Draco III

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Draco III

Caminó por el callejón, apresurado y malhumorado, mirando con cierto desaire a las personas que lo señalaban y cuchicheaban. No hacía falta ser muy listo para saber qué era lo que decían, su padre estaba en Azkaban, cumpliendo condena por ser mortífago y por asaltar el departamento de misterios, así que lógicamente todo el mundo lo señalaba. Igual le pasaba a su amigo Theo, solo que a este parecía que no tanto. Alguien lo alcanzó a mitad callejón, hizo un ademán de sacar la varita pero se corrigió a tiempo al ver de quien se trataba, era su amigo, su mejor amigo y con quien se había mantenido oculto desde el comienzo del verano.

- Ya sabes que Weasley es gilipollas, no sé qué te sorprende.

Asintió ante aquellas palabras sin emitir respuesta alguna, ambos habían actuado tal y como la nota de Harry decía. La chica esa de Ravenclaw que iba siempre con él, nada más bajar del expreso les había pasado simuladamente la llave de una taquilla, la taquilla mencionada en la carta. Luego habían ido a esa taquilla buscando por toda la estación y al abrirla habían descubierto un juego de llaves y otro sobre, el cual contenía una dirección y bastante dinero muggle. Entendió de inmediato el plan de Harry Potter para ayudarles con sus problemas familiares. Desaparecer del mundo mágico, o al menos de los lugares en los que pudiesen encontrarlos ciertas personas. Aquellas llaves pertenecían a un piso muggle situado en un lugar a medio camino tanto de la estación como del caldero chorreante, sin embargo hasta el momento no se habían acercado a un lugar mágico. Habían permanecido en el mundo muggle. Sonrió, si sus ancestros llegaban a enterarse de cómo estaba viviendo se revolverían en sus tumbas.

- ¿Dónde pedimos la comida hoy?

- No se Draco, la pizzería no está mal; aunque podríamos calentar uno de esas comidas que están en esos recipientes de plástico dentro del armario del que sale frío.

- Me parece bien, Potter nos llenó la casa de comida y esa comida no esta mala.

- ¿Y qué me dices del libro de instrucciones?

Cuando habían llegado al piso hacía casi tres semanas, se habían encontrado con en un lugar pintado con colores neutros, completamente amueblado y equipado con un montón de ingenios muggles que ninguno de los dos comprendía. Pero en una de las mesas, había un cuaderno muggle, en el que estaba escrito de forma muy detallada cómo funcionaba cada ingenio y donde tenían las distintas cosas. Tanto comida como productos de limpieza. También encontraron algo más de dinero, en esta ocasión tanto muggle como mágico. En ese momento se había propuesto una cosa que todavía mantenía en su mente, por ello anotaba todo lo que gastaba de ese dinero. Se lo devolvería, si, este no se lo había pedido y podía permitírselo, era tan rico como su familia. Pero era una cuestión de orgullo.

Tanto el cómo su amigo permanecieron serios saliendo del callejón con sus compras y perdiéndose por el mundo muggle, escogiendo dar un rodeo en lugar de ir directamente a la casa, era una medida de seguridad. Ambos coincidían en que hubiera sido más sensato ir disfrazados de alguna manera, pero en lo que habían pensado era en hablar con Harry, no habían sabido nada de él desde la conversación en la biblioteca y la nota que les había llevado Lovegood.

- No estaba en esa tienda con ellos.

- Eso es raro, sé que pasa el verano con los Weasley.

- Tendremos que esperar a que comience el curso, no nos queda otra Draco.

Esperar... si podía esperar, si de algo podía jactarse de hacer por sí mismo en lugar de recurrir a otros como cuando era un crio era precisamente eso, de lo bien que se le daba esperar, de la paciencia que podía llegar a tener. Era algo que le había sido de mucha utilidad en el castillo, y quizá no haberlo encontrado era bueno, quizá así podía terminar de aclarar sus ideas. Se sentó en el sofá nada más entrar, dejando a un lado sus compras y perdiendo su mirada en una de las pocas fotografías que se había llevado, era una foto de él mismo cuando tenía unos seis o siete años con su madre. Cuando ambos estaban más unidos y eran felices, antes de que comenzase a imitar a su padre en todo y mucho antes de que el señor oscuro se alzase de nuevo.

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