Luna I

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El clima estaba sufriendo un total descontrol desde el inicio del verano; el calor había sido cada vez más insoportable llegando a secar pantanos y quemar cosechas, no literalmente, pero quedaban inservibles; en las ciudades eso era poco importante, o más bien no le daban la importancia que debían, mientras que en el campo, las cosas eran distintas, los efectos de ese repentino cambio climático eran más evidentes.

Desde su ventana, una niña de catorce años, de cabellos rubios y ojos azul grisáceo soñadores contemplaban las vistas, viendo los bosques y alrededores de la case en la que vivía con su padre, estos estaban completamente destrozados por la intensa sequía y el abrasante calor de ese verano, estaban a 31 de agosto, y la carta de Hogwarts acababa de llegar; era raro que hubiese tardado un mes en hacerlo, normalmente en julio ya solía llegar. Mostró su alegría bajando a decírselo a su padre, con quien siempre se mostraba optimista dándole igual no tener apenas amigos o que se metiesen con ella por ver cosas que los demás no veían, sabía que la llamaban lunática a sus espaldas, pero poco le importaba pues no tenía sentido malgastar saliva ni pensamientos con esa gente.

- Papá, ha llegado ya la carta de Hogwarts

- Ya era hora, seguro que los Nargles han estado jugando a extraviarla – Dijo su padre mientras desayunaba, su padre era Xenophilus Lovegood, editor del quisquilloso, la revista alternativa del mundo mágico donde contaban las cosas tal y como eran, sin caer en los ocultamientos del ministerio y esas cosas – Tengo que terminar la edición de la revista; así que no podré acompañarte.

- No pasa nada papá, así la venderé mañana en el tren.

En cuanto terminó el desayuno, Luna recibió de monos de su padre la llave de la bóveda y salió al exterior de la casa alejándose un poco antes de hacer el alto al autobús noctámbulo, prefería viajar ahí a viajar entre chimeneas. Un enorme vehículo de tres plantas apareció ante ella, se subió al autobús y pago el importe del viaje. Debido a la afluencia de gente por las calles londinenses el autobús se detuvo en un lugar apartado cercano al caldero chorreante, desde allí tan sólo tuvo que caminar hasta el local y tras saludar al dueño de la cantina adentrarse en el callejón.

La primera parada que realizó fue el banco, bajando a su cámara junto a una señora pelirroja que le sonaba de algo y un chico moreno de ojos verdes; al parecer no había más carros disponibles. El carro se detuvo primero en la cámara de Luna, ella lleno su bolsa de galeones con la cantidad necesaria para su compra y de paso pasar el año escolar; luego se detuvieron en la de la señora pelirroja, la verdad Luna se preguntaba de que le sonaba. Mientras tanto le prestaba un poco de atención al muchacho, un joven de estatura media que parecía haber comenzado a pegar el estirón, tenía una complexión delgada pero fuerte, con unas facciones agradecidas y esos hermosos ojos verde, además de un pelo un poco largo que le llegaba por la altura de los hombros. Supo que lo conocía, que lo había visto antes aunque nunca le había hablado.

- Eres Harry Potter – Afirmó – Pero ya no llevas gafas, estas más guapo sin gafas.

- Gracias, ¿Y tú eres?

- Soy Luna Lovegood – se presentó, temiendo en parte ser rechazada al decir su nombre como tantas veces había ocurrido, más en esta ocasión no fue así – mi padre y yo creemos que los del ministerio estaba locos y que tú sí que luchaste contra aquel que no debe nombrarse.

- Gracias, supongo; ¿Has venido tu sola?

Luna tenía la sensación de estarle incomodando; pero era algo que no podía evitar, iba con su forma de ser, era del tipo de personas que generalmente no se andaban con tapujos, sino que solía ser muy directa, tal vez demasiado; aunque por otro lado le gustaba ser diferente al resto, ser original.

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