El sabor de tu piel

Tormentoso recuerdo

Dulce

El mismo lugar de la última vez, estaba al pie de las escaleras observando todo pero ahora mi vestimenta era diferente y mi cuerpo ahora estaba bastante desarrollado, recordaba este vestido me negué a ponérmelo en cuanto mi madre lo llevo a mi cuarto, era un vestido diminuto strapple color negro que en la lateral derecha llevaba una abertura hasta mi cintura que era cubierto por un encaje negro pero aún así era imposible usar ropa interior por la transparencia que no dejaba nada a la imaginación; me sentía completamente incómoda mientras observaba a mi alrededor sentía las miradas de todos los que estaban ahí sobre mi cuerpo me sentía completamente incómoda por más que buscaba alguna manera de acomodarme el vestido no había manera;  estoy segura que todos los presentes sabían que no llevaba ropa interior debajo en especial los hombres que sentía como recorrían mi cuerpo de arriba para abajo. Miraba a todos lados tratando de buscar una salida hasta que mi madre se acercó

-Aquí estabas- caminaba desesperada- ¿donde te metiste?- me miró recorriéndome por completo- te ves justo cómo lo que eres y hoy sacaremos partido- me tomó por el brazo para llevarme detrás de ella arrastrándome por toda la fiesta-
-Mamá no quiero- trate de detenerme- por favor-
-Dulce querida- sonrío maliciosamente en ese momento por mi columna dorsal pasó todo un escalofrío- demostraste lo que eres hace unos meses ahora sacaremos provecho de ello-
-Por favor, perdóname- supliqué al borde de las lágrimas-

Tomó una de mis muñecas y me sacó de la fiesta para llevarme al estudio que había en la casa, estábamos completamente solas, retrocedí mostrándole miedo, ella camino hasta donde yo estaba, jale un poco mi vestido ya que se había subido mostrando demasiado mis piernas me tomó fuertemente del brazo

-Mira niña he sacrificado mi vida por ti- dijo molesta- tu te encargaste de arruinarla con tus fotos de niña fácil así que ahora sacaremos provecho, ahí afuera tengo el hombre perfecto para ti que adora a las zorritas baratas al  igual que su padre así que quiero que pongas la mejor de tus sonrisas y...-
-Le dire a mi padre- no se de donde saque el coraje para decirle- le dire todo, los golpes y lo que me estás diciendo justo ahora-
-¿Y crees que él te va a creer?- sonrío mirándome- ¿Quien crees que lleva las de ganar aquí? ¿Su hija zorrita que le rompió el corazón con unas fotos escandalosas y que ahora está en boca de todos sus amigos o a su adorable esposa que da todo por mantener una familia feliz?-
-Mi papá debe creerme -dije molesta con unas lágrimas saliendo por mi rostro- él me...-
-Querida- sonrío maliciosamente interrumpiéndome- ¿por qué piensas que tú padre no pasa casi tiempo en la casa?- apretó aún más mi brazo lastimándome un poco- no te tolera, le da vergüenza así que creo que debes ir pensando en hacer algo para contentarlo y que mejor que encontrarte un partido de nuestro nivel que le gusten las zorras como tú, así que ahora harás lo que digo si quieres tener a papi contento- me jalo haciéndome caminar a la puerta- ahora no me hagas perder el tiempo y camina- se dirigió junto conmigo a la puerta- saliendo de aquí vas a tu cuarto y cuando bajes quiero ver una sonrisa no ese gesto amargo que tienes, no quiero que por nada del mundo tu padre se de cuenta-

Solo asentí con la cabeza, cuando salimos del estudio con su mirada me indicó las escaleras, solo asentí y me dirigí a mi cuarto, al verme en el espejo vi esa imagen que oprimió mi corazón, mi cuerpo estaba embarrado a este vestido mientras mostraba partes de ella descaradamente "mi madre me estaba vendiendo al mejor postor" pensé, unos golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos justo unos instantes después la cabeza de la chica que trabajaba con nosotros se asomaba a través de la puerta

-Señorita dice su madre que la necesita- ví como se iba nuevamente dejándome sola-

Suspire, me mire una vez en el espejo y solamente limpie un poco mi rostro tratando de no quitar el maquillaje que mi madre había pegado horas antes, respiré profundamente para después encaminarme a la fiesta que para mi era una tortura.