28.- ENTRE LA ESPADA Y LA PARED.

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Nunca creí que la vida pudiera tener diferencia alguna después de conocer a una sola persona... Pero, a estas alturas mi pensar a cambiado. Desde que estoy con Elias todo a dado un giro de trecientos sesenta grados. Ahora tengo una visión diferente de lo bueno y lo malo, de la vida y la muerte, de querer y de amar.

***

El paisaje que se mostraba ante nosotros era de un gran caos, la atmósfera pesaba dado que mas de cientos o miles de sentimientos se reunían en este lugar. Elias, Ulisse, hasta Joseph se veían cada vez mas inquieto. La voz que anteriormente me había ayudado con lo de Ulisse, aun resonaba en mi mente.

No desesperes... Llegara tu momento de ayudar.

Desconocía el origen de la voz, pero me daba la confianza necesaria para poder mantenerme quieta.
La risa burlona de Joseph llamo nuestra atención, poco a poco su cuerpo se iba deformando.
- es nuestro turno PILUM MURIAIS, es hora de que regreses a mi... - sus palabras contenían confianza.
Las quimeras se comenzaron a juntar al rededor de él y las fue fusionando con su cuerpo una por una, era algo repugnante ver como las almas de los cadáveres se iban dibujando alrededor de Joseph. Gritaban para poder ser libres, ellas no habían deseado estar en esa situación y mucho menos  ser utilizadas para un fin tan egoísta.
Elias se acerco a mi y me tomo en sus brazos.
- No importa lo que pase de ahora en adelante... Tu vivirás - sus palabras no me daban la tranquilidad que hubiera esperado.
- Por que no usar el nosotros... Por que? - realmente deseo que sea un nosotros.
- Tal vez... - ya no deseaba escuchar sus palabras. Dolían.

Cuando Joseph termino con sus quimeras su cuerpo se comenzó a deformar de una sorprendente forma. A comparación con Elias el no contaba con una forma definida, solo era una enorme masa oscura con una mezcla de extremidades, ojos y bocas.
- Aterrador, verdad? - parecía tener cierto desprecio por si mismo - pero esto es en lo que me he convertido... Cientos de cuerpos putrefactos. Duele, eso es algo detestable. Odio el dolor.

Cuando deje de ver a aquella criatura, me percate de que la mirada de Elias estaba postrada en fijamente en mi.
- Que pasa? - pregunte desconcertada.
- Permiteme el collar que te entregue... - lo tome con mi mano y se lo entregue.
- Esta piedra es una de las mas ambicionadas, ya que te deja cuidar lo que mas amas. Así que... 

Velo tenue de media noche
Postra tu mano en ella
Y encierra su belleza
Protege lo amado
De la sombra.

Las palabras de Elias se volvieron embriagantes y cuando mire fijamente aquella hermosa piedra... Ya me encontraba dentro de ella.

- Lo lamentó, pero es lo mejor - no podía dar crédito a lo que había hecho. Como fue capaz de hacerlo?

Aun estando dentro podía ver todo lo que pasaba, Elias me entrego o le entrego el collar a Ulisse pidiendo que me cuidara.

- Si las cosas no van a como espero... Sal de este lugar y cuidala.

Que es lo que está diciendo? Sera que el sabe como puede terminar todo esto.

- Parece que has tomado tus medidas - gracias a Ulisse podía visualizar bien el escenario y a pesar de que ya no podía saber que expresiones ponía Joseph su voz lo decía todo. Estaba molesto.
Y gracias a eso se arrojo al ataque en contra de Elias.

Los movimientos de ambos eran rápidos y fluidos, golpe tras golpe. Me dolía ver como Elias comenzaba a derramar sangre, Joseph iba perdiendo extremidades que se convertían en polvo o en en aquel extraño ácido que en ocasiones lastimaba a Elias.
Una inquietud nacía en mi, que demonios era lo que estaba a mi alcance?
Ulisse no movía ni un solo musculo, sus llamas nos rodeaban. Ahora que lo pienso, en que momento cambio a su forma humana?
Estar dentro del collar era extraño. Aquel agujero en el centro era mi ventana al exterior, y todo por dentro era como estar en una gran piscina. Creí que no encontraría a nadie mas o algo mas ahí... Pero estaba en un error. Detrás de mi observando a la nada se encontraba un hombre, el cual portaba ropas un poco extrañas. Podía decir que eran solo pedazos de tela que se sujetaban por un cinturón hecho de cuerda.
- Quien es? - en ese lugar se hacia eco.
- Quien... Yo? - parecía que buscaba algo - Soy aquel del cual desciende tu linea de sangre.
- como? - realmente es el?
- Esta piedra fue creada a base de mis lágrimas y ceniza, es natural que parte de mi existencia este aun aquí.
- No se que decir... O pensar.
- Calma, yo solo soy un recuerdo del pasado. Y como llegaste a este lugar?
- Fui encerrada por Elias...
- Elias...? - después de una ligera pausa recordó - El pequeño de la espina... Vaya, jamas creí que llegaría a ti.
- Como es que lo llaman el pequeño de la espina?
- Use mi corona de espinas para darle cuerpo propio... Ya que si no lo hacia su existencia desaparecería. Esa es la razón de que su magia radique de las sombras espinosas.
- Sera que usted puede darme la respuesta para poder hacer que Elias rompa todo lazo con Joseph... No. Con Judas.
- Vaya, se ve que algo a nacido aquí... Puedo hacerlo, pero, los dos están de acuerdo.
- Solo yo, y eso es suficiente.
- Que egoísta pequeña. Pero, eso es suficiente. Así que ven vayamos a mirar la batalla.

Cuando mire lo que sucedía Elias estaba atado a un árbol con unas gruesas ramas de espinas, sus brazos no dejaban de sangrar. Joseph se acercaba lentamente a él... Mientras que otra gran rama trataba de asfixiar a Elias.

-Elias tiene todas las ventajas de poder ser un humano, ya que en el quedaron todos los sentimientos humanos que pudo haber desarrollado Judas. Mientras tanto Joseph para sobrevivir tiene que alimentarse de las almas en pena.

Note como las sombras de Elias avanzaban por tierra a espaldas de Joseph, y cuando lo tenia en frente lo ataco haciendo que las ramas que lo sostenían se desvanecerán.

- Lo que puedes hacer es darle tu vida a Elias... Pero quien la tiene que arrebatar es Joseph. Él es el único que puede hacerlo.

Sus palabras eran frías y firmes. Sabia lo que decía, ya que el había creado a esas dos criaturas.

- Si realmente quieres terminar con esto? ... No puedes estar entre la espada y la pared. Decide.

No tengo por que dudar. Ahora ya se que es lo que hacer...

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