Albus

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Albus

Flexionó la mano, le costaba un poco hacerlo pero todavía le respondía, lo que le preocupaba era la ausencia de dolor, pero era algo que ya se había esperado, Severus había hecho todo lo que había podido. Y ese era el tipo de cosas que tan solo podían postergarse. No había solución alguna más que esperar la muerte.

Era viernes por la tarde, cerca de las ocho, se apareció en las afueras y caminó por aquella barriada ignorando por completo las miradas de los habitantes de aquel barrio. Iba vestido con una de sus túnicas color escarlata. Dobló la esquina, anticipándose a lo que iba a venir, se alegraba de tener que recoger a Harry aquella tarde, podría usarlo de apoyo para terminar de convencer a Horace. Llegó al número cuatro de Privet Drive y toco al timbre, esperando en el umbral de la puerta. Le abrió un muchacho joven, algo obeso pero de aspecto fuerte, debía ser el primo de Harry.

- Buenas noches, busco a Harry Potter.

- ¿Quien pregunta?

- Soy Albus Dumbledore, Director de la escuela Hogwarts de Magia. Supongo que Harry avisaría de que vendría.

El chico se había quedado en silencio, podía notar que estaba nervioso e inquieto, también notaba que no había otro ruido en la casa que algo que sonaba a una especie de motor extraño, además de que la casa estaba a oscuras.

- Pase. Mis padres no están ahora mismo y bueno... Harry es otra cosa. ¿Quiere tomar algo?

- No Gracias.

Prestó atención al muchacho, no había signos de que hubiese alguien más allí, ninguno en absoluto, solo ese chico. Lo siguió a lo que parecía una sala de estar donde había un televisor encendido del que salia en una imagen congelada lo que parecía una especie de bólido. había visto esas cosas en los periódicos muggles. Vio al chico desconectar por completo aquel televisor.

- Verá señor Dumbledore, mis padres no están en estos momentos, han salido a cenar y no sabíamos que iba a pasarse por aquí - El nerviosismo del muchacho era claramente evidente, no paraba de moverse, estaba inquieto y no fijaba la vista en nada - Mis padres no quieren a mi primo aquí, así que horas después de volver, lo metieron a él y su baúl en un avión rumbo a Alaska. Lo habían apuntado a un campamento militar durante todo el verano - Lo vio apretar el puño, conocía esa postura después de años tratando con adolescentes, era un gesto de rabia de impotencia - Justo cuando me había propuesto hacer las paces con él, cuando quería... conocerlo... ni siquiera sé donde está. Únicamente libere a esa lechuza para evitar que mis padres le hiciesen algo.

- Es preocupante lo que cuentas, tu primo podría llegar a correr grave peligro si no lo encontramos.

- ¿Por?¿Tiene algo que ver con ese Voltemont que mencionó Harry el verano pasado?

- Si, pero no quiero abrumarte con estos asuntos. Si te enteras algo sobre ese campamento, ¿me informarías?

- Por supuesto director.

- Buenas noches, no le robaré más de su tiempo joven Dudley.

El paso por aquella casa le había dejado un sabor amargo en la boca, pero no había nada que pudiese hacer, las decisiones de esa familia respecto a Harry habían facilitado cierto acercamiento, así que puede que si lograba rescatarlo de ese campamento militar lo tuviese completamente en su mano, eso era necesario para culminar con su plan maestro. Regresó por donde había venido, marchando de aquel barrio por medio de la aparición, como si antes no hubiese estado allí.

Se apareció en su próximo destino. Se trataba de un pueblo bastante modesto, con mas casas que habitantes, aunque esas casas no parecían tan habitables, se notaba que su abandono era ya de años. Mandó un patronus, sabía que su amigo estaba en una de esas casas y quería alertarlo de que estaba allí, en camino. Era una cuestión de educación. Caminó hasta la casa, apretando el paso tanto como podía. Al entrar en la misma la encontró destartalada, como si hubiese sufrido un ataque, una batalla en su interior. Sonrió, no estaba mal pero no daba el pego completamente. Había cosas allí que no encajaban con un ataque de mortífagos. Sacó su varita, examinando con cuidado la estancia en la que estaba, hasta que detectó lo que estaba buscando. Clavo su varita en un maltrecho sofá que desentonaba completamente con el resto del mobiliario, hasta que este, tras emitir un quejido se transformó en una persona.

- Horace, estas perdiendo un poco el toque.

