Severus III

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La marca le ardía en el brazo, aquel veintiuno de diciembre le estaba convocando su señor, el señor oscuro; era casi medianoche y se preguntaba el porqué de la urgencia, no era normal y no podía eludir el llamado. Se apareció en la mansión Malfoy, era actualmente el cuartel general del señor oscuro, habían tenido que abandonar el anterior. Desconocía los motivos, solo que unas semanas atrás había estado furioso, muy furioso; hasta el puto de matar a dos de los tres guardas que tenía en la otra mansión. Caminó por los jardines, anunciando su presencia; se extrañó al llegar a la "nueva sala de reuniones". Tan sólo estaban Lucius, Nott y el señor tenebroso. También una figura femenina oculta en la penumbra.

- Severus, llegaste al fin; las cosas se están complicando.

- ¿Mi señor?

- Lucius, Nott; salid – Pasaron unos segundos desde que se marcharon; Severus permaneció en silencio – Necesito hacerme con esa profecía.

- Mi señor, la orden ha aumentado su vigilancia sobre el ministerio.

- Lo sé, alguien mató a Nagini durante su reconocimiento; lo pagarán. Cuando los encuentre lo pagaran. Esa figura oculta en las sombras que mató a mi Nagini morirá, la destruiré; después de encargarme de Potter – Cuando el señor oscuro se ponía en plan monólogo era mejor no interrumpirlo – Potter se está volviendo muy molesto, él se llevó a nuestra invitada, su nota burlándose de ello era clara, pero... ¿a dónde se la llevó?¿Y cómo lo hizo sin ser detectado? – Severus estaba seguro que el señor oscuro no se había percatado que estaba reflexionando en voz alta, o tal ver si, tal vez esperaba alguna reacción por su parte – Severus, ¿Cómo pudo Potter abandonar el castillo?

- Lo desconozco, mi señor; Potter es bastante esquivo cuando se lo propone, no ha dejado de trangredir los límites desde que llegó al Hogwarts y el director lo permite.

- Y nosotros utilizaremos eso a nuestro favor; conozco bien a Potter... siempre actuando como un héroe, siempre arriesgándose por sus amigos y por los que no lo son. Necesitamos un cebo.

- Cualquiera de sus amigos puede ser el cebo perfecto, la cuestión es cómo atraerlo y saber cómo ha podido Potter conocer nuestra anterior ubicación. A menos que lo que no lo mató con quince meses haya establecido un puente entre ambos.

- Mi señor, esa clase de magia no deberá ser posible.

- Pero lo es, y lo aprovecharemos. Severus, averigüe como Potter ha salido de la escuela.

- Si, mi señor.

Tras aquella indicación entendió que podía retirarse; abandonó el lugar con la total sensación de estar a cada instante pisando un terreno más quebradizo, una plaza de hielo que acabaría por romperse bien por un extremo o bien por otro. Estaba cansado de esa doble vida, una vida en la que en algún momento erraría y supondría su muerte, o algo peor. Había tenido que esforzarse más que de costumbre con sus barreras de oclumancia, el señor oscuro nunca antes había sido tan agresivo, lo que indicaba que cada vez era más peligroso. Lo que el señor tenebroso había dicho sobre Potter le mosqueaba; era evidente que lo había visto más serio, más trabajador y más centrado; pero saber que se había escapado del castillo le molestaba.

Tenían los pasadizos secretos vigilados, Black se los había revelado; pero Potter tenía esa capa de invisibilidad y también ese mapa del castillo. Eso podía explicarlo en parte, pero no como se apareció a Kilómetros de distancia teniendo tan sólo quince años, no es posible tener esos conocimientos a esa edad, menos sin instrucción. Le comentaría al director, en privado; no pensaba compartir todo con la estúpida orden, ni siquiera le contaba todo a Dumbledore. No se fiaba de nadie; en su situación, fiarse significaba la muerte. Estando ya en Hogsmeade, pasada la medianoche, un patronus se apareció ante él; era un fénix. Sabía lo que eso significaba.

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