Draco I

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Estaba aburrido, repasaba su ensayo de pociones por enésima vez, fingiendo que todavía no lo tenía pese a haberlo terminado hacía ya un buen rato, no le apetecía nada hacer otra cosa; hablar le ayudaba, pero en esos momentos no había nadie cuya conversación le interesase. Nott estaba en la biblioteca y él solía eludirla a menos que no tuviese otra, era más de consultas que de estudios; Zabini, debía estar ligando con alguna chica, así que no estaba disponible; Crabbe y Goyle, bueno podría decirse que la conversación más interesante que tuvo con ellos fue en segundo año, tras el banquete de navidad, curiosamente la ocasión en que los había encontrado más extraños, si hasta parecían tener cerebro. Negó nuevamente suspirando, había algo que hacía que le diese vueltas a la cabeza, Potter había cambiado durante el verano y no ese cambio físico que hacía babear incluso a las féminas de la casa Slytherin; era simplemente que ya no era probable, ni tan siquiera insultando a sus amigos lo había logrado, y su mirada, le había dado miedo, como si fuese a mandarlo a mismísimo infierno; había notado ese cambio de tonalidad en sus ojos al mirarlo, del verde esmeralda al verde oscuro, como si el tormento en sí mismo los enturbiase; le habían dado ganas de alejarse corriendo de él, como si en cualquier momento fuese a atacarle, pero lo único que había hecho era alejar a la comadreja del lugar.

Sabía que no estaba loco, como afirmaba el profeta, como también sabía que el señor tenebroso había regresado, simplemente estaba mostrando que no era el típico Gryffindor bobo y eso suponía un interrogante para él. Dejó el trabajo de lado dirigiéndose al exterior de la sala común sin rumbo fijo, necesitaba aclarar sus ideas, cerca del lago vio dos figuras conocidas, Dumbledore y el ex-auror Ojoloco Moody; Despreciaba a ambos hombres, al primero por robarles la copa de la casa en primer año, porque había sido él el autor de ese robo y no el grupo de alumnos entre los que estaba Potter quien lo había hecho. Al segundo lo despreciaba por acosar a su padre, y a él lo había transformado en un hurón, aunque técnicamente había sido otro hombre. Pasó de largo por detrás de ellos sólo atinando a escuchar unas palabas por parte del director.

- Cuanto menos sepa Harry de ella mejor, no queremos que actúe por su cuenta antes de tiempo; debemos esperar a que el propio Voldemort lo fuerce a ir.

Esas palabras lo extrañaron y al mismo tiempo no le sorprendieron, que Dumbledore era un viejo manipulador no era un secreto, pero que estuviese utilizando al niño que vivió como peón, como arma en su guerra contra el señor tenebroso, era repugnante. Claro que, Potter se lo merecía, por no saber elegir bien sus amistades, por juntase con el traidor Weasley y luego con esa presuntuosa sangre sucia. En realidad no detestaba a los sangre sucia, entendía que podían ser necesarios en cierta manera, pero decir eso era un sacrilegio en su casa; Granger era tan solo un caso especial, por esa forma que tenía de querer demostrar siempre ser la mejor en todo, la odiaba por aquello.

En determinado punto se desvió hacia el bosque, pasando por al lado de los monolitos donde una vez había estado espiando la ejecución de aquel hipogrifo; lo peor de todo, lo había hecho sólo por molestar a Potter y sabía también que había tenido mucha suerte, que se le fue la mano con el hipogrifo, caminando hacia allí se encontró con otra conversación ajena, aunque esta vez se le hacía más interesante; eran Potter y la loca esa de la casa Ravenclaw.

- ¿Entonces qué harás, Harry?

- No lo sé, no lo he pensado realmente, está maldita encerrona que me hicieron mis amigos, y todo por juntarnos a estudiar por nuestra cuenta; además Hermione hizo algo que no me gustó, más allá de la encerrona.

- ¿De qué se trata?, no fui a esa reunión porque sabía que no te gustaba.

- Nos dio a firmar un pergamino a todos, no sé cómo no vi lo que era eso en ese momento, sino no habría permitido que nadie lo firmase.

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