- ¡Albus! amigo mío, ¿como has estado? - Notó que su amigo se fijaba en la mano dañada, dándole una mirada de inquietud, pero sin emitir ningún comentario, sin embargo si que hizo algo, ir al grano - ¿A que has venido?.

- Ya lo sabes , ¿que tengo que ofrecerte para que aceptes mi oferta?

- Trabajar en Hogwarts en estos momentos es como afirmar que estoy de tu parte, ya sabes como piensan los mortífagos y que no quiero que toquen a mi puerta.

- Horace, amigo mio. Trabajar en Hogwarts no tiene porque ser equivalente a estar en la orden, la mayoría del personal del castillo es sólo eso, personal del castillo. Además de que puedes encontrar otros apetitos en el castillo.

Sabía que yendo por ese camino podía conseguir algo, había muchos alumnos talentosos en el castillo y ese tipo de alumnos eran los que más le agradaban a Horace. Así que tentarlo con aquella cosa era la mejor idea que podía tener en ese momento, sabía que en cuando viese lo apetitoso que podía ser seguir con su red de influencias creyendo que así consigue alzar a las personas a puestos importantes. Permaneció unos instantes en silencio para que se inquietara y al mismo tiempo forzarle a aceptar.

- ¡Esta bien!, pero quiero un despacho mejor que el que tenía antes.

- Hecho, nos vemos el uno de septiembre.

- Y tomaré el expreso de Hogwarts como los estudiantes.

- Me parece perfecto. Cuando quieres puedes comenzar a llevar tus cosas al castillo.

De aquella casa salió mucho más satisfecho que de la casa en la que vivía Harry, había conseguido sobrellevar el contratiempo de no tener a quien había esperado a su lado en ese momento. Era el momento de ir al siguiente destino, la casa de los Weasley y de informarles sobre los cambios respecto a Harry. Se apareció a mitad camino, al otro lado de las protecciones que habían planificado y fue caminando hasta la casa, tocando a la puerta con suavidad. Esta se abrió.

- Profesor Dumbledore - La señora Weasley, anfitriona de la casa se asomó al exterior como buscando algo o a alguien - ¿No esta Harry?, creía que venía con usted.

- Ha habido un inesperado cambio de planes.

- Pase, por favor.

Al entrar se percató que no estaban solos, también estaba Nympahdora Tonks, miembro de la orden y auror del ministerio de magia, en estos momentos se encontraba en su mes de vacaciones y podía aprovechar la situación actual y el que estuviese de vacaciones. Esperó a ser invitado para tomar asiento, mirando a ambas brujas. La señora Weasley está igual que siempre y la señorita Tonks, parecía muy descuidada y algo deprimida, y sabía porqué. Lo había visto en su mente. Pero el asunto no era tan importante en estos momentos como la información que tenía sobre Harry y la petición que deseaba hacer.

- Hay malas noticias respecto a Harry. Sus tíos lo apuntaron a un campamento de verano de esos que hacen actividades militares. Lo han enviado a América

- Pero... eso es una crueldad, Harry no se merece eso - Podía notar cierta preocupación en la señora Weasley, eso le agradaba pero no era lo que necesitaba en ese momento.

- Lo se, por eso necesitamos actuar cuanto antes, por lo pronto tendremos que buscarlo.

- Si no le importa, profesor Dumbledore, me gustaría encargarme de eso. Puedo ocuparme durante lo que queda de mes, y luego en mis ratos libres.

- Esta bien Nymphadora. Te vendrá bien para despejarte un poco.

- Si señor, me pongo a eso de inmediato. Gracias Molly.

Permaneció unos minutos más en aquella casa, hablando y permaneciendo en calma, viendo como adaptar la situación a los actuales acontecimientos. Estaba contrariado con el asunto de Harry, pero no era algo que fuese un gran problema, tan solo que no sabía donde estaba y no podría vigilarlo como desearía. Aunque ya se enteraría de sus asuntos cuando regresase al colegio, porque debía regresar y eso los muggles lo sabían. Lo peor si Harry no aparecía era que tendría que ponerse en contacto con los americanos, y no tenía muchas ganas de tratar con ellos. Eran tan distintos unos de otros. Se dijo mentalmente que no adelantase esos acontecimientos, si algo le ocurría a Harry por mano de Voldemort o de algún mortífago sabía que lo gritarían a los cuatro vientos, pues era como más daño a la confianza de la gente podían hacer. Se despidió marchándose del lugar, y regresando al castillo. Tenía mucho que organizar.

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