—Te dejo sola un día, y esto pasa. —Señaló mi pie vendando, negando con la cabeza— Ya no puedo dejarte sin cuidado.—Cállate y ayúdame a bajar las benditas escaleras.
Hoy desperté con el pie izquierdo. Literalmente ya que mi pie derecho sigue doliendo, impidiéndome caminar bien. Después de mi patoso accidente, la enfermera me vendó el pie y me mandó a reposo total. Estuve muy tentada a dormir en el sofá anoche ya que no quería que papá me cargara por las escaleras para evitar alguna posible fractura en su columna, pero el muy terco no me escuchó y terminó cargándome. Adivinen quien está en cama por dolor de columna... Sí, mi querido y amado padre.
Zac pasó sus brazos por detrás de mis rodillas y me cargó sin dificultad. ¿Cómo no? Si el hombre tiene el cuerpo físico de un boxeador profesional. Bueno, no tan así; pero si tiene un cuerpo muy bien trabajado. Zac no puede vivir sin ir al gimnasio o muere de aburrimiento, ansiedad, estrés, exasperación, entre otros sentimientos no muy bonitos.
— ¿Cocina o sala? —No respondí y solo escondí mi rostro en su cuello al igual que lo hacía de pequeña— Bien, te dejaré en el sofá mientras voy por tu desayuno.
Me dejó con suavidad en el sofá antes de ir a la cocina por los waffles que mamá dejó preparados antes de irse a trabajar.
Quitando el dolor de pie, rodilla y mano, lo mejor es ser consentida por mi querido hermano. Me siento mal por papá pero eso le pasa por seguir creyendo que está igual de joven que antes. Los años cambian y los cuerpos también, querido padre. Igual le cocinaré su platillo favorito cuando ya me sienta mejor. Me puse a pasar los canales de tele sin encontrar nada interesante a esta hora. Extraño ver las caricaturas a las 7:00 AM, cuando era madrugadora solo por eso, y terminar de verlas a la hora del almuerzo. Tuve la suerte de ser educada en casa, asique podía ver las caricaturas siempre, no como los niños que no podían verlas porque se tenían que ir a la escuela.
Zac regresó con un gran plato lleno de Waffles, huevo, tocino y sauce. ¡Comida para la consentida de la casa! Eso decía el mensaje que mamá me mandó antes de irse al trabajo.
Le ofrecí a Zac un sauce cuando se sentó a la par mía pero me rechazó. Más comida para mí.
—Entonces, ¿cómo pasó eso exactamente? –preguntó señalando mi pie.
—Mis zapatos Praga me odian. —Mordí la mitad del tocino, deleitándome con su sabor y grasa— Recuérdame de enterrarlos cuando pueda caminar.
Sigo evitando pensar en Nicolás y su pequeño ataque salvaje en la enfermería. Me sentí bien al ser capaz de controlar a un hombre como él, luego el vino y lo arruinó todo. Ni siquiera pude disfrutar de mi paleta por estar demasiado enfadada conmigo misma y con él. ¿Qué esperaba? ¿Qué me quitara la ropa en la enfermería y examinara todo mi cuerpo? No me gusta jugar a los doctores.
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Hamilton Lover |Serie Hamilton| #2 (TERMINADA)
RomanceUna escritora de novelas románticas que le huye al amor... Irónico, ¿no? ¿Cómo se puede vivir la vida cuando sientes un vacío? ¿Qué pasa cuando te rompen el corazón y luego te quedas... sola? ¿Puedo seguir mi vida como si nada? No sé y de igual form...