V E I N T I S É I S

262 15 2
                                    

Después de nuestro grito demostrando nuestra estupefacción, me levanto de golpe y  salgo como alma que lleva el diablo en busca de Draak y un jodido celular, necesito hablar con mi familia y la rabia me inunda por encontrarme tan impotente ante la situación, maldito Donker, malditos Moordenaars.

Llego a la cabina de control y mi golpe a la puerta para abrirla de manera brusca, alerta a Draak de mi descontento, quien me analiza escudriñando mi alma a través de mis ojos.

— ¿Qué te pasó? Sheccid. — la pregunta me saca de órbita y la rabia que sentía se esfuma.

¿Qué me pasó? No lo sé, quisiera saberlo, pero me asusta, un poco, ¿es alguna clase de prueba? ¿O sólo el maldito destino jodiendome sin cesar?

— No lo sé, simplemente siento como si dejara de ser yo por momentos. — confieso y mi vista cae sobre el timón del barco, tratando de forzar a mi mente a revelarme la causa de mi acciones, de esa falta de humanidad.

El agua mueve el yate, el viento golpea los cristales, la madera cruje bajo el peso de las pisadas, mi mente se encuentra vacía y mis sentimientos paralizados.

La mirada azulada de Draak no abandona mi persona, hasta que León y Anabelle ingresan a la estancia, avanzan hacia Draak, lo percibo pero mi vista no abandona el timón.

— No quiero convertirme en eso que he jurado destruir, pero cada vez que uso el poder, que permito que despierte, siento que toma más de lo que da, que cada vez que mi divinidad aumenta, mi humanidad disminuye y temo en lo que me convierta. — digo a la vez que mi mente hace "click", eso es.

El hecho de que este cambiando de humana a diosa, es la razón por la cual las cosas dejan de importarme.

Una vez escuché algo similar de Dana, cuando conversabamos sobre los Dioses Griegos, Nórdicos, etcétera.

A los Dioses pocas cosas de verdad les importan, por ello, a la hora de acabar con muchos seres o obtener algo que desean, no les interesa a quien dañan.

— Por eso tengo un alma gemela, y esa alma gemela es mi guardián porque es lo único que me importará cuando sea diosa y es el único medio para controlarme y detenerme en caso de salirme de control. — pienso en voz alta, atando cabos, pero siento que hay mucho que aún no sabemos.

Algo que se oculta oscuro y misterioso en el fondo, aguardando el momento para emerger y cuando lo haga, todo cobrará sentido.

Todos me miran sin entender aunque puedo ver en sus ojos las ruedas girando maquinando, para que todo tenga coherencia.

Suspiro y me acerco a la puerta, alzo la vista sobre mi hombro para ver a mis amigos, sus miradas denotan confusión, desconfianza y miedo.

Salgo de ahí para ir a cubierta, tal vez un poco de viento salino me calme, además estamos en el Caribe hay que aprovechar.

Algo en mí grita que yo soy más fuerte que cualquier poder y que a pesar de convertirme en Diosa, sabré conservar mi humanidad.

***

No se cuanto tiempo ha pasado pero continuo en mi burbuja, disfrutando del viento salado y del sonido del agua chocar contra el frente del yate.

La verdad siempre he confundido proa y popa así que no se como llamarlo, si lo sé, dirán que clase de idiota no sabe eso, pues yo.

Escucho pasos detrás de mí, una sombra eclipsa el sol y sonrío porque conozco sólo una persona que puede eclipsarlo de esa manera.

— Me tapas el sol, idiota. — digo para enfrentarlo  girando un poco mi rostro para observarlo.

Instintos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora