Nymphadora II

456 56 1
                                    

Chapter 51: Nymphadora II

El trabajo le tenía desbordada, y por primera vez le alegraba aquello pues le permitía mantener la mente ocupada y por varios instantes al día no pensar en él, en el hombre al que amaba y tanto la rechazaba por los prejuicios que tenía hacia si mismo. Había estado desde el mismísimo uno de septiembre en los lindes de Hogwarts, como parte del destacamento de aurores y ahora estaba terminando los informes sobre lo observado y registrado durante esas primeras semanas de curso escolar hasta las navidades. Había pasado las fiestas entre casa de sus padres y el ministerio, eludiendo las repetidas invitaciones de la señora Weasley a su casa, también las preguntas de su madre, a quien no le había querido contar sobre Remus; sabía bien que a pesar de todo, a pesar del valor de su madre al plantar cara a su familia, no podía dejar de ver que seguía teniendo ciertos rasgos de tradicionalismo y no aprovaría que ella estuviese enamorada de un hombre lobo, por mucho que este fuese en realidad más como un corderito.

Puso punto y final al informe que tenía entre manos, dejándolo junto con los demás y alzando la mirada a tiempo de ver entrar a Kingsley por la puerta. Se lo veía bastante agotado. Desde que Scrimgeour había sido ascendido a ministro presionaba constantemente al departamento de aurores para que obtuviesen resultados y el hecho de que ejerciese como ministro y al mismo tiempo Jefe de aurores lo hacía más pesado todavía. Ella misma pensaba que aquel procedimiento no debía ser muy habitual y mucho menos legal. Pero como siempre, como pasaba en el ministerio, el ministro era la ley.

- Kingsley, te hacía con el primer ministro muggle.

- Así es, he venido para entregar unos informes y atender unos asuntos, de todas formas tengo cubierta su seguridad.

- No lo dudo, siempre has sido muy eficiente, mucho más que yo.

- ¿Por qué dices eso, Tonks?

- No logré encontrar a Harry este verano, y eso que empleé todos los métodos muggles y mágicos existentes para ello.

- Revisé personalmente las pruebas que reuniste, pero hay muchas formas de que el rastro desaparezca, de todas maneras Harry esta bien, ¿no?. Llegó de una pieza a Hogwarts y con aparición en la prensa incluida.

- Si, muchos siguen preguntando por aquí si los aurores estamos dándole a Harry un entrenamiento especial para que nos libre del mal de Voldemort. El ministro está que trina por esas especulaciones.

- No es para menos, ya sabemos lo que le importa la buena imagen del ministerio y dar a entender que tenemos más de lo que tenemos - Captó la sonrisa de divertida burla en el rostro de su amigo - Por cierto, ¿que tal las navidades?

- Normales, estoy a punto de reincorporarme al escuadrón de Hogsmeade; ya sabes, hoy regresan al castillo.

- ¿Y de Sirius se sabe algo? Estando veinticuatro horas al día con el primer ministro me es complicado preguntar.

- Sigue sin despertar. La verdad no comprendo porque no se ha contactado con un sanador para que ayude en eso; porque Dumbledore sigue insistiendo en tratarlo personalmente en ese hospital muggle.

- Dumbledore sabe lo que hace.

- Lo sé, solo que estoy segura que habrá gente en san mungo o con conocimientos en medimagia que nos pueda ayudar. Harry no puede perder al último familiar que tiene.

- No podemos arriesgarnos, Tonks.

- Lo sé. Será mejor que nos pongamos en marcha. Tu con el ministro y yo a Hogsmeade.

- ¡Cuanta seriedad!, ¿te pasa algo?

- No nada, solo que el tiempo de tomarse las cosas con tranquilidad ha pasado ya.

- Hay algo más.

- No insistas Kingsley, no es nada importante. Tengo trabajo que hacer.

Dichas esas palabras salió de su cubículo y se apareció en Hogsmeade patrullando por las calles nada más llegó al lugar. Tenía otros dos compañeros aurores con quienes se llevaba bastante bien y con quienes disfrutaba en cierta manera de la vigilancia que les tocaba hacer, como uno de ellos decía todo estaba muerto por el lugar, demasiado tranquilo. A ella esa realidad le inquietaba, tanta quietud en medio de tanto peligro evidente que había en el mundo. Como siempre se turnaron sorteándose los lugares a vigilar, teniendo claro que al mínimo problema debían ponerse en contacto con los demás.

Una mañana, estaba haciendo su ronda por alrededor del pub cabeza de puerco cuando se lo vió venir de cara, frente a ella venía Remus Lupin, y estaba segura que este mismo venía del castillo, de entregar con toda probabilidad un informe a Dumbledore. Sabía que el director y líder de la orden lo había mandado a recabar información a las comunas de los hombres lobo, era algo muy arriesgado dado que Remus había vivido entre humanos toda su vida, lo cual veía que era una dificultad en todo aquello. Sobretodo con los licantropos más radicales. Temía constantemente por Remus, sentía pavor ante la perspectiva de que Remus resultase herido. Un temor que cada día era mayor.

- Hola Remus.

- Nymphadora, ¿Como estas?

- No me gusta que me llames así; pero en fín, estoy bien. ¿Y tu?

- Todo bien. Mejor me marcho, no deseo tener la misma discusión.

- Eres un idiota; ¿no puedes comprender que me dan igual tus escusas sobre mi seguridad o lo que diga la sociedad? Te amo.

- Ya conoces mi opinión al respecto.

La sequedad con la que estaba hablando en esos momentos, su tirantez al hablar y su mirada algo esquiva, como si no quisiera establecer contacto visual con ella. Estaba harta de la situación, una situación que no podía controlar y que la hacía sufrir. Pero no podía hacer más que mirarlo marcharse y esperar que abriese los ojos más tarde o más temprano.

En esas condiciones pasó todo el mes de enero, entre estar atenta a los rumores, vigilar que nada se saliese de lo normal en ese pueblo, y estar atenta a lo que le solicitase el director. Una de esas últimas ocasiones se produjo, cuando Dumbledore le comunicó que tenía que salir del castillo durante unas horas y que vigilase el castillo en su ausencia. Por fortuna el director se había asegurado que el ministro le dejase disponer de los aurores para situaciones así, por lo que normalmente recurría a ella.

Iba caminando por los pasillos, pensando algo molesta en la situación con Remus que no se dio cuenta y chocó contra una de las estatuas, notando como se iba al suelo sin poder hacer nada al respecto. En ese instante que lo veía todo perdido y se veía de bruces en el suelo notó como alguien la sujetaba, eran unos brazos humanos pero le parecía raro pues no había notado que hubiese nadie cerca de ella.

- Casi besas el suelo Tonks - Escuchó la voz de quien la sostenía bromear al respecto, era la voz de Harry - ¿Que tal estas?, tienes mala cara.

Se aferró a Harry mientras esté la ayudaba a incorporarse por completo. Lo miro atenta, parecía que tenía mejor físico que cuando lo vio en el verano que el muchacho tuvo que enfrentar ese juicio en el ministerio. Se lo podía notar mucho más saludable y fuerte.

- Gracias, iba un poco distraída.

- ¿Puedo saber porque?

Curiosamente lo veía un chico mucho más serio que la ultima vez que había hablado con el; más formal y maduro, al punto que parecía completamente un adulto. No sabía bien qué pensar, ni qué hacer. Se quedó mirándolo unos instantes, sintiendo una gran presión y como tenía que aliviarla de alguna manera.

- Es mal de amores, Harry.

- Bueno, no soy un experto, pero se me da bien escuchar. Cuéntame.

Life & Death Donde viven las historias. Descúbrelo ahora