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Jimin aparta lejos de él la caja de bombones vacía mientras lágrimas de culpa recorren su rostro

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Jimin aparta lejos de él la caja de bombones vacía mientras lágrimas de culpa recorren su rostro. "¿Qué rayos he hecho? ", se pregunta furioso. ¿Cuándo fue que comenzó a comer sin detenerse? ¿Cuando llegó a su casa, con apetito de más chocolates después de haber probado uno? Debió haber parado cuando pudo, nunca debió aceptar la apuesta de Yoongi en primer lugar. Tiene tantas ganas de tirarse de los pelos, tiene ganas de vomitar todos esos chocolates y sacarlos de su estómago, pero el sueño le consume. De tanto llorar, los ojos se le han irritado, y piden un descanso. Se odia tanto, odia no poder controlarse a él mismo. Odia ser tan susceptible a comer, ¿por qué no puede, simplemente, no hacerlo? Y lo que le molestaba aún más era esa instantánea reacción de hambre en cuanto probaba un bocado. Está bien, sí, su estómago estaba rogándole que comiera, pero él no iba a hacerlo. No come y logra mantenerse estable, y si bien admite que se siente mareado en algunas ocasiones, son mínimas. Leyó por ahí, que descansando bien y tomando agua se puede sobrevivir.

En una mezcla de remordimientos, furia y lágrimas, acaba quedándose dormido. Su madre entra al cuarto algunos minutos después, como todos los viernes, le había traído el arroz que él siempre pedía. Jimin estaba mejorando, estaba comiendo más. Lo notaba, por el entusiasmo con el que le pedía arroz para acompañar los platos que él se cocinaba. Ella está contenta, y cuando observa la situación en la que se encuentra su hijo en ése momento hace una media sonrisa.

—No hay forma de que te resistas al chocolate, ¿eh? —le pregunta, sin poder despertar a Jimin—. Me alegra que hayas comido, hijo. Espero haya estado rico.

La mujer admira a su hijo mayor descansar y se tranquiliza, porque no había nada más bello que ver a Jimin así, sonriendo por el plácido descanso, acurrucado en su almohada. Entonces sin más, la señora Park toma la caja de bombones y se la lleva, cerrando la puerta detrás de ella. De ésta forma, abandona el apartamento de su hijo mayor, y se despide, hasta el otro viernes. Ella no sabe, que la condición en la que se encuentra su hijo, es totalmente la contraria a la que cree. ¿Pero cómo podría saberlo, si Jimin se la pasa diciéndole que está comiendo bien? ¿Cómo podría saberlo, si permitió a Jimin vivir solo, dejándolo sin ningún tipo de observación?

Al mediodía siguiente, seis personas están sentadas en el restaurante del cual Hoseok habló tan bien. Los seis miran hacia la puerta impacientes, porque falta alguien, porque falta la pieza crucial de ése almuerzo. ''¿Dónde está Jimin?'' Es la pregunta que todos se hacen.

—Me prometió que vendría —se excusa rápidamente Taehyung en cuanto las miradas están sobre él—, hicimos una promesa, si yo...

—Ya sabemos cuál fue la promesa —detiene Hoseok, refregándose el cabello—. Entiendes que estamos aquí por él, ¿cierto? Si no viene...

—Él vendrá —lo corta Taehyung—. Él no rompe sus promesas.

—¿Estás tan seguro, Kim? 

❝Gracias, Jimin.❞ [JIMSU] | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora