La Mano En La Sombra II

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Había estado pendiente tanto del armario evanescente como de la red flu; tenía en esta un par de contactos que le habían asegurado conectar una chimenea en concreto del castillo a una red privada de una casa incautada en los tiempos de la primera guerra. Había comprobado ambos métodos de viaje y ambos funcionaban. Hacía semanas que lo tenía todo preparado y ahora era el momento en que debía actuar. Con lo poco que faltaba para que terminase el curso esa podía ser la última oportunidad que tenía para cumplir con éxito su misión, de no hacerlo, no quería ni imaginar las consecuencias. Ni falta que hacía porque lo iba a lograrlo, tan solo quedaba un pequeño paso y ahora que acababa de recibir el aviso del "informante" en Hogsmeade.

Salió de la sala común, yendo directamente a la habitación, aquel despacho abandonado que había encontrado en navidades. Por el caminó se encontró con el profesor Snape, su facilitador; no le había pedido ayuda para la planificación de su misión, tampoco lo haría en estos instantes para poder culminar su misión. No era por orgullo, simplemente no había necesitado su ayuda; sino, no había dudado en hacerle llegar el comunicado con su petición.

Echó un puñado de polvos flu a la chimenea, y contactó con ellos por el método que habían establecido, era el momento de actuar. De demostrar que nadie ese hombre bajo el que se esconcen todos para afrontar la guerra venidera no era más que eso, un hombre; y como tal, era mortal como el que más. Sonrió al verlos llegar uno a uno, cinco mortífagos y ese asqueroso hombre lobo. Ocultó su desagrado, no era apropiado mostrarlo, pero su presencia no estaba en los planes iniciales. Esa criatura le resultaba repugnante.

- Vamos, en menos de cinco minutos nos plantaremos en la torre

Había contado que entre que había recibido el aviso, llegado a aquel despacho abandonado, los había contactado y habían acudido había transcurrido ya media hora, no podían perder ni un solo instante más. Se sirvió de ese polvo que había comprado en sortilegios Weasley para evitar problemas o cruzarse con cualquiera que pudiese interceder con la misión. Había cumplido ya una gran parte y ahora solo le quedaba lo más difícil, atraer a Dumbledore hasta la torre y disponerlo todo para su caída. Subió a lo alto de la misma, convocando la marca tenebrosa y bajo nuevamente a aguardar al pie de la escalera mientras ponía un hechizo en la entrada a la torre para que nadie que no estuviese marcado pudiese entrar o salir. Luego subió nuevamente arriba, a tiempo de ver al director apuntando hacia un lugar donde solo veía oscuridad, no había nada allí. Por suerte el excelentísimo Dumbledore no se había percatado de su presencia. Sabía que tan sólo tenía unos segundos así que reaccionó.

- Expelliarmus. No se mueva, director.

La varita del director saltó de su mano, y fue a parar al mismo lugar donde antes había estado apuntando, haciendo ruido al golpear contra la piedra.

- Señorita Greengrass, me sorprende ver que se trataba de usted quien será mi verdugo esta noche.

- Yo no lo seré, ya he cumplido con mi parte.

- ¿Cómo has conseguido traer a los mortífagos al castillo?

Valoró aquello antes de responderle, no veía ningún mal en hacerlo, en descubrir cuales habían sido las cartas que había estado empleando, Dumbledore moriría esa misma noche y nadie conocería nunca ese punto débil que había encontrado entre las defensas de la escuela. Se jacto de cómo había logrado burlarle a él y a más personas que andaban por el castillo como perros guardianes.

- ¿Por qué te has unido a Voldemort? – Le sorprendía la tranquilidad con la que hablaba Dumbledore, como si no lo estuviesen apuntando con una varita.

- Por honor; mi familia es estúpida no viendo que el futuro está en manos de las políticas del señor tenebroso. Yo seré quien eleve el apellido de mi familia a lo más alto.

A los pocos segundos de pronunciar aquellas palabras parte de los mortífagos que había colado en el castillo acompañados de Severus Snape, el jefe de su casa. Se hizo a un lado cediéndole el lugar, tal como le había indicado el señor tenebroso. No era estúpida, sabía que su amo quería comprobar cuan leal le era Snape en realidad, poner fin al juego ese del espía doble. No es que se lo hubiese contado, pero no era necesario ser un genio para juntar dos y dos. Le correspondía a Snape darle el golpe de gracia al director y ocupar así el puesto de lugarteniente que había dejado bacante Lucius Malfoy con su incompetencia.

- Avada Kedavra – Oyó conjurar al único maestro que había sido un ejemplo a seguir durante los seis años que llevaba en Hogwarts.

Ni se inmuto cuando vio ese destello verde impactar contra el director y segar su vida de una buena vez. Luego notó como el propio Snape la agarraba y apremiaba para marcharse de allí, entendía bien lo que sucedía debían huir, pero con lo que habían logrado esta noche, habían asestado un buen golpe a la comunidad mágica. Comunidad que pronto tendrían bajo control y la encauzarían en el camino correcto. Pasó junto a un derrumbe al salir de la torre, y se alegró de ver lo estúpidos que eran los de la dichosa orden del viejo que ni les atacaban al verlos; seguramente los muy ineptos pensarían que estaban con ellos y se encontraban huyendo de los mortífagos en lugar de con ellos. Pronto alcanzaron los terrenos, comenzaba a sentirse por fin libre, solo hubo algo que le aguo la fiesta. Potter los estaba persiguiendo e increpando. Siguió las órdenes de Snape de seguir corriendo hasta el centro operativo, mientras lo veía volverse para enfrentar a Potter. Lástima que no pudiese matarlo porque el señor oscuro se lo había reservado, pero deseaba que Snape le diese una lección a ese entrometido, que al menos lo dejase bastante tocado.

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