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Jimin se cierra en su propio mundo cuando prende la música y continúa bailando, esta vez, en soledad

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Jimin se cierra en su propio mundo cuando prende la música y continúa bailando, esta vez, en soledad. Hobi no ha regresado después de su discusión, tal y como se lo había pedido, pero ahora no podía evitar sentir un poco de tristeza y necesidad de tenerlo cerca. A veces le molestaba ser tan débil y necesitar siempre de la presencia de alguien.

Quiere despejar aquellos pensamientos de su cabeza, por lo que baila, baila hasta que las piernas le fallan y vuelve a caer; convirtiéndose en la sexta vez consecutiva en que sus rodillas rozan el suelo. Le sangran apenas un poco, lo que le hace sentarse en el suelo agotado, furioso también con él mismo. ¿Por qué insistía en bailar si sabía que no servía para ello? ¿Por qué tenía un mínimo de esperanza de hacerlo bien? En estos instantes quisiera golpearse a sí mismo.

Sus pequeñas manos toman su rostro, refregándoselo, sintiendo como si una parte de él estuviera muriendo, consiguiendo así un sentimiento de una inmensa desilusión que es imposible de desaparecer. Todo parecía salirle pésimo últimamente. Ojalá alguien le hubiese avisado que la vida sería tan difícil, ojalá hubiese nacido con un manual en sus manos sobre cómo enfrentar la tristeza.

De sus ojos, gotas casi tan diminutas como sus ojos comienzan a chorrear, es de aquellos llantos en los que uno no está del todo consciente que ocurren, pero pasan, y son terribles. La boca de Jimin expulsa quejidos de odio hacia sí mismo, su espalda transpirada se apoya sobre la pared mientras muerde su labio, queriendo desaparecer esa sensación de su mente de una vez por todas.

Con una de sus manos limpia sus lágrimas, y se levanta bruscamente, apretando sus labios, tratando así de conseguir fuerzas, tratando de soportar el dolor que las rodillas raspadas le dan. Quiere huir de esa casa que en definitiva, sólo consigue hacerlo sentir encerrado y solo.

Cierra la puerta detrás de él, y casi no lo piensa, sólo empieza a caminar. Camina aquellas dos cuadras hasta el parque cercano a su casa, sus pies se arrastran por el piso con un dolor que aumentaba a cada paso en sus piernas. Ve a los niños jugar con alegría y un sentimiento de nostalgia recorre su estómago, piensa en cómo se sentiría volver a ser un niño por sólo un día. ¿Quizá así, sus preocupaciones desaparecerían? Piensa en que debió haber disfrutado más su infancia, porque en definitiva, en esos momentos, no tienes nada de qué preocuparte. Porque son tus padres, quienes te cuidan de todo, porque el único llanto que derramas es porque un niño te ha robado una paleta, o porque te has caído corriendo sin parar por todo el parque. Aquellos llantos eran rotundamente diferentes a los que tenía hoy en día, porque un llanto de odio propio penetra hasta lo más profundo del corazón.

Se deja caer sobre un asiento de la plaza, ante el dolor que las rodillas estaban ocasionándole. No tarda en ponerse a pensar, dudar sobre sí mismo y sobre la audición. Lo sucedido recientemente, había conseguido hacerlo repensar de nuevo el hacerla, y ahora, estaba suficientemente decidido de que no haría esa audición. De que no pasaría esa vergüenza, que no permitiría que nadie más le viese bailar. Debió haberse resignado hacia tiempo respecto a su baile.

❝Gracias, Jimin.❞ [JIMSU] | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora