Estoy metida en un gran lío

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Dulce

Los brazos de Christopher me rodeaban dándome un calor del que no quería separarme , mi madre había sido la culpable de todo el drama en la que mi vida se había visto inmersa, mi propia madre la única persona que debía protegerme y amarme tal vez fue mi culpa por arruinarle su vida como decía en el diario, me sentía devastada quería gritar decirle todo lo que me había lastimado. Me separé lentamente Christopher no podía mirarlo a los ojos pero antes de que evitara su mirada él tomó mi mentón levantando mi cara para mirarme

- Tu no eres la culpable de nada- dijo como si supiera lo que cruzaba por mi mente- todo estará bien, tú estarás bien. Vamos a trabajar en superar esta etapa se que ahora es difícil que te tranquilices pero trabajaremos en ello poco a poco y verás que tú corazón sanara, serás esa chica que irradia felicidad donde quiera que va- acercó su cara a la mía para después depositar un corto beso en mis labios- eres maravillosa, no lo olvides-

Acaricio mi mejilla, mi llanto disminuyó y solo pude abrazarlo llenándome de su calor por completo.

-Gracias-susurre- pero no se si pueda perdonarla- suspire entre sus brazos- es difícil
- Lo es pero no debes de guardar esa amargura, podremos trabajar con algunos ejercicios y si son necesarios algunos medicamentos- sus manos recorrían mi espalda- dime qué lo intentarás-
- Lo haré porque tú me lo pides- aseguré-
-Bien, ahora intentemos calmarnos, hoy fue una montaña rusa- murmuró- ¿qué tal si me sigues con estas respiraciones?- me separo de él-

Comencé a realizar lo que él hacía, las respiraciones eran pausadas y lentas, lo repetí mientras él contaba hasta tres repitiéndolo constantemente, logré calmarme por completo.

-¿Mejor?- acaricié mis mejillas, yo asentí- bien,  las pastillas  que te di la última vez deberás tomarlas en caso que se presente alguna pesadilla por la noche para que duermas tranquila-
-Bien- asentí lentamente-
- Iremos pasó a paso- acarició mi brazo- no trates de correr, lo que si necesitamos hacer en la terapia de mañana es hablar con tu padre así que necesito que venga- me miró consultándome si eso era correcto-
- Le dire- mencione lo más bajito posible-
-Entonces si me esperas un minuto puedo llevarte a casa- se levanto del asiento- tal vez podamos ir a comer algo antes-
- Bueno...yo tenía otro planes- me encogí de hombros-
-Creo que tus planes quedan cancelados- le sonreí para aliviar la tensión en el aire-
-¿Sabes que tu hermana es algo posesiva en cuando a nuestras citas para comer? - sonrío-
- Llámale y dile que no irás- la acorrale entre mi cuerpo y el sofá-
-Estoy segura que en este preciso momento está sentada en el sofá de tu recepción esperándome completamente desesperada- se movió tratando de evitar mi contacto- ahora si no te importa debería irme y me estás tentando con esos labios- miro a otro lado-
-¡Vaya!- sonreí moviendo su cara con mi mano para que me viera- eso es algo nuevo, me gusta tentarte- roce mi boca con su nariz, ella contuvo el aliento un segundo mientras nuestras mirada estaban fijas-
-¿Te estás burlando?- pregunta-
-Estoy extasiado, me alegra saber que no soy la única persona en este cuarto que pierde los estribos- roso sus labios con los míos- tu provocas lo mismo, cada vez que te veo solo pienso en hacerte mía una y otra vez - susurra para después tomar mis labios de manera posesiva, nuestras lenguas se encuentran jugando una sobre la otra no parecen querer despegarse mientras que sus manos recorren mi cuerpo para posarse en mi cintura, me levanta como si fuera una pluma y me coloca en sus piernas a horcajadas, siento que lo pierdo cuando se separa de mis labios, mantengo mis ojos cerrados esperando que vuelva a tomarme pero solo siento un ligero roce- dile que no irás- susurra- dile que tienes otro compromiso- acaricia mi espalda- si le dices eso te prometo que no te arrepentirás- baja sus labios por mi cuello rozándolo apenas-

Un gemido ahogado muere en mis labios y mi respiración se corta cuando pone sus manos en mis nal*gas presionándome contra su entrepierna haciéndome notar lo duro que se encuentra por el momento compartido, decido tomar las riendas del juego y me muevo contra su erección.
-No podré parar si sigues moviéndote de esa forma- susurra contra mi oído-
- ¿Qué tal si no quiero detenerme?- sonrío mirándolo a los ojos-
-Entonces no te detengas- dijo antes de tomas posesión de mis labios de manera arrebatadora-

El sabor de tu piel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora