43. POV Evan - Peticiones

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-¡Tú, con la luna en la cabeza, el lugar en donde empieza, el motivo y la ilusión de mi existir!, ¡Tan sólo tú, solamente quiero que seas tú, mi locura, mi tranquilidad y mi delirio, mi compás y mi camino!

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-¡Tú, con la luna en la cabeza, el lugar en donde empieza, el motivo y la ilusión de mi existir!, ¡Tan sólo tú, solamente quiero que seas tú, mi locura, mi tranquilidad y mi delirio, mi compás y mi camino!

Cantaba a todo pulmón y brincaba de sillón en sillón, a la mesita de centro y devuelta a los sillones.

-¡Tú, coleccionista de canciones, mil emociones son para ti~! Tú, lo que soñé mi vida entera, quedate en ella, y hazme sentir...

Tomé la escoba y usé el palo de microfono mientras barría la casa.

-Es por ti que con el tiempo mi alma siente... diferente, ¡Sólo tú!

Me quedé quieto en el piso mientras tarareaba, bajé un poco el volumen y empecé a saltar entre canciones de mi playlist.

Chock llegó a entre mis piernas y apoyó la cabeza en mis pies descalzos. Moví un poco los dedos de mis pies, intentado que se quitara, pero sólo logré que se echara boca arriba y con la panza en primer plano.

Puse una canción al azar y dejé el celular en el mueble del equipo de sonido. Me senté en la mesita de centro y estiré el brazo para rascar a Chock.

-¿Qué pasa, chico? -hablé-. ¿Qué tienes, eh? ¿Tu mami ya no te pone atención? ¿Mmm? Tranquilo, a mi tampoco.

Seguí rascandole y el muy condenado se quedó completamente dormido. No tuve alma para despertarlo, así que revisé la hora: 01:34 pm. Decidí ponerle pausa a la limpieza mientras seguía cambiando de canción.

Era hora de almorzar, así que desconecté el teléfono y pedí comida china. No tenía animos de meterme en la cocina a preparar algo ya que, últimamente, al no haber nadie más que yo a la hora de almorzar quedan muchas sobras y no quería desperdiciar.

Cuando llegó mi almuerzo, no tuve más opción que mover al cachorro.

Puse el pedido en la mesita y empecé a comer viendo un absurdo maratón en la televisión.

Cuando limpiaba el desorden, mi celular recibió una llamada. Era mi madre.

-Hola, mamá -saludé con el teléfono entre el hombro y la oreja, porqué tenía las manos mojadas por lavar platos.

-¡Hola, cariño! -gritó-, que alegría escucharte, ¿qué tal, cómo has estado?

-Bien, mamá, de vacaciones -informé-, ¿y tú? ¿Qué tal todo por allá?

-Todo bien -respondió-. Ian fue con tu padre a comprar un libro que quería -rió y yo me le uní-.

-Pronto estarán viviendo en una casa tapizada de sus estanterías -comenté, aún preguntandome por qué me llamaba.

No era que me molestara, es sólo que usualmente era mi padre quien llamaba.

-Supongo que te preguntas por qué llamo -dijo.

Sólo Tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora