Woman || h.s. (Completa/En Edición).

13.

—Por favor dime, ¿Qué pasara luego de la boda?.

¿Qué pasaría luego de la boda? Seguramente Harry se iría de regreso a Los Ángeles a su vida y, por mí parte, yo me quedaría aquí con la mía; cada uno por su lado.

—Harry, no puedo —sentí una lágrima mojar mi mejilla y el dedo de Harry secarla con ternura mientras sostenía mi rostro con su otra mano.

—Dime, dime Em... Necesito saber que-que no te perdí, que aún podemos arreglarlo.

Aparte mi rostro de la palma de su mano y retrocedí negándo con mi cabeza.

—Em... —suplicó.

—No sé. No lo sé —mi voz salió entrecortada.

El timbre sonó.

—Tú sabes que te amo ¿cierto? Sabes que fuí un estúpido ¿no es así? —se acercó a paso lento.

—Harry, debo ver quién llama —le dije poniendo distancia con mi mano en su pecho. El timbre siguió sonando.

Harry tomó mi mano en la suya apretandola más fuerte contra su pecho que parecía iba a estallar con cada latido. Se acercó por completo a mí con su mirada fija en lo más profundo de mi.

—¿Tú corazón late como lo hace el mío, por alguien más? —en su mirada había ansiedad y podía ver una pizca de miedo. Negué—. Mi corazón late así... por tí —agregó. Sentí su aliento contra mi rostro. Carraspeé.

—No sé si mi corazón aún puede latir —inhalé profundo. Harry negó con los ojos cerrados.

—Emma yo... —interrumpí lo que diría safándome de su agarre incómoda.

El timbre de la puerta volvió a repicar.

—Puede ser algo importante —me referí a quién fuese tocaba la puerta y asentí.

Harry asintió de vuelta pero su rostro era inexplicable, jamás le había visto de esa manera, ni siquiera el día en que terminó conmigo en su casa se veía así, lo veía... Destrozado.

Dejando a Harry en la cocina y de camino a la puerta principal no podía más que preguntarme si el corazón de Harry en realidad latía de esa manera por mí. Antes de abrir la puerta me paré frente a ella unos segundos y me detuve a sentir mi corazón y preguntarme ¿Qué pasaría si no sólo sintiera a mi corazón y más aún lo escuchara?. Auyenté la idea de mi mente, tomé aire y abrí la puerta.

—¿Sabes algo de Harry? —una Anne exaltada y nerviosa apareció frente a mi al píe de la entrada.

—¿¡Anne!? ¿Cómo estás? ¿Estás bien? —fue lo único que mi cerebro pudo conjugar en palabras.

—¡Hija! Estoy muy preocupada porque mi hijo, ¡Mi hijo, Emma!, no aparece, no contesta el celular y su hermana mencionó que anoche lo vió salir de la fiesta de compromiso de sus amigos, contigo.

«Gemma... ¡¿Porqué me haces ésto!?». Me queje mentalmente.

En el instante en que abriría mi boca para aclararle todo a mi ex-suegra, la mirada pintada en el rostro de Anne de sorpresa y alivio junto a la voz ronca de Harry me cerraron la boca.