Capitulo 76: "El Plan..."

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(Fuera del palacio)

Henutmire: ¡Espera! ¡Judá! -dijo deteniendo al sacerdote-

Judá: Princesa Henutmire... -dijo haciendo una reverencia-

Henutmire: ¿¿Qué haces aquí?? -pregunto después de hacer una pausa para admirara a Judá- ¿¿Por qué viniste??

Judá: Vine por mí muchacho Tut... El pobre está demaciado enfermo

Henutmire: ¿¿Lo quieres mucho...?? -pregunto de nuevo-

Judá: Si Tut se muere... -dijo entre sollozos- Caeré en una tristeza grande, después de todo él estuvo con migo desde que llegué al templo

Henutmire: ¿¿Por qué te fuiste?? -dijo enojada- ¿¿Por qué me abandonaste y me dejaste sola??

Judá: Yo no te abandoné, yo fui obligado a abandonarte -dijo serio- Y lo mejor sería que valla con su hija... Ya no creo que Tut sobreviva una noche

Henutmire: ¿¿Así de frío lo dices?? -dijo sería- Si tanto quieres al joven Tut como dices decir ¿¿Por qué tampoco llorara como todos aquí??

Judá: ¿¿Para qué...?? No vale de nada llorara, eso no me devolverá la esperanza de que él sobreviva, está muy mal... Yo ya aseptes la realidad y eso también tiene que hacer su hija

Henutmire: Mi hija con sus lágrimas está demostrado cuanto amó y amara a ese joven... Los dioses protegerán a Tut y no permitirán que muera

Judá: Espero que así lo quieran, princesa Henutmire... -dijo al último para que ella se fuera enfurecida nuevamente dentro del palacio-

(Villa de los Hebreos)

Leila estaba llegando hasta la casa de Jocabeth...

Leila: ¡Señora Jocabeth! ¡Señora Jocabeth! -dijo llegando alterada-

Jocabeth: Leila, querida ¿¿Que sucede?? -dijo la hebrea preocupada- ¿¿Pasó algo con mi hija?? ¿¿Ella está bien??

Miriam: ¡Leila! -dijo llegando de repente- Gracias a Dios que estás aquí... La última vez que viniste a decirnos de Azeneth no volviste, espero que ella esté bien

Leila: Y lo está... Ella está bien -dijo- Pero...

Jocabeth: ¿¿Pero... Hay un “pero”?? -dijo alterada-

Leila: Llegó un joven sacerdote al palacio y parecía ser novio de su hija...

J/M: ¡¿Novio...?! -dijeron al unísono las dos impresionadas-

(Palacio Real)

Azeneth se hallaba recostada en su cama junto con Tut, él tenía sus ojos cerrados respirando aseleradamente. Azeneth lloraba en su pecho desconsolada. No quería soltarlo por ningún motivo...

Azeneth: Dioses, no me quiten a Tut, él fue el único que logró comprenderme -dijo llorando aún rezando a sus dioses-

Tut: -abrio un poco sus ojos y acarició el cabello de Azeneth- Azeneth... -dijo demaciado débil- ¿¿Crees en las leyendas??

Azeneth: ¿¿Leyendas...?? -dijo levantando su vista al joven- ¿¿Qué leyendas??

Tut: Hay una leyenda la cual adoro -dijo mirando al techo- La leyenda de “La Luna de los Amantes”

Azeneth: ¿¿La luna de los amantes?? No la conozco

Tut: Te la contaré... -dijo él aun acariciando el cabello de la joven- Cuenta una leyenda que hace unos años atrás, vivían dos mejores amigos que eran primos. Se adoraban mucho, hasta el punto que ambos lograron sentir algo por el único al otro... Tras contar sus sentimientos a sus padres, ellos de enojo decidieron separarlos para siempre.
Pero siempre se veían en la noche de luna llena ¿¿Sabes por qué...??

Azeneth: ¿¿Por qué...?? -pregunto-

Tut: Porque gracias a la bella luz de la luna podían apreciar sus rostros... El padre de la joven al enterarse de lo que hacía su hija, la comprometió con un comerciante proveniente de Siria. No le importó que tuvieran diferentes creencias, con tal de hacer que su hija olvide a su primo, haría cualquier cosa...
Después de la boda con el comerciantes, ella aun seguía viéndose con su primos, era demaciado testaruda...

Azeneth: Al igual que tú... -dijo provocando una risa en él-

Tut: Tienes razón... Fue una noche con la luna más brillante, cuando el joven primo le regalo un collar bello a su prima. En el momento que ellos unieron sus labios el comerciante los vio y con toda su rabia y celos dentro, mato primero al joven y luego a su esposa.
Cuánta que cuando la luna pozo su luz en ellos desaparecieron por arte de magia.
El comerciante quien se arrepintió de haber matado a la mujer que tanto amo se suicidó y con los primeros rayos del sol él por arte de magia también desapareció...

Azeneth: Que bella Leyenda... También será mi preferida -dijo con una sonrisa-

Tut: Por eso te la conté... -él levantó su mirada con su mentón y dijo- Para qué le cuentes a tus hijos, nietos y si los dioses lo quieren, tus bisnietos...

Azeneth: Prometo que se las contaré mi amor -dijo y volvió a besar sus labios-

(Villa de los hebreos)

Miriam: No puede ser... -dijo llevando sus manos a su boca- Pobre de mi hermanita

Jocabeth: Ella sufrira tanto... Yo tuve ese dolor cuando Amram se fue, no se lo desearía a nadie ni a mí peor enemiga. Hay mi pequeña Azeneth, lo que daría por estar con ella ahora

Leila: El sumo sacerdote de Uaset nos dijo que tal vez no sobreviva una noche... Ella estará tan adolorida

Jocabeth: Yo... Yo necesito estar con ella en este momento, necesito verla y ayudarla

Miriam: Pero como mamá... No puede pasar así como así por las puertas, eres una hebrea

Leila: Pero podemos cambiarla... -dijo- Te podemos hacer egipcia

Jocabeth: Haría lo que sea por estar por lo menos unos minutitos con ella...

Leila: Entonces estamos de acuerdo -dijo feliz-

Miriam: Espera mamá, es muy peligroso que vallas sola... Yo iré con tigo

Jocabeth: Pero Miriam, no puedes... -la detiene-

Miriam: Que voy con tigo y punto mamá, no te voy a dejar sola... -dijo y miró a Leila- También vuelve a mí egipcia Leila ¿¿No habrá problema??

Leila: Para nada Miriam... Yo las transformare en verdaderas egipcias

La Luna De Los AmantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora