Harry VII

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Harry VII

Se despidió de Ron y de Hermione en la sala común, no les había comentado nada sobre su conversación con Snape, confiaba en ellos pero no lo suficiente como para hablarles de la oclumancia. Tampoco les había hablado sobre los Horrocruxes, aunque en realidad este tema era aún peor que el de la oclumancia. Lo único que les dijo antes de abandonar la sala común era que tenía clases con Snape por orden de Dumbledore y que no podía contar nada. Eso parecía que lo respetaban, lo cual no sabía si le molestaba o no. Antes de salir definitivamente, le comentaron algo, pero no sabía que le habían dicho, no les prestaba atención. Decidió apartar los pensamientos sobre ellos de su mente; había pasado los ratos libres durante las vacaciones en la biblioteca de los Black, lo había hecho a escondidas, pues ese cuarto era terreno prohibido por su contenido en libros en artes oscuras. Los primeros días leyó todo lo que encontró sobre la oclumancia, quería estar preparado; Snape no era de los que perdían el tiempo, o al menos eso creía, y no quería hacerle perder el tiempo, sabía que tenía que colaborar con aquello. Por eso había buscado prepararse. No podía practicarlo por su cuenta, no sin conocer ni probar antes sus mecanismos, pero si que había podido hacer algo, una vez comprendió que la oclumancia era cosa de la mente y que lo importante era poder dominar las emociones, se le ocurrió que hacer. Todo gracias al consejo de esos libros de "dejar la mente en blanco"; había pasado el resto de los días meditando a cada momento que se le presentaba la oportunidad, siempre que estaba solo y era poco probable que lo interrumpiesen. Meditar había supuesto encontrar la manera de permanecer tranquilo, atento y relajado; lo que había encontrado complicado, pero al igual que otras cosas que encontraba igual de difíciles, con perseverancia las iba logrando.

Bajó la escalinata principal, ni siquiera se había enterado que ya había llegado allí, le sucedía a veces; perdía la noción del tiempo. en el vestíbulo se encontró con el fantasma de la casa Ravenclaw, la dama gris; quien al igual que la mayoría de los fantasmas del lugar lo miraba con cierto respeto desde siempre, otros le rehuían; era algo a lo que estaba acostumbrado y que no había entendido porqué hasta recientemente.

- Buenas tardes – La saludó antes de proseguir con su camino.

Entró en el pasillo principal de las mazmorras; oficialmente estaba en territorio Slytherin, pero eso no le preocupaba; por una vez agradecía al profeta y al ministerio la difamación hacia su persona, así al menos lo dejaban en paz, se apartaban de él. Bueno, eso y el cese de hostilidades con Draco Malfoy había ayudado; era en parte uno de los motivos de que querer secundar el plan de Hermione; pues eso podría poner al chico de Slytherin en una posición complicada.

Cuando llegó al despacho del profesor tocó a la puerta, como respuesta esta se abrió, revelando al profesor Snape apuntando con la varita hacia la puerta.

- Puntual nuevamente, pase Potter.

Sin vacilar demasiado entró en el despacho cerrando la puerta tras de sí, su entendimiento le indicaba que aquello tenía que ser lo más privado posible: a fin de cuentas se trataba en realidad de una práctica prohibida.

- Te explicaré tan sólo una vez como trabajaremos, así que no me haga repetirme. En cada sesión trataré de entrar en su mente y debes repelerme.

- De acuerdo; ¿Cómo lo hago, profesor?

- La voluntad que se requiera para cerrar la mente es similar a resistir la maldición imperius.

Harry se limitó a asentir sin preguntar nada más; le parecía un método agresivo pero eficaz para probar la resistencia de la mente, era un camino difícil, que lo obligaba a trabajar solo.

- Estoy preparado, profesor – Manifestó haciendo lo que había estado practicando en casa de su padrino, relajarse y meditar, o al menos intentarlo; no había probado a hacerlo mientras conversaba, así que sabía que lo tenía bastante difícil.

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