C U A R E N T A Y S E I S

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Escucho un peso caer al suelo, cuando giro observo una masa amorfa negra envolviendo el cuerpo inconsciente de Sheccid, voy a correr a ella pero siento un dolor horrible en el cuello y caigo en la bruma inmediatamente. 

Escucho gritos furiosos y sollozos, despierto lo primero que percibo es un aroma a madera podrida y moho, el lugar en el que nos encontramos debe estar bajo tierra, seguramente en el bosque en una zona lluviosa. 

Siento mis manos atadas a la espalda, mis piernas también y mi boca amordazada, no hace falta decir que mi cuerpo resiente enormemente la posición en la que me encontraba, las esposas son mágicas, cancelan mi poder mientras las porte. 

Diantres, veo a las gemelas, Ina llora asustada y Karly tiene los ojos rojos pero su expresión es neutra, no demuestra sentimiento alguno. 

— Bien, traigan a la chica y asegúrense de no tocar el Gribell, no quiero a idiotas asustados aquí. — ordenó el que parecía el líder, no son Moordenaars, son brujos. 

León grita con la mordaza ahogando sus palabras, seguramente improperios la mayoría, cadenas lo sujetan al muro, igual a Draak, los únicos que están esposados son los brujos, porque unas cadenas no detienen nuestra magia. 

Veo a Sheccid entrar como una bella durmiente, el Gribell la rodea y ella permanece en la ilusión de este. 

— Señor, por ahora la chica no parece saber que esta pasando, ya que sus signos no muestran alteraciones. — dice un chico de pelo rubio. 

El hombre asiente. — Bien, sólo queda esperar la llegada de los Moordenaars y terminamos con esto. — su nariz se frunce en disgusto. 

La rabia por la traición de mi propia especie me sacude, los brujos eran ejemplares hasta que se metieron en esta guerra y tomaron partidos, se que no soy el más indicado para decirlo, yo me metí porque he caído perdidamente enamorado de la chica que protagoniza todo esto y mis pupilas son sus mejores amigas. 

Así que todo eso contribuyó a que tomará parte pero ellos lo hicieron por poder. 

De repente, la respiración de Sheccid se acelera y sus manos se vuelven puños, pero luego se relaja totalmente, me pregunto que estará soñando. 

— Déjenlos, en un rato más bajan a revisarlos, no creo que puedan salir. — sonríe burlón, una mueca de asco aflora en mi rostro. 

Se van y todo cae en oscuridad excepto por un dato curioso, el Gribell en presencia de luz es una masa oscura pero en la oscuridad se convierte en una masa con bioluminiscencia, así que ilumina pobremente la estancia. 

Todo esta sumido en un silencio aplastante, las ganas de gritar me invaden, es un horror sentirme tan impotente, sí hubiera estado atento habría podido evitar el ataque. 

Pero no sirve de nada pensar en lo que hubiera podido ser, ya que el hubiera no existe, centro mi atención en un punto oscuro de la habitación, no quiero mirarla verla en ese estado, me mata, estar tan cerca de ella y a la vez tan lejos. 

Despierto por unos murmullos, veo a los chicos discutiendo, o al menos intentándolo, es deprimente si me lo preguntan. 

Entonces el Gribell empieza a parpadear y Sheccid se retuerce, todos giran a observar la escena que acontece. 

— No... No... — empieza a decir Sheccid y se lleva las manos al cuello, su rostro se comienza a poner morado, se está ahogando. 

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