Capitulo 35: ¿Gracias?

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Sus ojos se abrieron con lentitud por el tenue aroma a flores de cerezo que golpeaba su nariz. Sonrió tenuemente enfocando mejor sus orbes negros para deslumbrarse con los cabellos rosas que reposaban sobre su almohada...suspiró, ya se le había hecho costumbre despertarse de aquella manera y por supuesto, no le era para nada desagradable. Sus piernas recorrieron un poco el largo de la cama chocando con algo pesado en los pies. Un leve gruñido lo hizo rodar los ojos para intentar nuevamente sacar a la mole de pelos que se había ido a instalar también hace dos meses a su cama. El siberiano-el cual ya estaba mucho más grande-se acomodó mejor dejando escapar un leve sonido en son de relajo, en vez de incomodarse por los constantes empujes parecía que lo disfrutaba por completo. El vengador bufó dándose por vencido, sabía que no sacaba nada con tratar de ganarle espacio a ese monstruo pero tenía que intentarlo de cierta manera...al fin de cuentas era su cama ¿no? él era el intruso que había venido a acaparársela.

Escuchó como la chica dejaba escapar una leve exhalación dándole a entender que comenzaba a despertarse. Su cuerpo giró lentamente para acomodarse mejor en frente suyo, manteniendo sus ojos cerrados. Los jades comenzaron a abrirse de manera paulatina encontrándose de lleno con los negros del Uchiha el cual sonrió satisfecho al verla por fin despierta. La kunoichi se acomodó mejor en la almohada estirando un poco sus piernas. Gin a penas sintió que su ama se movía se incorporó para estirarse con pereza y finalmente bajarse de la cama para acomodarse en el suelo y poder seguir durmiendo. Sasuke arqueó una ceja ante aquello... ¿Cómo es posible que cuando él lo empujaba una y otra vez ese perro del demonio se mantuviera como si nada, pero si Sakura se movía se bajaba de inmediato?

-buenos días Sasuke-kun...

-buenos días...-contestó con su tono usual lleno de fingida indiferencia

Haruno esbozó una amplia sonrisa a la vez que lanzaba las sabanas lejos y salía de la cama, seguida por su siberiano el cual ladraba ansioso. La vio acariciar su cabeza para ingresar al baño cerrando la puerta tras de sí. El ojinegro se dejó caer sobre las almohadas tratando de conciliar nuevamente el sueño, pero el recuerdo de cómo habían terminado en aquellas circunstancias volvían a su mente de manera tan rápida y ansiosa que lo obligó a incorporarse nuevamente para restregar su rostro. Debía admitir que le era agradable tenerla cerca pero también le era demasiado complicado controlar sus hormonas, sus instintos... Ya había experimentado el estar con una mujer antes y le había sido realmente satisfactorio pero...la ojijade no era cualquier mujer, ella era... Sakura, la chica que lo tenía realmente vuelto loco y sumamente histérico con la maldita manía que había adoptado de ir a dormir a su cama. Bufó. Le molestaba tanto aquellos sentimientos contradictorios que lo atacaban últimamente...eso de tener que luchar contra los deseos y hacerle caso al sentido común...era demasiado difícil, sobre todo porque ella no se lo hacía fácil cuando colocaba aquellas caras llenas de falsa inocencia...pero bien valía la pena.

El sonido de la ducha llenó sus oídos, al igual que el de la perilla cuando colocaban el seguro. Rodó los ojos ante eso para nuevamente dejarse caer sobre las almohadas, estaba claro que no dormiría...no podía. Sus ojos se perdieron en un punto muerto de la habitación, justo en el lugar en donde la chica le había pedido que la dejase pasar la noche a su lado...rió, cualquier que hubiese estado en su lugar lo hubiera tomado como una clara insinuación y además bien podían haberse aprovechado de su vulnerabilidad...bueno, agradecía que Orochimaru lo hubiera entrenado de la manera en que lo hizo, de otra forma no hubiese podido dominar sus hormonas, de eso estaba seguro.

-Flash Back-

La nieve era cosa del pasado, pues la lluvia cubría por completo las calles en aquel instante del invierno. A pesar de eso, el frío por el fuerte viento era insoportable lo que hacía que todos se refugiaran en las cálidas mantas de sus camas y edredones. Las ramas golpeaban traviesamente las ventanas cercanas, creándoles terrores nocturnos a los infantes e incluso a los adolescentes que esa noche se hallaban susceptibles, producto a la intensa y aterradora lluvia.

Tres Hombres Y Una KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora