Dulce
No sabía cómo sentirme, una parte de mi estaba triste y otra se sentía enojada, había sacado el diario de la caja nuevamente para después guárdalo en mi bolso, no se la razón por la que lo hice, pueden llamarme masoquista pero necesitaba saber solo un poco más. Salí de la casa confundida mientras manejaba hasta la oficina mi mente solo pensaba en el pequeño cuaderno que venía en mi bolso; me encerré en mi despacho sacando todos los pendientes que había. Un par de horas después el sonido de la puerta me saco de mis pensamientos, la puerta se abrió y pude ver al abogado de mi padre que llevaba algunos papeles para firmar, revise lo que firmaba y después le di la orden que saliera. Me metí tanto en el trabajo que había terminado todo antes de tiempo así que decidí matar mi curiosidad y leer que más había escrito mi madre, tome mi bolso mi mano tembló un poco cuando saqué el diario, me quede observándolo dudando si seguir leyendo o dejarlo de lado, decidí saber un poco más así que lo abrí en la última página que había leído la noche anterior pase un par de hojas que se veían un poco maltratadas hasta llegar a la fecha donde yo tenía tres años recién cumplidos.
"Este <<estorbo de niña>> solo sabe gritar y correr por toda la casa, no soporto escuchar sus voz pidiéndome que la saque al jardín o que le de algo de comer pero se pone aún más odiosa cuando llora por cualquier tontería, debo de confesar que algunas veces al escucharla llorar la encierro en su cuarto por horas, sus gritos de <<mamá perdóname, me voy a portar bien no me dejes aquí>> mientras llora aún más solo hacen que la quiera dejar ahí por un buen rato porque son como un taladro en mi tímpano. Otra cosa que odio de esta nueva faceta de mi vida es tener que fingir que soy una madre devota ante mi marido, cada noche que cenamos juntos y que esa me mancha de comida mi ropa de marca tengo que poner una sonrisa en mi cara haciendo parecer que es gracioso pero lo único que me hace controlarme es que Manuel se traga que soy feliz y que al otro día por la mañana podré castigar a esta mocosa dejándola afuera en el jardín por un buen rato bajo el sol. ¡Ser madre no es lo mío!"
Llena de coraje guardo ese pequeño libro de odio lleno de amargos recuerdos de mi nacimiento y mi niñez, me levanto de mi asiento para cerrar la puerta del despacho me dirijo hasta la cava de botellas qué hay ahí dentro que tiene mi padre, tomó una botella de whisky y solo retiro la tapa para después dejar que el líquido queme mi garganta mientras mi mente se pregunta ¿como una madre puede estar tan llena de odio por su hija?. Lo único que tengo claro es que a esa mujer no puedo llamarla madre, sé que no es digna de mi compasión y que en este momento quisiera tenerla enfrente para reprocharle todo lo que escribió en ese diario, lo único que mi mente piensa nuevamente es que definitivamente no estoy destinada a ser amada por nadie mi cuerpo siempre ha sido utilizado desde mi madre que me utilizaba para tener la atención de mi padre hasta Christopher que solo me utilizaba para complacerse. No se en que momento creí que podría ser una mejor persona, mi cuerpo solo es un instrumento que me ayuda a llenar momentáneamente algo que nunca tendré me digo mientras sigo bebiendo de la botella y pienso que lo único que me llena por completo al menos por un momento es el sexo, me levanto de la mesa para tomar mi bolso; en este momento lo único que necesito es sentirme querida por un instante y que alguien me diga que todo está bien, solo eso. Tomó el elevador fingiendo que todo está bien conmigo, muestro una sonrisa a los empleados que van dentro, al llegar al piso donde está mi auto me siento un poco mareada a causa de la media botella que bebí en la oficina pero intentando caminar derecha me subí al auto y maneja hasta un pequeño súper mercado donde compro una botella pequeña que durante el trayecto a mi destino la termino por completo, me bajo dando tambos por todo el estacionamiento, el piso y las paredes se mueven a mi alrededor, cuando las puertas del elevador se abren demoro en poder oprimir el botón del piso al que me dirijo, cuando lo logro pienso en recomponerme, saco de mi bolso goma de mascar la meto en mi boca para tratar de eliminar el olor a licor mientras me miro en el pequeño esposo que traigo conmigo; trato de componer mi rímel y cuando las puertas se abren me veo como nueva pero aún estoy lo bastante mareada. Salgo del elevador agarrándome de ambos lados para sostenerme, veo a mi alrededor buscando a la pequeña mujer que debería estar en su escritorio pero no veo a nadie, lo que mi vista su localiza es la puerta del consultorio abierto por lo que camino decidida hasta ahí tratando de mantener el equilibrio, abro los botones de mi blusa dejando mi brasier de encaje color marfil al descubierto mientras que mis pezones de transparentan a través de la tela; asomó un poco mi cabeza en la puerta y puedo ver a Christopher sentado en su escritorio con sus gafas puestas, las mangas de su camisa remangadas mientras que su cabello corto está un poco alborotado, suspiro un poco pensando en lo bien que se ve de esa manera. Doy un paso dentro del consultorio sin perder el tiempo, tomó la manija de la puerta para cerrarla detrás de mi cuando escucho el click los ojos de Christopher se levanta para posarse sobre mi cuerpo su mirada se detiene sobre mi blusa abierta mientras murmura
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El sabor de tu piel
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