Luna IV

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Luna IV

Se había internado en el bosque; las navidades en el castillo habían sido muy aburridas. Como suma inquisidora, Umbridge había prohibido cualquier clase de adorno o comida especial. Luna no sabía cómo se las había ingeniado, pero esa lameculos del ministerio tenía casi el mismo poder que Dumbledore; y eso suponía una gran molestia, dado que con su grupo de títeres de Slytherin vigilaba todo el castillo. Al menos tenía una forma de eludirlos, Harry le había dejado el mapa y la capa de invisibilidad, así que podía ir a donde quisiera, tenía las armas adecuadas para eso sin meterse en muchos problemas. Había estado escribiéndose con su padre al menos un par de cartas por semana, lo que suponía cierto alivio en tan poco entretenido tiempo festivo.

Necesitaba distraerse, de ahí que hubiese salido a caminar por el bosque. Le relajaba pasear por allí, reconocer el lugar, observar a las criaturas mágicas, era mejor que estar en la sala común. Encontró lo que buscaba, esos caballos alados y raquíticos que tiraban de los carros. Un thestral; y se trataba de una cría.

- Hola pequeño; traje un poco de carne cruda – Le dijo suavemente sacando el pedazo de carne y ofreciéndoselo, manteniendo la distancia para permitirle a la cría decidir si se acercaba a ella o no. Funcionó, la pequeña cría se acercó a ella comiéndose la carne cruda de su mano. Luna le sonrió, alargando el otro brazo para acariciar al thestral; no entendía por qué le tenían miedo a esas criaturas, la gente era idiota, los thestral eran criaturas nobles e interesantes, no se merecían ese trato por estar relacionadas con la muerte – Eres precioso.

Se quedó un buen rato en el bosque; hasta que oscureció, aunque era difícil saber la hora que era debido a la propia frondosidad del bosque y a que por sus características como semidiosa a veces perdía la noción del tiempo. Supo que había anochecido al encontrarse con Hagrid en el bosque, quien se quedó mirándola con curiosidad al verla junto al pequeño thestral.

- No deberías entrar en el bosque sin permiso.

- Lo sé profesor, necesitaba pensar – Respondió mientras seguía acariciando a la cría.

- Puedes verlos – Afirmó el profesor sorprendido – Puedes verlos y no te incomoda; a muchos les dan miedo. Los dejan de lado como si fuesen peligrosos.

- A muchos les dan miedo porque les da miedo la muerte; no comprenden que la muerte es parte de la vida.

- Son muy pocos los que llegan a entender eso; ¿A quién perdiste?

- No me gusta hablar de ello, profesor.

- Lo comprendo. Regresemos al castillo, es casi hora de la cena.

Asintió, levantándose despacio y despidiéndose del pequeñin, caminando junto a Hagrid en completo silencio; el hombre le parecía un bonachon y era agradable pero no era buen profesor, se centraba en enseñar sólo cosas que le gustaban, cosas que impresionaban a los demás. No le gustaban sus métodos, consideraba que debían aprender sobre todo tipo de criaturas, no sólo aquellas que resultasen más impresionantes y que generalmente eran las más potencialmente peligrosas.

Llegaron al linde del bosque, donde estaba la cabaña del profesor; iluminada como si la chimenea estuviese prendida en su interior; miró a Hagrid, parecía que le habían dado una buena paliza. Tenía uno de los ojos a la funerala y la cara llena de cortes, como si fuese carne picada. Si tuviese más confianza con él, le preguntaría, pero no lo conocía fuera de las clases; lo que le hacía plantearse si preguntarle o no a Harry, sabía que él si tenía cierta amistad con Hagrid.

Ascendieron por el terreno escarpado hacia el castillo; le costaba seguir el ritmo de Hagrid, el cual caminaba como si fuese sobre plano, mientras ella tenía que mantenerse cerca del profesor, y para ello tenía que correr, mientras evitaba caerse o tropezar con algunas de las rocas del terreno. Para cuando llegaron a las puertas del castillo, respiraba entrecortadamente, tragando saliva. Entró al gran comedor; viendo el saludo de Harry y de Ginny quienes le pedían que se acercase a la mesa de Gryffindor. Dudó, Harry y Ginny eran amigos suyos, pero por otro lado Hermione y Ronald le habían mostrado su desprecio en más de una ocasión; lo sopesó unos segundos antes de acercarse y sentarse entre Harry y Ginny.

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