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Cuando camina alejándose de la casa del rubio, la culpa le carcome vivo

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Cuando camina alejándose de la casa del rubio, la culpa le carcome vivo. Estuvo a punto de ser golpeado por ese imbécil, y lo peor de todo es que seguramente no lo hubiese detenido, porque se lo merecía, ya que él había sido la persona que había besado a Jimin enfrente de Jungkook, es decir, los dos tenían la culpa de lo que había ocurrido, por egoístas. Porque pensaron en su felicidad antes que en la de Jungkook, porque no les importó lo que pudiese llegar a sentir el castaño.

¿Estaba mal querer hablar con él? ¿Estaba mal querer llamarlo y pedirle perdón? No estaba seguro de cuándo le había tomado cariño al chico, pero ahora se sentía la mismísima mierda por haberle lastimado. Ojalá y le perdonase, ojalá y entendiese que su intención nunca fue hacerle mal. 

Después de un largo período de espera de un colectivo, llega a su casa. Su rostro aún sigue cansado, y su madre no tarda en notarlo cuando ingresa a su hogar.

—Yoongi, ¿dónde estabas?

—Primero en casa de Jimin y luego en casa de Taehyung —contesta, en un tono apagado. Sus ojos miran el suelo, no se cerciora, en lo absoluto, de que su madre no está sola en la habitación.

—¿Ocurrió algo? Tu cara... 

—Sólo no pude dormir bien, así que me recostaré. 

—¿No pudiste dormir bien? ¿Dónde pasaste la noche?

—He dicho que en lo de Jimin...

—Oh, creo que comprendo un poco más el por qué no pudiste dormir bien —Yoongi frunce el ceño ante su comentario—. ¿Qué? Es algo normal, no tienes por qué avergonzarte. 

—Mamá, no, definitivamente estás equivocada, nosotros no...

—¿Necesitas que te de una charla de...?

—¡Basta! Me iré a dormir, no estoy con ánimos de tener esta conversación.

—¿Te irás a dormir? ¿Vengo a visitarte y simplemente te irás a dormir?

Esta vez sí, Yoongi levanta su cabeza ante la voz grave que escucha, y se encuentra con aquel chico que ya era un hombre, sentado a un lado de su madre. Su sonrisa, como siempre, era alegre, su mirada también, era aquella mirada que tantas veces le había reconfortado en sus peores momentos.

—Hyung —expresa con alegría, acercándose hacia donde ellos están—. Hyung, ¿por qué estás aquí? Creí que estabas en Daegu...

—Vine a visitarte, al fin y al cabo, dentro de poco será tu cumpleaños, ¿cierto? Por lo que creí que debía traerte un regalo por adelantado, mi presencia. —Yoongi sonríe, y su hermano se levanta de su asiento, abrazándolo—. Ah, Yoongi, cumplirás veinticinco años. ¿Cuándo te hiciste tan grande?

—Tú no eres quién para hablar... Pasaste de jugar conmigo por toda la casa, a irte —le reclama. 

—¿Y cuándo llegará tu momento? Veinticinco años no son pocos, estoy seguro de que mamá ya está harta de ti.

❝Gracias, Jimin.❞ [JIMSU] | Libro #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora