C U A T R O

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~Sheccid~

No recuerdo exactamente cuanto tiempo llevo sentada en mi sala bajo las atentas miradas de los hermanos Rizzo.

Sólo se que estoy loca y pienso cual sería el mejor psiquiátrico en el cual podría meterme, sería reconfortante que tuviera las paredes acolchadas y de un blanco impoluto.

De hecho, quisiera que también me dieran una camisa de fuerza, siempre he querido saber como se siente traer una puesta.

Hago una mueca al imaginar un futuro en un manicomio hasta que muera.

Ok, tal vez ir el resto de mi vida a un centro de rehabilitación mental no sea la mejor opción.

Suspiro y paso mis manos por mi cabello. Espero las preguntas de ellos pero creo que tratan de darme tiempo para calmarme y decidir hablar.

Ugh, odio ser vulnerable.

Y tratar de verle el lado divertido a estar loca no da óptimos resultados, suelto un resoplido.

- Digan algo por favor, no se queden callados odio el silencio es... Frustrante, desesperante y un asesino que mata lentamente. - digo con un timbre de voz angustiado.

León suspira y Logan abre la boca para decir algo pero no sale nada.

Tiro de mi cabello frustrada, seguro ya saben que estoy como reloj cucú, de repente las ganas de llorar me atenazan y mis manos tiemblan.

Un ataque de ansiedad, como los de mi madre sólo que los míos son menos frecuentes y además se calmarme, sólo que en éste preciso momento estoy hecha un mar de sensaciones que no se como ponerle fin.

Respiro, 1, respiro, 2, respiro, 3, y así continuó hasta que siento que puedo hablar sin romperme.

- Les agradezco la ayuda, pero les pido de la manera más atenta que se retiren, por favor, deseo estar sola. - cuando quiero ser inexpresiva, mi maldito lenguaje educado sale a relucir.

Me pongo de pie y subo a mi habitación, ya conocen la salida, entro en mi habitación, cierro la puerta y me deslizo al suelo por esta.

Una lágrima, otra le sigue y otra.

¿Qué rayos sucede conmigo? ¿Qué está mal en mi? ¿Por qué soy tan sensible, tan débil?

Supongo que es el miedo, miedo a estar loca y miedo a no estarlo.

No se cuanto tiempo pasa pero despierto con un dolor increíble de cuello, eso me pasa por dormir recargada en una puerta en el suelo.

Me pongo de pie y entro a mi baño, limpio mi rostro con agua para borrar las lágrimas secas que hay en mis mejillas.

La mirada que me da la chica en el espejo, me estremece, hay tanto en su mirar y a la vez nada, tan contradictorio, tan... Inefable.

Al salir de mi cuarto, alcanzo a escuchar a mi hermana en el suyo, deben ser pasadas las siete, si ella está aquí.

Va en el turno vespertino, por lo tanto, casi no nos vemos.

Regreso a mi habitación, me acuesto en mi cama y trato de callar a mis pensamientos, aun más evito pensar en los acontecimientos de las últimas horas.

Al día siguiente, evito a Logan y me quedo dentro del salón. A la hora de receso, me debato entre ir por mi comida o seguir con mi plan.

Mi estómago gruñe tomando la decisión, pido a Karla acompañarme y ella acepta pide su dinero a Karina, su gemela, ésta se lo da y nos ponemos en marcha.

Cuando estoy comprando mi licuado y mis galletas de avena, alcanzo a ver de reojo alguien aproximándose a mi.

Giro para encararlo y es León, arqueo una ceja, supongo viene por algo de comida, me giro y pago para alejarme del puesto pero una mano detiene mi paso al aferrarse alrededor de mi muñeca.

Su tacto caliente me provoca corrientes eléctricas y trato de mantener la compostura, mis vellos se erizan y mi piel vibra.

Saco fuerza de mi fuero interior y lo encaro.

- ¿Qué quieres? - pregunto impasible.

Él cierra los ojos como si le costase decir las siguientes palabras.

- ¿Estás bien?, ayer no te veías muy estable. - vaya manera de decir demente.

- Si, me encuentro perfectamente, simplemente olvida todo lo que pasó ayer. - me zafo de su agarre y camino con paso decidido a la salida de la cafetería.

Karla me espera, al verme me mira interrogante y yo fuerzo una sonrisa.

- ¿Todo bien?- indaga mirándome con sus ojos ámbar.

-Todo magnífico, ¿nos vamos? - contesto con tranquilidad.

Vaya, debería ser actriz, nos marchamos y llegamos al salón. Respiro aliviada, espero no tener otro encuentro con algún Rizzo.

Las clases transcurren con normalidad y lo agradezco internamente, sólo quiero que estas cosas extrañas paren y vuelva mi vida normal.

Empiezo a comprender a los personajes de libros, como dice el refrán "No juzgues a un libro por su portada", vaya que tenía razón.

La vida con esa clase de problemas parece divertido, hasta que te empieza a pasar y prefieres haberte quedado callado.

"Cuidado con lo que deseas", otra maldita frase que cabe perfectamente con la situación.

Al tocar el último timbre, me despido torpemente y salgo como alma que lleva al diablo, eso me hace reír porque tal vez sea lo más acercado.

Tal vez, pequeña Dier.

Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho y un escalofrío me recorre entera.

Esa voz de nuevo, escucho mi pulso martillar en mis oídos y me sostengo del barandal para no caer al suelo como sucedió ayer.

Respiro, mis manos vuelven a temblar y mis ojos pican, un nudo en la garganta, me asfixia.

El miedo, me tiene siendo su presa de nuevo, sólo deseo que alguien me abrace y me diga que todo estará bien aunque sea una mentira, simplemente deseo consuelo.

Me apresuro a abandonar el lugar para que nadie pueda verme, camino a las canchas de atrás, donde casi nadie va.

Una vez lo suficientemente alejada, me escondo detrás de unos árboles y lloro.

¿Quien es el que habla? ¿Qué quiere? Y lo más importante, ¿Qué me ocurre?

Escucho un ruido entre los matorrales y me tenso, veo algo moverse y retrocedo un paso.

¿Qué demonios...?

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