Una escritora de novelas románticas que le huye al amor... Irónico, ¿no?
¿Cómo se puede vivir la vida cuando sientes un vacío? ¿Qué pasa cuando te rompen el corazón y luego te quedas... sola? ¿Puedo seguir mi vida como si nada? No sé y de igual form...
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—¡No quiero más cabras!
Nicolás agarró a Wendoly de la mano, llevándola a ver más de cerca a los caballos que corren a lo lejos y dejándome con una muy enojada Wen.
—Mi amor, sólo es un paseo por el campo —acaricié su mejilla y sus ojitos brillaron cuando pellizque su nariz con suavidad. Es algo que su madre hacía y que le gusta que yo igual lo haga—. Te prometo que no dejaré que una cabra se te acerque.
—No quiero que me persigan como al abuelo —se abrazó a mi cuello, ocultando su rostro entre cabello.
—Tú eres más inteligente que el abuelo, amor.
Me levanté con ella en brazos, escuchando su dulce risita.
Después de un mes de duro trabajo en la editorial, dándoles la bienvenida a los nuevos escritores y ayudándole a mejorar sus puntos débiles, al fin puedo pasar un día en familia. Es cierto que los cuatro pasamos nuestros días en el mismo edificio y que nos turnamos para ir a verificar a las niñas en la guardería, a un piso abajo, pero no es lo mismo.
No hay nada más divertido que pasar un grandioso día en familia.
—¡Si no me bajas, te golpearé!
Pero no cuando toda la familia decide venir.
—¿Qué me vas a golpear tú, debilucha? —Gregg hizo caso omiso de los gritos de Tory, siguiendo su camino con tranquilidad con ella sobre su hombro.
—¿Tengo que detenerlo? —me preguntó Ian, parándose al lado mío con Nicky agarrada de su mano.
—No, déjalos que se diviertan un poco —respondí, mirando divertida la situación—. Gregg está llenando el pequeño vacío que dejó Demi.
Aún que Demi tardó meses en poder organizarse para poder ir a su luna de miel, Gregg aún no sé había preparado para pasar tiempo sin su hermanita. La extraña relación de ambos se ha fortalecido en los pasados meses, a pesar de las mismas peleas molestas, se aman y son más inseparables que el chicle que pegó Wen debajo del sofá.
Por lo cual fue castigada...una hora. Nicolás es un blando con las niñas.
—Nicky tiene una lombriz en su pie.
Wen señaló el pie de Nicky, justo antes de que la pequeña comenzara a llorar a todo pulmón.
Si, será un grandioso día en familia.
Aprovechando la distracción de todos al intentar consolar a Nicky, me fui donde Nicolás estaba con Wendoly, mirando unos caballos correr libres por el campo.
—Yo quiero un caballo, papi —dijo Wendoly en voz baja con sus mejillas agarrando un leve sonrojo.
—Lo que mi niña quie....
—No tenemos espacio para un caballo, Nicolás —lo interrumpí antes de que saliera a comprarle un caballo a cada una.
—¿Nos compras un establo, mami? —preguntó Wen con inocencia, sonriéndome y poniendo ojitos tiernos.
