Maratón 3/4
Observo las marcas de las esposas eléctricas, el recuerdo del dolor que sentí me asalta pero las palabras de León son un bálsamo.
Lo observo dormir y me pregunto como estarán los demás, mi madre, mi hermana, Lig, ¿le preocupare? ¿O sólo seré un medio para un fin?
Se muy bien que tortutaran a los chicos para hacerme ceder pero debo ser fuerte, a pesar de cuanto me vaya a doler, no puedo darles el poder, aunque me cueste mi vida.
Suspiro y mi aliento empaña el cristal, sonrío y levanto mi dedo para dibujar un pequeño copo de nieve.
Cuando escucho los pasos en el pasillo, me aparto del cristal como si fuera una peste y no quisiera contagiarme, se detienen para después resonar con sollozos y gritos, Anabelle.
Demonios, ya comenzó, León se levanta furioso y golpea el vidrio en vano gritando que la dejen, lo ignoro dándome cuenta que debo sacarnos antes de que sea demasiado tarde.
Golpeo la pared y siento mi cuerpo arder, un líquido se expande por mi vientre tiñendo mi camisa de rojo, mi corazón se acelera y doy la espalda a León antes de que capte el color carmesí pintando el blanco impoluto de mi blusa.
Me mareo y me sostengo de la pared, de repemte una idea viene a mi mente, debo de estar demente si hago aquello pero nunca fui exactamente normal.
Camino a la cama y comienzo a buscar algo filoso o punzante, encuentro un alambre, me giro mirando al cristal y lo golpeo para gritar llamando su atención, de todos, incluida la mirada horrorizada de León.
— Díganle a Donker, que jamás tendrá mi poder y que me lo llevaré al maldito infierno conmigo, estúpidos. — vocifero para subirme la blusa únicamente mostrando mi vientre bajo con una venda ensangrentada.
Mis dedos ansiosos la quitan mostrando las suturas del cristal y la bala, con el alambre y una gran habilidad para romper cosas, lo se, soy genial, corto los hilos dejando salir sangre al suelo y todo mi mundo se tambalea.
Caigo cuando siento no poder sostener mis piernas, se escucha el grito de León, las preguntas de Draak, el cristal baja y entran a salvarme.
Se que me necesitan, porque soy valiosa por mi poder, por lo tanto, no me dejarán morir.
Traen médicos, todo se oscurece...
***
Cuando comienzo a despertar, mi plan viene a mi mente y una ola de energía me recorre, abro los ojos un poco sin moverme para ocultar mi conciencia recuperada.
Estoy en la cama de la celda pero el cristal esta abajo y únicamente hay un médico revisando un suero, con un ágil movimiento me quito la aguja y se la encajo en el cuello, me mira asustado y sonrío para estrellar mi puño en su nariz como hice con Anabelle.
Cae al suelo inconsciente, le quito la bata y me la pongo, tengo un poco de frío. Escucho los gritos de Anabelle y mi desesperación aumenta a cada segundo, debo darme prisa.
Veo que tengo las esposas eléctricas puestas, carajos, esto dificultará todo pero no lo impedirá. Puedo hacer que se vayan sin mí.
— ¿Qué demonios haces? — escucho y veo a León mirándome molesto.
— Seguir mi fabuloso plan, que esta funcionando, mi amado James Wilde debería felicitarme por ser tan astuta y estúpidamente valiente. — digo caminando al panel que controla el cristal de su celda.
Veo que tiene contraseña biometrica, ruedo los ojos para mirar a mi inconsciente "amigo", lo cargo a cuestas.
— Que pésima resistencia física tengo, yo debería hacer más ejercicio y tú deberías comer menos. — expreso con un bufido y pongo su mano en el panel.
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Instintos ©
FantasySu destino siempre fue la grandeza, preparada desde el nacimiento, temida desde que vio al mundo por primera vez. Ella era quien iba a cambiarlo todo, pero para lograrlo tiene que pasar obstáculos, dejar lo que ama, irse porque a veces toca huir, e...