Bianca levantó la cabeza y desde donde se encontraba se sintió poderosa, sin embargo, aquello le pareció poco en aquel momento.
El escaso corazón que le quedaba se le estaba terminando de destrozar en ese momento mientras cerraba los ojos recordando lo que había visto, todavía no podía creerlo y se rehusaba a pensar que aquel muchachito, del que todavía estaba enamorada, le hubiese hecho aquello.
Hubiese preferido que él mismo se lo dijera o que tal vez peleasen y la dejara con alguna otra excusa pero aquello no podría superarlo, habían pasado recién algunas horas y no podía ni siquiera sentirlas porque había pasado todos esos valiosos minutos llorando desconsoladamente en la cima de aquel lujoso edificio que servía de hotel.
Bianca dio algunos pasos para poder mirar hacia abajo pero se detuvo mientras con una mano tocaba el muro que estaba delante de ella y la separaba del vacío.
Estaba realmente segura de lo que iba a hacer por lo que se odió tanto en ese momento por sentirse nerviosa, de manera arrebatada y dudosa levantó un pie para subir al muro. Se impulsó para poder pararse y en cuanto lo hizo sintió un pequeño vacío en el estómago.
Las manos le temblaron y volvió a odiarse por ser tan cobarde hasta para hacer aquello. Bianca levantó la vista para poder mirar el cielo, esta sería la última vez que miraría el cielo oscuro de Seúl y quería recordarlo en su viaje al más allá.
Por alguna razón la risa de aquel muchacho vino a su mente, sus manos suaves tocando su rostro y su mirada tan salvaje que la había hecho delirar desde la primera vez que se habían visto en aquella feria.
Todo para ella había cambiado, Bianca lo había visto el mismo día que las flores de cerezo florecían y aquello solo le había dado la idea de que su encuentro había sido más que una simple casualidad. Los dos se habían visto a la mitad del evento y entre el gentío se habían mirado minutos que habían parecido horas, Bianca se había sentido atraída por él al instante y este también por lo que no dudó en sonreírle y acercarse con una tarjeta a ella, esta la había aceptado sin palabra alguna y luego de ello visitaron un lugar de comida japonesa.
Toda la noche la habían pasado entre miradas coquetas y sonrisas llenas de buena vibra, Bianca se había visto envuelta en amor y no dudó en aventurarse a algo con aquel muchacho que la frecuentó en su trabajo los siguientes días y aquellos días se volvieron meses y luego años.
Bianca y aquel muchachito habían concretado una bonita relación de tres años y esta había planeando regalarle un viaje para el aniversario siguiente, era lo menos que podía hacer por él que se había portado de maravilla con ella desde la primera vez.
Bianca se había abierto por primera vez a alguien y algunas veces le había compartido la alegría que sentía al estar con él.