T R E I N T A Y O C H O

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Ha pasado una semana, desde aquella última vez que vi a Nikolai, ahora apodado Viento, pensar en él me saca una sonrisa. Las gemelas me dijeron que se fue con Draak y Luca para interrogar a éste último pero lo iban a hacer en un lugar seguro. 

Suspiro, las gemelas me han mostrado sus poderes, son geniales, telequinesis, electrokinesis, magnokinesis... Yo aún no logro comenzar con el mío y la verdad, me da miedo a la vez que me emociona es extraño. 

Corro por el bosque con mis auriculares escuchando música a todo volumen, perdiendome en distintos mundos, apenas amanece por lo cual puedo hacerlo sin tener a un León pegado al trasero y para pilón su insoportable novia, a la cual le tengo una gran apatía. 

Todo luce hermoso, me siento a descansar un poco y me quito los auriculares, el sonido de las aves es relajante, en mis pensamientos no paro de ver a Nikolai, deseo verlo, abrazarlo y tal vez... Darle un beso. 

Mi cuerpo se calienta de solo pensar en eso, de recordar aquel beso, deben pensar que estoy mal de la cabeza, que apenas lo conozco pero no hace falta, me encanta. 

Escucho pasos rápidos aproximándose, ¡Diablos! Seguro León me descubrió y ahora no podré salir de nuevo a correr, empiezo a amar el deporte y me quieren alejar de él, quien los entiende. 

— Ya bien me atrapaste, volveré a la casa y jamás saldré a correr otra vez. — digo mientras giro sobre mí para mirar la expresión furibunda de León. 

— Creo que me confundes, preciosa. — un chico de piel bronceada y cabello negro, alto y musculoso, parece que consume esteroides, sus ojos son blancos totalmente, es atractivo pero la verdad causa más miedo que atracción en mí. 

— Disculpa, yo ya me iba. —trago duro, me levanto y hago ademán de irme pero me sujeta del brazo. 

Hace un chasqueo con la lengua y niega, sonríe de manera macabra. 

— Déjame. — me zafó agresivamente y me dispongo a correr pero antes de que pueda alejarme lo suficiente, me toma del cabello atado en una coleta y tira. 

Grito de dolor, el punto débil de las mujeres es su cabello, me lanza al suelo y me golpeó contra las raíces de un árbol. 

— Mira, no tengo nada en contra tuyo, preciosa, excepto que alguien paga muy bien por llevarte con él, no importa si es medio muerta, mientras aún respires me pagará. — me retuerzo y me arrastro alejandome, un recuerdo impacta en mi mente de manera aterradora, el Moordenaars aproximándose hacia mí y yo tirada en el suelo igual que ahora, débil e indefensa, y esta vez no esta León para salvarme. 

Se acerca a mi con una expresión de diversión y superioridad. 

— Si vienes voluntariamente, no sufrirás demasiados daños. — me impulso, lo golpeó en la cara como el rubio me ha enseñado, mi rodilla impacta en su estómago y corro como alma que lleva el diablo, no miro atrás por miedo a caer. 

Mi corazón late alocado y mi respiración es un desastre, mi pecho duele por miedo, corro buscando el camino de regreso. 

De repente, luz destella detrás de mí y una quemazón se expande por mi espalda, hasta que es insoportable, un alarido trepa mi garganta y caigo rodando al suelo. 

Todo mi cuerpo duele, duele como el maldito infierno, arde como si el sol me abrazara, no siento mis piernas, tampoco mis brazos, las lágrimas no tardan en salir presurosas, veo al hombre acercarse lentamente riendo. 

— ¡Que decepción! Creí que sería más difícil atraparte, que aburrida eres cariño. — lo observo con odio, aversión, repugnancia y rencor, supongo que me lleva a Donker. 

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