara, se aparta, mi pecho duele pero lo ignoro.

- ¿Estas bien? - asiento y sonrío.

- Gracias por evitar que besara el suelo...-, así como evitaste que nos besaramos.

Mi concienca me mira con una ceja arqueada y niega, cierto, debo controlarme.

Él no me quiere de esa forma, "y entonces por qué estaba por besarte" recrimina mi corazón.

- De nada. - ignora lo de besar al suelo y lo agradezco.

- ¿Qué hacías por aquí? - indago con curiosidad.

- Pasaba por aquí cuando vi que estabas por regalarle un gran beso al suelo. - río con su respuesta, y no se si son los nervios o que, pero siento que libero mucho en esa risa.

- Es que lo vi muy solo y pensé que lo haría feliz. - sigo la broma y ahora él ríe, se ve encantador riendo.

- León, ¿puedo conocerte? - pregunto y me mira sorprendido a la vez que sin aliento.

- Si, mientras tú me permitas conocerte también. - ofrece, sonrío y asiento.

Entonces le pregunto acerca de que le gusta hacer allá en Italia, él me cuenta que le gustaba cabalgar en los viñedos de su padre y que los fines de semana practicaba Motocross, sonrío pues amo ese deporte pero a duras penas lograría andar en bicicleta.

Me cuenta que entrena desde niño para protegerme y me molesto al saber que no le permitieron tener una infancia normal.

- ¿Por qué no te dejaron disfrutar de tu niñez? No es justo. - digo molesta.

Él sonríe y me toma de la mano para llamar mi atención pero consigue más que eso.

Consigue tenerme a sus pies, y solo está tocando mi mano.

- Sheccid, de haber tenido una infancia normal, no estaría listo ahora para protegerte. - aclara pero eso no calma mi molestia.

- Pero eso en primer lugar, no debería ser tu responsabilidad.-digo firme mirándolo a los ojos.

- ¿Y que pasa si yo quiero protegerte? - insinúa.

Aparto la mirada bajando la cabeza sonrojada, su contestación me tomo por la guardia baja, sus dedos toman mi mentón obligandome a levantar la mirada.

- No bajes la cabeza princesa, que se te cae la corona. - sus palabras me relajan, la adoración con la que las pronuncia me sorprende.

- León, cuéntame más acerca de ti. - pido y él me satisface.

Ahora se que, ama las tormentas pero al ver como describe las tormentas eléctricas reconozco que sus favoritas son esas.

Aborrece las indirectas y las mentiras, su comida más odiada es el pescado, de cualquier tipo.

Su momento favorito del día, es el amanecer y su estación preferida es la primavera.

Su color predilecto es el gris, su música adorada es el rock clásico y ama la literatura inglesa.

Le gusta mucho Oscar Wilde, su libro favorito es "El Fantasma de Canterville".

Es un Gryffindor, obviamente. Su amor platónico es Hermione Granger.

Cuando se siente mal, le gusta comer bigotes de chocolate y cuando se siente enojado o frustrado entrena hasta el cansancio.

Su método de pelea preferido, combate cuerpo a cuerpo.

Sabe esgrima, puede hablar en alemán, francés, portugués, inglés, español y el italiano que es su idioma natal, en este momento aprende latín, ya que es una lengua que le apasiona.

Y no se cuanto tiempo pasa pero podría pasar la vida entera escuchándolo hablar sin cansarme.

León me mira con disculpa cuando me habla sobre su fascinación por coleccionar mariposas, no las tiene muertas, las cuida y alimenta, cuando mueren, las enmarca.

- Lo siento me he emocionado. - dice apenado y yo niego.

- Sigue contándome, es lindo ver ese brillo en tu mirada. - admito.

Él se sonroja y el aire se atora en mis pulmones, acabo de hacer sonrojarse a León Rizzo.

Me acerco a él, paso mis manos por sus mejillas para comprobar si están calientes y así es.

- Te has sonrojado, ¡Oh Dioses! He hecho sonrojarse a León Rizzo. - digo contentísima.

Y él bufa tratando de esconder una sonrisa.

Me acerco de nuevo y lo tomo de la mejillas, obligándolo a mirarme sólo a mi. Ignoro la proximidad de nuestras caras y lo fácil que sería robarle un beso.

- Conmigo no debes contenerte, quiero que seas siempre tú mismo, porque me encanta lo que hay en tu interior y me extraña porque lo ocultas, eres inefable e inmarcesible, León Rizzo.-

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