Q U I N C E

339 20 3
                                    

~Sheccid~

Mientras esperaba a que entrarán, la culpa y remordimiento me atacaban sin piedad, no debí haberla golpeado, ¿por qué demonios no pienso antes de actuar?

Miro a Nicole quien parece muy tranquila, mantiene su rostro impasible y se, que si la necesito ahí estará, es una gran amiga.

Escucho a los demás entrar y mi estómago se encoge en una maraña de emociones, todo en mi grita que me disculpe pero tengo miedo.

Maldigo internamente y me pongo de pie, observo a Anabelle, la hemorragia paró pero su semblante es iracundo y con toda razón.

- Lo lamento, en serio, no debí reaccionar así, se que eso no reparará el daño, ni tampoco espero que me perdones, tienes razón en estar enojada, yo sólo... lo siento, me iré a mi casa, sólo quería decirte eso.

Tomo mis cosas y salgo de ahí, camino a la parada pero siento que me siguen, dudo mucho que sean los chicos, miro atrás y veo a un chico mirando a la distancia para luego enfocar su mirada en mí.

Se me figura conocido, el recuerdo del chico aterrador pero lindo me asalta, es él.

El miedo se abre paso en mí cuando sonríe, corro con mi corazón latiendo a mil por segundo, doy una vuelta en dirección a la tienda, entro y corro al último pasillo.

Vamos piensa, ¿corro a la parada o vuelvo a la casa de los Rizzo? Obviamente, no debería ir a la parada, corro el riesgo de que me alcance y me lleve.

Mis manos tiemblan, respira Sheccid, respira, me asomo al resto de la tienda, nada.

Salgo y observo la calle, no hay rastro de que alguien esté ahí, me calmo, tal vez me haya confundido y no me seguía a mí.

Suspiro aliviada emprendiendo camino a la parada, cuando ya estoy a una cuadra de mi destino, mi corazón comienza acelerarse.

Mi mente grita que ha sido una mala idea, que debí ir con los chicos, pero ya estoy lejos, sería muy peligroso volver.

Veo una sombra doblando la esquina y me escondo en las plantas de la entrada de una casa, ¡Ay dioses!

Estoy que me muero de miedo, tapo mi boca con mi mano para que no se escuche mi respiración acelerada y la otra la ubico sobre mi corazón esperando acallar su desbocado palpitar.

La sombra pasa a mi lado y veo que es León, suspiro aliviada y salgo para abrazarlo.

- Dioses que bueno que eras tú, creo que alguien me está siguiendo. - digo espantada mirando al final de la calle.

- Tranquila ya todo, está bien. - dice pero noto algo en su voz, me da escalofríos, me giro y noto sus ojos azules, un momento...

¡QUÉ!, sonríe y me jala, el miedo me invade y trato de zafarme, opto por gritar.

- ¡¡AYUDA!! - me mira molesto para luego abofetearme, me callo por completo y siento mi mejilla palpitar.

¿Qué les pasa a todos hoy con abofetearme?

- Callate si no quieres que te mate. - advierte, las lágrimas se acumulan e impotencia se arremolina en mi pecho.

Me arrastra a un auto pero yo no ceso de forcejear y por ello recibo unos cuantos golpes, cuando por fin logra subirme al transporte, siento un dolor en el cuello.

La vista se me oscurece y lo último que veo es a un León sonriendo victorioso con maldad azulada impregnada en su mirada.

***
Mi mente comienza a funcionar, todo está oscuro, mi cuerpo me pesa.

Escucho música y despierto totalmente, mis extremidades se sienten adormecidas pero logro percibir las ataduras en mis manos y pies además de como ignorar el hecho de que traigo mordaza.

Estoy tumbada en el asiento trasero y lo único que puedo ver, son los asientos de adelante y la ventana, pero afuera sólo está el cielo azul, ya es de día.

Todos los recuerdos se agrupan como una muchedumbre en mi mente y las lágrimas amenazan con salir.

Me secuestraron, me secuestraron, dioses, suena tan surrealista, tan irreal.

Nunca, jamás, Imaginé que algún día sería víctima de algo así, veía que sucedía pero jamás pensé que me pasaría.

Es increíble como piensas que jamás te sucederá, lo ves pero no esperas que algún día te ocurra.

Escucho una risa y miro al conductor, un chico pelinegro de ojos azul grisáceo.

- Que bueno que despiertas, comenzaba a pensar que estabas muerta, pero dudo tener tanta suerte.

Gruño gritando mil improperios, convirtiendo mi miedo en ira emergente, de hecho, cuando me asusto, mi reacción es enojarme al cien.

- Tranquila linda, tampoco eres alguien de mi agrado, pero debo llevarte lejos de ellos, mmm, como quisiera ver la cara de tu guardián cuando le notifiquen que la pequeña esperanza que tenían ha sido secuestrada y luego brutalmente asesinada.

Abro los ojos desmesuradamente y sus risas invaden el auto. Éste es mi fin...

Instintos © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora