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La madre de Yoongi espera en la mesa del comedor totalmente ansiosa por la llegada de su hijo

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La madre de Yoongi espera en la mesa del comedor totalmente ansiosa por la llegada de su hijo. Si bien no está del todo de acuerdo con que su hijo volviese caminando, no puede dejar de pensar en otras dudas tales como: "¿Querrá volver? ¿Cómo le habrá ido? ¿Habrá hecho amigos?". Y cuando la puerta de la casa se abre, se para por instinto. Yoongi camina, quitándose el barbijo y la gorra que le habían molestado toda la tarde, y piensa que tal vez mañana debería ir sin ellos. Su madre corre hacia él, con entusiasmo.

—¿Y? ¿Te sientes mejor?

—¿Crees que es tan rápido, mamá? —habla con sarcasmo Yoongi. Su madre cambia el rostro a uno un poco más serio, sin perder la energía.

—¿Entonces fue mal? ¿Acaso son mala gente?

—No, ellos... Son simpáticos. Volveré mañana.

—¡¿Volverás?! ¡Volverás! ¡¿De verdad?! ¡Cuéntame más, dime quiénes son, cómo se llaman! ¿Qué edad tienen? ¡De acuerdo, ve a tu cuarto! —En cuanto la puerta de la habitación de su hijo se cierra, ella entiende que debe parar ahí. No puede evitar sonreír y tocarse el pecho, al sentir una alegría que no sentía hace tiempo. Su hijo va a mejorar. Su hijo va a dejar de sufrir, y ella logrará ver esa sonrisa hermosa otra vez.

Cuando el día siguiente llega, su madre está tan contenta que en esa mañana, había ido a comprarle ropa. Le compró buzos, jeans, zapatillas nuevas. Lo despertó, contentísima, mostrándole todas sus nuevas adquisiciones. Su hijo quiso sonreír y agradecerle, pero no lo hizo. Sin embargo ella, al ver cómo sus ojos se achicaban, pudo entender que ése gesto era lo más cercano que vería a una sonrisa, y lo aceptó, entendió que así eran las cosas por ahora, y lo amó, porque ése gesto demostraba vida, y ella no había visto un gesto vivo en él hacia muchísimo tiempo.

Yoongi llega al enorme edificio más tarde de lo debido, si bien su madre había insistido en traerlo, él había decidido venir solo. Necesitaba recuperar fuerzas, y si su madre continuaba trayéndolo, no iba a ayudarlo. Se miró en la puerta cristalizada que lo dejaba observarse de los pies a la cabeza, llevaba tres prendas que su madre le había regalado, y esta vez, había decidido no taparse la cara. Tuvo un poco de miedo, por la expresión que pudiesen llegar a tener los demás, pero cuando cruza la puerta y se encuentra con la secretaria agonizante su miedo se transforma en furia.

—¡Qué bueno que regresaste! ¿Tus compañeros te trataron bien? ¿Estás con Hoseok, verdad? ¡Ése chico es un dulce, mándale saludos de mi parte! Dile que está haciendo un trabajo excelente, se te ve más lúcido, niño, espero que sigas así, ¿eh? ¡No dejes esto a mitad de camino, confío en que podrás recuperar toda la lucidez que has perdido! Y si alguna vez te sientes mal, puedes hablar conmigo, ¿de acuerdo? En mis épocas de juventud solía ser encargada en las aulas, ayudé a muchas personas, y muchos son mis amigos hasta el día de hoy, ¡así que sé cómo hacer las cosas! ¡Ya, mejor no te hablo más, llegarás tarde y se asustarán! No quiero imaginarme la cara de Hoseok cuando piense que no has venido.

❝Gracias, Jimin.❞ [JIMSU] | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora