Una escritora de novelas románticas que le huye al amor... Irónico, ¿no?
¿Cómo se puede vivir la vida cuando sientes un vacío? ¿Qué pasa cuando te rompen el corazón y luego te quedas... sola? ¿Puedo seguir mi vida como si nada? No sé y de igual form...
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¡Ya no soporto tanto estrés!
Me abracé a la almohada, haciendo una mueca de dolor cuando el asco volvió. Como si fuera poco, tuve que enfermarme.
— ¡Mami! ¡Ya está la comida!
Intenté responderle a mi dulce Wen pero las palabras quedaron en lo más profundo de mi garganta ya que tuve que levantarme y salir casi corriendo al baño a vomitar... de nuevo.
No sé cuánto tiempo pasé ahí, sentada en el frío piso y con mi cabeza recostada en la pared blanca, sólo recuerdo unos brazos cargándome y llevándome a la habitación. No era Nick pero igual me acomode al sentir el calor corporal, algo que mi cuerpo no está teniendo. Sentí que me recostó en la cama y que me tocó la frente.
—Tienes fiebre, Hollie —me dijo en un murmuro, acariciando mi mejilla—. ¿Sientes algún dolor?
Asentí, agarré su mano y la llevé a la parte baja de mi estómago. Presionó, se que fue con suavidad pero fue la presión justa para que un pequeño gritó saliera de mi boca y me encorvara del dolor.
— ¡Nicolás! —gritó y la puerta se abrió sin si quiera pasar un segundo— Tenemos que llevarla al hospital.
Abrí los ojos cuando sentí a Nicolás tomarme con delicadeza, más cuando me quejé al moverme un poco. ¿Cuánto tiempo pasó desde que pude caminar por mi cuenta? Porque siento que ya no puedo hacerlo por el bendito dolor de mierda.
¡Estoy pensando malas palabras! Mamá me regañaría si pudiera leer mi mente... Ahora digo estupideces.
— ¿Qué está pasando? —Preguntó mamá, saliendo detrás de nosotros— ¡Chad! ¿Qué tiene mi hija?
Nicolás me metió en la parte trasera del auto y cerró la puerta antes de que pudiera escuchar la respuesta de Chad. Pero algo es muy claro: no es un embarazo.
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Los pasados días, Hollie ha estado más molesta de lo normal, con náuseas, vómitos y un leve dolor en el abdomen. Seguía diciendo que era porque su menstruación la estaba torturando antes de tiempo pero tenía la leve sospecha de que no era eso. Por esa razón no me quedó de otra más que llamar a Chad.
